Cd. Madero, Tamaulipas.- Ferviente enamorado de los viajes a la playa, en esta semana nos hemos encontrado con algunas sorpresas.
Inicialmente, constatamos que aún no es el tiempo adecuado para disfrutar de las maravillas que nos ofrece la naturaleza y su santuario tan especial. Decimos lo anterior porque siempre hemos considerado estos lugares como una manifestación de la existencia de ese Ser supremo que nos ilumina en todo momento y nos permite hacer y ser lo que somos.
Recordamos que en el sureste tamaulipeco, precisamente en este municipio donde los encantos de la playa tienen sus más importantes manifestaciones en el verano y la Semana Santa, cuando uno llega es objeto de innumerables acciones de parte de los lugareños; algunas son buenas, otras, no tanto.
Los sitios públicos parar estacionarse, en temporada “alta”, son objeto de cobros por parte del Patronato de mejoras para la Playa Miramar, al igual que el uso de las “palapas” que no son más que techumbres pajizas mal construidas pero que cumplen con el objetivo de guarecernos de los inclementes y deliciosos rayos del Astro Rey.
Hay que pagar una cuota para ese patronato, so pena de que le llamen a la autoridad cuando alguien se pone difícil en ese sentido. Finalmente, cuando llegamos, lo que menos deseamos es tener problema alguno con cualquier persona o instancia, oficial o privada.
En muchas ocasiones se abusa: cuando llega alguien con una pequeña carpa para una o dos personas, los “encargados” aseguran que está prohibido instalarlas, olvidando que las playas de nuestra República Mexicana son propiedad federal, es decir, son de todos, son sitios públicos en toda la extensión de la palabra, y no debieran existir propiedades ni oficiales ni particulares, para que usted o yo podamos disfrutar de estos espacios.
Miramar tiene el problema que fue heredado de los tiempos de “La Quina”, aquel cacique petrolero, hoy reducido a un simple ciudadano, y que hizo y deshizo durante décadas en la zona sur de la entidad, a grado tal que era famoso porque los presidentes de la República, cuando visitaban la entidad, no podían dejar de pasar a Madero a rendirle pleitesía.
El resultado de esa negra etapa en la historia de Tamaulipas es que en la playa Miramar existen cientos de metros cuadrados –miles, pues- que fueron entregados como propiedad particular. Suponemos que no haya escrituras, dado que es una acción ilegal y, en caso de que las haya, sería interesante fincar la responsabilidad judicial a autoridades que permitieron esos abusos.
El caso es que, en pleno 2010, visitamos Miramar y sus encantos, y encontramos que un muy fuerte viento que se ha dejado sentir en la semana que ha concluido, dejó una serie de desperfectos en esta zona turística.
El boulevard y calles aledañas están prácticamente cubiertas por la arena, al igual que el camino que lleva hasta la punta de la escollera norte, donde se marca el límite entre Veracruz y Tamaulipas.
Hay montículos de arena por todas partes en cantidades realmente alarmantes, producto de los vientos, pero, lo curioso, ante estas circunstancias, es que nadie está haciendo nada por limpiar la zona, es decir, la autoridad no tiene un programa de limpia o remodelación de nuestra querida Miramar.
Y es cuando nos preguntamos qué se hace con el dinero del patronato, que supuestamente se emplea para mejoras de Miramar.
Este viento tan fuerte no es culpa de nadie, no vaya a ser que algún instituto político se lo quiera endilgar al gobierno estatal o federal; el caso es que pese a que cada turista que emplea las palapas o los estacionamientos ilegalmente acondicionados en terrenos propiedad federal, ese dinero no sabemos a qué se destina, pero seguros estamos de que no es para mejorar la playa que tantos momentos agradables nos regala a cada uno de sus visitantes.
El sol sigue siendo el principal atractivo pese a las bajas temperaturas; veinte grados centígrados en la playa significa frío y la imposibilidad de meter siquiera los pies a remojar. Lástima, un viaje tan especial a un maravilloso sitio merece ser aprovechado al máximo.
Sin embargo, el llamado es a las autoridades de turismo municipal en Madero y en el estado, ya que definitivamente, nadie pone de su parte para que Miramar sea, durante todo el año, el encantador lugar que nos regala en la Semana Santa el motivo principal de ingreso de divisas para que miles de paisanos puedan llevar el sustento a casa.
Es un “borbotón” de recursos que, si se emplea adecuadamente, puede ser la diferencia para las familias de la región entre comer y no hacerlo, entre vivir decorosamente y tener apuros cotidianos.
Miramar no se merece el abandono en que se encontraba este sábado. Por los que sabemos apreciar nuestros rincones paradisíacos, solicitamos una urgente y merecida atención a este pequeño gran punto de la hermosísima geografía tamaulipeca.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!