Washington entre la salud y los inmigrantes

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Carlos Chirinos

BBC Mundo, Washington

Se cumplen las horas finales del debate sobre la reforma del sistema de salud en Estados Unidos.

Tras un año de tensas discusiones que han profundizado las divisiones entre el partido demócrata y el opositor partido republicano, la Cámara de Representantes se apresta este domingo a votar el proyecto de ley más preciado del presidente Barack Obama.

La noche del sábado, Obama en una última visita al Capitolio para tratar de motivar a los demócratas que aún no están convencidos, les pidió aprobar la ley “no por mi (…) sino por el pueblo estadounidense”.

“Hay cosas que me habría gustado ver que no están en esta legislación. Pero ¿es este es el paso más importante que hemos tomando en salud pública desde Medicare? Totalmente”, afirmó el presidente, en referencia al servicio de salud pública para pensionados y los más pobres creado en los años 60.

Tras reconocer la imposibilidad de convencer a algunos de los republicanos a sumarse al proyecto, la última semana ha sido de intensas negociaciones para convencer a los representantes más conservadores del partido demócrata de aprobar la ley.

Se necesitan 216 votos para que el proyecto pase, y según los cálculos de la Casa Blanca y el liderazgo demócrata en el Congreso, la cifra estaría “asegurada”, al punto que aceptaron cambiar el polémico sistema de votación que habían ideado para agilizar la votación.

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“Considerar y pasar”

La tarde del sábado el liderazgo demócrata de la Cámara de Representantes desistió de utilizar el sistema de “considerar y pasar” (deem and pass) que habría permitido que se sometiera a votación el paquete de reformas a la ley sancionada por ellos el año pasado, aprobando automáticamente la versión del Senado.

Fuentes de la oficina de Nancy Pelosi, la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, informaron a BBC Mundo que los congresistas analizarán ahora la versión del Senado y las correcciones por separado y que presentarán cada una a votación tradicional la tarde del domingo.

La decisión demócrata de prescindir del “considerar y pasar” puede ser una manifestación de confianza de que contarán con los 216 votos mínimos para la aprobación de la ley.

Además, les serviría para evitar la potencial disputa legal que algunos republicanos amenazaron con presentar de aprobarse la propuesta de ley.

Riesgos políticos

En el caso de la reforma sanitaria puede decirse que está en juego no sólo un proyecto de ley, sino la posibilidad de que los demócratas mantengan la mayoría en el Congreso tras las elecciones parlamentarias de noviembre, y hasta está a prueba el liderazgo de la Casa Blanca.

“Es un voto que tiene muchos riesgos”, reconoció a BBC Mundo Vanessa Cárdenas, portavoz del Centro para el Progreso Estadounidense, un centro de diseño de políticas públicas de tendencia liberal ubicado en Washington.

“Todos entendemos que es un proyecto de ley enorme, no sólo por el impacto que va tener en la gente, sino porque sabemos que muchas personas no lo entienden bien y los conservadores han desinformado al atacar el paquete de reforma”, aseguró Cárdenas.

Congresistas demócratas de circuitos con electorados más conservadores temen el efecto que pueda tener el que apoyen la reforma en sus planes de reelección, pero paralelamente muchos temen las consecuencias que una derrota pueda tener sobre la presidencia de Obama.

“La opción de no aprobar la reforma no es viable para los demócratas, porque saben que si no se aprueba derrumbaría toda la agenda de reformas del presidente Obama”, explicó Cárdenas.

Inmigrantes esperan su reforma

Este domingo, mientras la Cámara empiece a reunirse para considerar la reforma sanitaria, se espera que miles de personas se reúnan en Washington para exigir que consideren otra reforma: la de las leyes de inmigración.

Grupos de defensa de los derechos de los hispanos de todo el país han convocado a una manifestación que, según los organizadores, podría reunir hasta 200.000 personas en la explanada frente al edificio del Congreso.

Estos grupos reclaman al presidente Obama cumplir la prometida “reforma integral” de las leyes de inmigración, que normalice la permanencia de cerca de 13 millones de personas que viven en EE.UU. sin documentos, la mayoría latinoamericanos.

Analistas de opinión pública aseguran que aunque la mayoría de la comunidad hispana mantiene una buena opinión del presidente Obama, por quien muchos de ellos votaron en 2008, una desilusión política podría alejarlos de los demócratas.

“Los votantes hispanos tienen la esperanza de que el presidente Obama hará lo correcto con relación a la inmigración, que para ellos es un tema personal. Todos tienen un amigo, un familiar afectado por el problema”, aseguró a BBC Mundo, el analista Sergio Bendixen.

El salvadoreño Joel Romero llegó de Boston el viernes a Washington para participar en la marcha. Aunque Romero tiene sus documentos en regla cree que “es hora de que ayudemos a nuestra gente porque todos vinimos a aquí a trabajar y a hacer grande a este país”.

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