Investigadores de la UNAM, campus Juriquilla, trabajan en el proyecto con el fin de detectar de forma eficiente, económica y rápida esa enfermedad.
México.- Investigadores del campus Juriquilla de la UNAM desarrollan un biochip para diagnosticar la tuberculosis de forma eficiente, económica y rápida. Esta enfermedad infecciosa provoca la muerte diaria de 5 mil personas a escala mundial.
El objetivo del biochip es detectar, en 15 minutos y en etapas tempranas, esta infección, una de las seis que causa más decesos en el planeta.
Este dispositivo se desarrolla en el Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA), ubicado en Querétaro, donde el físico Víctor Manuel Castaño Meneses, la bioquímica Luz María López Marín y la ingeniera en materiales Concepción Arenas Arrocena trabajan en dos líneas de investigación paralelas, para tener listo el primer diseño a finales de este año, y el primer prototipo, en 2011.
El proyecto tiene dos ramas: por un lado está la bioquímica, a cargo de las doctoras, y por otro, el desarrollo de un MEMS, un sistema microelectromecánico, bajo la responsabilidad de Castaño Meneses. “Son dos aportaciones científicas importantes que se unirán en un producto final”.
En la parte bioquímica del proyecto, López Marín y Arenas Arrocena ensayan un modelo diagnóstico que utilizará una muestra de sangre del paciente y detectará, mediante polímeros conductores, a ciertos anticuerpos que se expresan cuando hay tuberculosis.
“Estamos probando un polímero conductor, llamado polianilina, que tiene la propiedad de cambiar su conductividad y color. Pondremos una capa de polianilina para inmovilizar los antígenos del paciente, presentes en la muestra de sangre, para ver cómo cambia la conductividad dentro del polímero. Cuando la polianilina es conductora, es verde, pero cambia a azul, cuando no lo es”, explicó Arenas Arrocena.
López Marín señaló que “la detección de tuberculosis se realiza con métodos antiguos de microscopía, que requieren un frotis del esputo, una sustancia que sale de la boca al toser. Luego se hace una tinción y se ve en el microscopio si existe la bacteria que causa la tubeculosis. Pero además de lento, es un proceso poco sensible”.
La otra parte del proyecto es el desarrollo de un sistema microelectromecánico (conocido en el mundo como MEMS, por las siglas en inglés de Microelectromechanical Systems), un dispositivo cuadrado, ligero y plano de apenas tres centímetros por lado, que contiene una “minifábrica” con diminutos motores, engranes, rotores y sensores que se diseñan y fabrican según las necesidades del producto final.
Castaño destacó que “en las industrias automotriz, aeronáutica y electrónica, los MEMS son cosa de todos los días, pero en el área médica son extraños y su uso será innovador; no existe en el mundo ningún equipo que los utilice para hacer diagnóstico de tuberculosis, así que esperamos que tenga un gran impacto en el mundo”.
Aunque el desarrollo tecnológico está en su etapa inicial, en diciembre de 2009 Castaño y su grupo lograron obtener la licencia y el software por parte de los Laboratorios Nacionales Sandía, del gobierno de Estados Unidos, y los más importantes en MEMS.
Ya lograron fabricar los primeros sistemas microelectromecánicos, y este año probarán el mecanismo bioquímico dentro de ellos.
Los planes a futuro incluyen la posibilidad de tener, en cinco años, un robot que permita a los expertos del CFATA la manufactura del dispositivo en sus propias instalaciones.
Farmacéuticas incorporan tecnología avanzada
Las empresas farmacéuticas están empezando a acercarse a las compañías de tecnología mientras luchan por demostrar el valor de sus medicamentos a gobiernos y aseguradoras. Usando dispositivos para controlar a los pacientes en tiempo real, estas compañías creen que pueden mejorar los resultados clínicos y establecer la relación entre los costos y la efectividad de los tratamientos.
La consecuencia, según un reporte de Ernst & Young, será una nueva colaboración entre laboratorios y firmas de áreas no tradicionales como computación o telecomunicaciones.
Algunas de estas alianzas ya están funcionando; Novartis, por ejemplo, firmó un acuerdo de 24 millones de dólares con Proteus Biomedical para crear “píldoras inteligentes” que puedan transmitir datos desde el interior del cuerpo para monitorear los signos vitales del paciente y comprobar si tomaron las medicinas recetadas.
Bayer ideó un proyecto para conectar su glucómetro para niños diabéticos a consolas de Nintendo para promover un control de sus niveles de azúcar.
La unidad Lifescan de Johnson & Johnson tiene una aplicación de iPhone que permite descargar los resultados de la glucosa en sangre a través de los monitores de sus teléfonos.
“Veremos múltiples tipos de colaboraciones en el futuro”, dijo Patrick Flochel, líder de ciencia de Ernst & Young para Europa, Oriente Medio, India y África. “Este movimiento enfocado a resultados, con los cuales, las compañías se tienen que comprometer cada vez más”, abundó.