ENTREDICHOS/Leticia Santoyo *La Semana Santa, menos turistas.

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Si no hubo para ir a Acapulco… sol y playa, en Tampico, La Pesca y la Bagdad parecía que no sería lo de otros años. Ya era jueves “santo” y los turistas no llegaban, uno que otro paseante llegaba y con la misma se regresaba, a decir verdad, ni los puesteros querían instalarse de manera fija, las cifras alegres de la Secretaría de Turismo no dan cuenta del fenómeno de ausentismo que se registro en la Semana Santa 2010, parece que ahora si se escuchó el llamado de la iglesia para quedarse en casa en los días de “guardar”, días de penitencia o manda.

Muchas reservaciones a los hoteles fueron canceladas una semana antes, otras cancelaciones se dieron durante la semana mayor y fue hasta el viernes cuando empezó a fluir el turismo de playa. Los prestatarios de servicios tuvieron dos días de recuperación económica, ciertamente, la ocupación hotelera se fue al 100 por ciento, ante la desconfianza de acampar en la playa, para el sábado en la tarde y domingo temprano, nuevamente la retirada.

Las cifras son muy manipulables y las autoridades suelen jugar muy bien con ellas. Tal vez sea cierto que llegamos al millón de paseantes en los lugares turísticos, cuando el año pasado las estadísticas se inclinaban por el millón y medio, la diferencia es que la cifra se sostenía entre cuatro o cinco días consecutivos de la semana mayor y ahora se redujo a 24 horas, en el mejor de los casos el paseante alargó su estancia 48 horas.

La transparencia y la rendición de cuentas son temas que están en entredicho en la cultura política del Gobierno, y no voy muy lejos para justificar por qué. La primera, es preferible “jugar” con las cifras que aceptar una mala imagen y segundo, hay que preguntar como otros años donde está la contraloría que no vigiló los bienes muebles de la administración, pues parece que dentro de ese “gran” porcentaje de paseantes fue más visible el uso de vehículos oficiales para uso personal en los sitios de recreo.

Las unidades pick up son las más socorridas para trasladar cuatrimotos, hieleras, maletas y arrastrar remolques, sin embargo, pudimos observar carritos oficiales como unidades de carga en la playa, al fin y al cabo…”no es de ningún llorón”, ni el sobrepeso, ni la atascada, ni su uso forman parte de esas cuentas alegres que nos dicen, porque de esa información jamás recibiremos voluntariamente cuentas.

Creo que cuando el Gobierno de Vicente Fox aceptó entrar al mundo civilizado de la transparencia, la rendición de cuentas y el acceso a la información pública, no tenía ni idea de los alcances que ello implicaba y que no resulta nada fácil romper con viejos esquemas tradicionales de ocultamiento informativo, de manipulación de resultados y cifras, además de pintar un panorama de “color de rosa” siempre y en toda ocasión.

A nadie en el gobierno le “cae el veinte” que ahora son sujetos observados por la sociedad y continúan con la misma mentalidad del “no pasa, nada” y del “qué tanto, es tantito” y a pesar de la gran apatía social para ejercer su derecho ciudadano de exigir una mejor administración del dinero público, hay que reconocer que la ausencia de voces y actitudes ciudadanas, también es un síntoma de observación, que puede trasladarse a las urnas, no como abstencionismo, sino como voto duro.

Quienes tienes asignado a su cargo un vehículo oficial, un teléfono celular o cualquier bien que se compra con dinero público tiene un compromiso y debe responder por su uso o destrucción, pues creo que la sociedad está cansada de mantener zánganos, obesos, chupa sangre del erario que se dan la vida de reyes con nuestros impuestos, en el gobierno, todos deben entregar cuentas.

No es posible continuar por la vía de nuevos impuestos, de gasolinazos, de alza indiscriminada de servicios públicos y reducción salarial de la clase trabajadora, cuando vemos el despilfarro y una mala administración de nuestros recursos, cuando a nadie le cae “el veinte” que entramos en la era del fin del “año de Hidalgo” y que alguien tiene que poner un alto a todos los atropellos y abusos que se cometen con los bienes sociales.

Los políticos se han convertido en una especie de monarquía que le cuestan caro al país, sin embargo, en esos países donde hay reyes, la sociedad siente orgullo de la nobleza, en cambio en México, que podemos decir o sentir de nuestros políticos… solo tristeza.

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