Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *De nuevo, la comida chatarra

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Llama la atención el hecho de que muchos de nuestros representantes populares ubicados en el Senado dela República no tienen ni la más pequeña idea de lo que significa una escuela oficial: seguramente estuvieron siempre estudiando en colegios particulares que no tienen nada de malo, simplemente que no son accesibles para la mayoría de la población.
Siempre hemos sido de la idea de que escuelas oficiales o particulares no tienen absolutamente nada que ver con la calidad del ser humano: lo mejor de cada quien se enseña y aprende por consecuencia, en el hogar. Punto.
Nadie puede asegurar que un hijo es magnífico por haber egresado, por ejemplo, del Tec de Monterrey o de la Ibero, cuando no nos preocupamos nunca por su formación y está convertido en un “junior” prepotente, abusivo y que no respeta la ley. También hay chicos egresados de esas instituciones que son una maravilla de seres humanos, y aunado eso con su buena preparación, se convierten en triunfadores.
A donde queremos llegar es que lo bueno –o malo- se arpende en el hogar. Imagine el lector a esos individuos que comen sin emplear adecuadamente los cubiertos, porque en casa les enseñaron a comer sin hábitos sociales.
En el caso de los senadores, llama la atención lo que afirman sobre la nueva ley “anti chatarra” que pretenden instrumentar en el país.
Ernesto Saro Boardman, presidente de la comisión de salud del Senado de la República, de extracción panista, se equivoca tajantemente al afirmar que las cooperativas son concesiones para algunos que aprovechan para enriquecerse.
Suponemos que Ernesto Saro nunca supo lo que fue una escuela oficial, y nunca supo lo que se compra con las cooperativas: copias, pago de cuentas de luz, teléfono y demás, que un gobierno como el que tenemos actualmente no ha podido subsanar. Para nadie es un secreto que los gastos de operación de las escuelas primarias salen de las asociaciones de padres de familia, esas que el senador condena y descalifica sin un ápice de conocimiento.
Lo único congruente que dijo en esta ocasión fue el asegurar que un refresco no engorda, o una bolsa de papitas tampoco hace obeso al niño, sino el hábito, la costumbre. Afirmaba: “un refresco no es dañino, pero si te tomas seis al día, hay que ver el daño que hace a la salud”.
Hay que darle el mérito de haber emitido una frase congruente y veraz.
Haciendo eco de la preocupación de los padres –que nunca asisten a las juntas-, de los diputados, senadores y servidores que han condenado la función de las cooperativas, la que pertenece a la escuela primaria “Profesor Lauro Aguirre”, una de las mejores escuelas de Victoria y sus alrededores ya tomó una decisión, pero desgraciadamente, no ha fructificado como todos quisiéramos.
Para esa semana iniciaron con la venta de galletas de avena e integrales: algunas, industrializadas y otras no tanto, así como otros productos más nutritivos, y cuál sería la sorpresa que los chicos no las adquirieron: seguían preguntando por las flautas, gorditas, tacos y demás.
Lo que hemos enseñado a ellos a comer en casa, y ahí no podemos decir que no. ¿O acaso usted propicia la galleta integral en lugar de un Paquetín?
Por su parte, el secretario de educación a nivel nacional Alonso Lujambio Irazábal dijo que si en las escuelas se dan medidas adecuadas como comida sana y ejercicio adecuado, “la medida no funcionará si la práctica muere en casa”.
Cuánta realidad tienen sus palabras, y luego, afirma que sería muy penoso que lo que se hace en la escuela se deshaga en la calle o lo deshaga la familia, lo que hace importante que se dé un proceso de acompañamiento, o sea, que todos colaboremos.
¿Qué sigue? Lo que hacen todos los gobiernos federales: instalar una comisión de seguimiento al problema de la obesidad, a la nutrición y al ejercicio; nombrar a los coordinadores, asesores, expertos, administrativos y demás, es decir, crear un ente burocrático que haga los estudios pertinentes, y dentro de unos 3 o 4 años, nos van a descubrir una gran verdad: “estamos gordos porque comemos mal y no hacemos ejercicio”.
Entonces, propondrán la creación de una nueva ley, que será discutida en el Congreso y el Senado, pero con el criterio que prevalece, es decir, de acuerdo a intereses de cada bancada, por partidos, pues, y no a favor de la población.
Y cuando usted o yo podamos dar cuenta de la aplicación de estas leyes, seguramente nuestros hijos estarán casados y con hijos, y nosotros, en una silla de ruedas, dependiendo de los que nos cuidan por no haber observado una vida con ejercicio y alimentación adecuada, nos lamentaremos por no haber escuchado antes una verdad que todos conocíamos… pero nos negamos a aceptar.
Como dijera el inolvidable Héctor Suárez: “no nos hagamos, hay que tomar las medidas, apoyar a las autoridades, apoyar incondicionalmente a quienes están en las cooperativas, pero sobre todo, educar bien a nuestros hijos, porque todo dependerá de lo que les podamos inculcar. ¿No lo cree así?
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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