Dice el periódico Los Angeles Times en su editorial del jueves pasado que el presidente de México Felipe Calderón Hinojosa debe escuchar a su pueblo, haciendo referencia a diversos acontecimientos. Escuchar es una virtud que poca gente tiene: todos queremos hablar, decir, externar, pero cuando se trata de que la contraparte hable, somos poco prudentes.
Existe en la entidad un conductor de noticias que es increíble la manera en que conduce su espacio: cuando hay alguien que comparte el micrófono, no deja que la persona termine su argumento; interrumpe cada ocasión que tiene y la verdad, el diálogo se torna difícil, poco comprensible.
Somos a veces los periodistas personas poco afectas a escuchar, cuando es una de las grandes habilidades que tenemos que desarrollar, ya que, si no atendemos con atención lo que nos dicen, difícilmente podríamos emitir una opinión, juicio o manejar alguna información con la veracidad que el caso lo requiere.
Se ha criticado históricamente a las autoridades de todos niveles, y en muchos países, de tener poca capacidad para escuchar.
Es también una práctica necesaria el salir de repente a la calle para ver qué dice, piensa y siente la gente que a diario sale a ganarse el sustento.
Recordamos al ingeniero Américo Villarreal Guerra, cuando era gobernador constitucional del estado, que se le encontraba en plena calle Hidalgo, ya sea en una tienda de periódicos y revistas, hojeando algunas, viendo diarios, preguntando por otros productos, lo mismo que en las típicas refresquerías comprando un vaso de agua de frutas.
Era un gobernante que salía y veía de viva voz la manera en que la gente vivía. Nadie le contaba. Claro que tenía sus asesores, pero además, sabía lo que la gente quería o pensaba.
De repente hemos tenido gobiernos insensibles, y eso ha tornado difícil una relación entre gobernante y gobernados.
Hay veces, también, y es justo mencionarlo, que la gente quiere más de lo que se le debe dar o lo que merece. Debemos entender que el gobierno no es el padre que tiene que proporcionar todo cuando se necesite. Hay que esforzarse.
Y aquí, los pseudo líderes, como es el caso de Ausencio Eng o de Esteban Lozoya, por solo mencionar algunos, que quieren que “papá gobierno” les de casa, despendas, salario, trabajo, y claro, también, los servicios que está obligado a proporcionar como son servicios públicos: agua, drenaje, electrificación, alcantarillado, seguridad, educación y otros muchos más.
De cara al próximo proceso electoral, los candidatos a la gubernatura deben entender esta premisa: escuchar a la gente. Es también igual de importante tener grupos de asesores, pero que realmente puedan transmitir lo que se necesita y no nos den “avión”, es decir, que no porque el jefe dice algo hay que aprobarlo sin meditación alguna.
Son los asesores los que pueden decirle “estás equivocado”, “hay que enderezar el rumbo”, “la gente quiere esta cosa en lugar de lo que planteas”.
El miedo a ser despedidos muchas veces hace que no se pueda hacer ver los errores de quien gobierna, y lo vivimos muy de cerca cuando Manuel Cavazos Lerma gobernó Tamaulipas: pareciera que era inequívoca su forma de pensar, y nos olvidamos que era humano y como tal tenía también errores.
Hoy, la situación es distinta: tenemos un gobernador con un equipo de trabajo que hay que aplaudir, porque si bien es cierto que a veces hay acciones que no nos gustan, en su enorme mayoría lo que se hace es producto de lo que la gente quiere o necesita, sin caer en excesos, ni de la autoridad ni del ciudadano.
Seguramente quien aspira a llegar ha aprendido la lección, lo que se constata cuando vemos su formación política, donde ha tenido la maravillosa oportunidad de tratar con todos los grupos sociales: entender sus necesidades, carencias, frustraciones y enojos, para tratar de dar una solución adecuada, o una justificación a las medidas tomadas.
Hay algunas medidas de la autoridad que no nos gustan porque sentimos que sin impopulares, sin embargo, son muy necesarias. A nadie nos gusta pagar impuestos y eso lo sabemos todos. A nadie nos gusta que estén los agentes de tránsito como lobos al acecho con sus pistolitas en avenidas que poca circulación tienen. Nos gustaría que estuvieran en la zona centro dirigiendo el tráfico, por ejemplo.
El caso es que no se debe de perder de vista lo que antes llamaban “baños de pueblo”, es decir, salir a conocer a la gente, entender cómo vive y aprender para satisfacer sus necesidades.
Una muy agradable sorpresa causó Miguel González Salum hace unos días, caminando por el centro de la ciudad: la calle Hidalgo, las calles adyacentes, saludando y platicando con quienes son sus virtuales votantes.
Miguel ha entendido perfectamente lo que es hacer política al servicio de los demás. También este concepto está más que claro en el candidato a la gubernatura Rodolfo Torre.
No es difícil salir a las calles, preguntar, platicar, empaparse de lo que la gente vive, porque eso será la base para el más adecuado plan de gobierno que, puede no ser el mejor, pero sí el que la gente requiere.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!