El bisonte -uno de los animales más icónicos de América del Norte, cuya población quedó reducida a su mínima expresión a fines del siglo XIX- podría regresar nuevamente a las grandes llanuras del continente americano.
Según un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), si se introducen leyes apropiadas a nivel local y nacional, si se les destina más territorio y si se logra cambiar la actitud hacia estos animales, se puede restaurar la población de bisontes, desde el norte de México hasta Alaska.
Y es precisamente en el norte de México, en el estado de Chihuahua, donde uno de los programas para garantizar su regreso parece estar dando buenos resultados.
Hace 500 años, millones de bisontes deambulaban libremente por los pastizales de América del Norte, pero con la llegada de los europeos, las grandes manadas fueron aniquiladas casi por completo para satisfacer la demanda del Viejo Continente.
Hoy el bisonte forma parte de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN.
De acuerdo a cifras recabadas en 2008, hay en la actualidad cerca de 430.000 bisontes. A primera vista, esta cifra parece lo suficientemente grande como para no despertar alarma. Sin embargo, el 93% de su población está destinada a usos comerciales.
¿Para qué salvar al bisonte?
Una de las razones por la que los conservacionistas consideran importante reincorporar a este animal a su nicho ecológico es por las funciones que cumple dentro del ecosistema.
“Para nosotros, el bisonte es una especie fundacional: si la retiras del sistema, comienzan a desparecer otras cosas”, dice Gates.
“Por ejemplo, como parte de un ritual en el que exponen su fuerza, el bisonte escarba la tierra, creando huecos que -en primavera- se llenan de agua. De esta manera, el bisonte brinda un servicio ecológico a los anfibios”, explica el investigador.
“También cuando pastan, siguen un patrón muy distinto al de las vacas. Lo hacen con gran intensidad en un sector y luego se trasladan a uno más distante. Así crean un paisaje heterogéneo que favorece la presencia de distintas aves, que prefieren pastizales más altos o más bajos”.
Reliquia
No son pocos los obstáculos que hay que salvar para reintroducir a este animal, en estado salvaje, a las llanuras americanas.
“Gran parte de las tierras habitadas originalmente por los bisontes están ocupadas hoy día por granjas, plantaciones, estancias ganaderas y ciudades”, le dijo a BBC Mundo Cormack Gates, conservacionista de la Universidad de Calgary, en Canadá y coeditor del estudio de la IUCN.
“Pero por otra parte, muchos no consideran al bisonte como un animal salvaje, lo ven como una reliquia del pasado y no como un elemento del ecosistema contemporáneo”, aseguró el experto.
“Es el mamífero más grande de América del Norte y sin embargo, es quizás el ícono al que menos atención se le ha prestado”, añadió Steve Forrest, Director de Conservación de las Grandes Planicies del Norte, del Fondo Mundial de la Naturaleza.
México defiende al bisonte
Pese a que el proyecto constituye -en palabras de la IUCN- un gran desafío, los primeros esfuerzos ya han dado sus frutos.
En México, los expertos ya han identificado zonas amplias donde existe la posibilidad de introducir poblaciones de bisontes. “Allí tenemos varios proyectos en camino”, señala Gates.
En el estado de Chihuahua, en el norte del país, se está implementando un programa conjunto de IUCN y el gobierno nacional para restaurar la población de bisontes.
“En noviembre se introdujeron 23 bisontes de Dakota del Sur y unas semanas después, el presidente de México declaró a una zona de 1,3 millones de hectáreas reserva natural”, explicó el experto.
Ahora resta convencer a la población de que el bisonte tiene derecho a ser considerado un animal silvestre y su lugar está más cercano al de los elefantes, los rinocerontes o los pumas que al de los cerdos y las vacas.