Concluye marzo e inician los días de descanso de la “Semana Mayor”: todo mundo a descansar y obviamente, los sitios de recreo, tendrán una afluencia muy significativa que, esperamos, sea suficiente para que los habitantes de estos lugares puedan experimentar una recuperación económica adecuada.
Hemos comentado en distintas ocasiones que los rumores matan, envenenan, distorsionan.
Cuántas veces no escuchamos acerca de una persona cosas que pro lo general no son ciertas y las validamos como ciertas, ocasionando en muchas veces que quien es sujeto a estos malos comentarios salga perjudicado en subida familiar, laboral o académica.
Es así como consideramos que debe haber castigo para quienes juegan con las necesidades de los demás… como es el caso de quienes hacen sus “bromitas” de mal gusto llamando a los teléfonos de emergencia o a la Cruz Roja Mexicana, argumentando que existen situaciones irreales.
En el caso de la Cruz Roja, hay pocas ambulancias; lo entendemos y no podría ser que hubiera vehículos para cada sector. Se hace lo que se puede, pero no se vale, por ejemplo, que están los muchachos y muchachas socorristas dispuestos a brindar los auxilios necesarios a quienes lo necesiten, y que reciban una de esas molestas y estúpidas llamadas donde dicen que hay tal o cual problema –accidente, siniestro, etcétera- y las ambulancias corren al lugar, encontrando que no existe nada firme.
Roberto Vega Castillo, del C-4 en la entidad asegura que en una década se ha recibido prácticamente un millón de llamadas, de las cuales, el 69 por ciento resultan falsas.
Imagine el lector lo que significa esta cifra: que no somos capaces de valorar los servicios de emergencia. Y luego sucede cuando sí hay asuntos que atender, que la gente llama y no hay ambulancias porque están allá, precisamente, haciendo acto de presencia donde fueron requeridos en forma falsa, y resulta que no llegan allá porque no existe, y donde hay problema, no llegan porque estaban ocupados. Todos salimos afectados.
Y hay quien se queja: “ya ni friegan, nunca llegan a tiempo ambulancias y bomberos”. No es posible que estén únicamente esperando nuestra llamada. Bueno fuera que todas resultaran positivas, pero nada, la mayoría son falsas como una moneda de 4 pesos.
En este sentido, somos de la idea de que deben existir sanciones para quienes no tienen idea de lo que es valorar lo que cuesta un sistema de llamadas de emergencia y enlace con dependencias relacionadas con este tipo de atención.
Resulta un gasto de muchos millones de pesos, una infraestructura tecnológica costosísima y empleo de recursos humanos también muy elevados. Son innumerables las “horas-hombre” que se pierden con bromitas de mal gusto que además, suelen suceder como aquel pastor que gritaba “viene el lobo”.
Ya la gente que presta servicios actúa con mucha desconfianza.
¿Qué se podría hacer al respecto?
Probablemente, instrumentar un sistema que permita confirmar la llamada y el acontecimiento, aunque esto significa mayor gasto. Se nos ocurrió en una ocasión que el que llama deje su número telefónico, pero, habría una mayor saturación de líneas, y la autoridad debería pagar esas llamadas, y no se vale que cueste más un servicio que puede ser la diferencia entre estar leyendo esta columna o estar muerto.
El coordinador general del C-4 tiene razón en estar molesto por estas cifras. Hablamos de más de 60 millones de llamadas falsas en diez años, lo que nos habla de la estupidez de quienes no tienen otra forma para gastar su tiempo y su dinero, sino en jorobar a quienes nos pueden salvar la vida.
En este sentido, sería interesante que surgiera alguna propuesta de ley o cambio en la ya existente, para que las sanciones sean perfectamente ejemplares cuando se capte a quien hace bromas de este tipo. Se nos ocurre que haya multas de más de 10 o 20 mil pesos y cárcel, que no se pueda conmutar por nada del mundo, a manera de que los bromistas tengan que estar en una celda reflexionando.
Insistimos en que el gobierno de Tamaulipas ha dispuesto de un excelente sistema que funciona a través del C-4, y es de todos nosotros. El gobernador Eugenio Hernández ha declarado que todas estas cosas son resultado de las propuestas de campaña, hace ya seis años, y que hoy son cristalizadas en realidades, pero hay que cuidarlas.
De otra forma, no es válido exigir a la autoridad que nos atienda, que haga y demás, cuando no tenemos la capacidad de entender la importancia de estos servicios y aplicarlo a la vida cotidiana.
Somos nosotros, los mismos ciudadanos, los que, envalentonados gritamos consignas hacia las autoridades, los que propiciamos que los sistemas no funcionen como debieran. Es donde hay que apretar la tuerca, fortalecer el sistema e incrementar el castigo para quien bromea con la necesidad y la emergencia de los demás.
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Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Bromas de mal gusto
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