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ANNA GRAU | NUEVA YORK
Ni Barack Obama ni ninguno de los suyos se da por vencido con la reforma financiera. Los republicanos la bloquearon el lunes en el Senado pero este martes estaban llamados a votar otra vez. ¿Con la esperanza de que alguno cambiara de opinión? Quizás, pero no tan rápido: el resultado se repitió voto por voto, 57 a favor, 41 en contra y 2 abstenciones.
Pero los demócratas no cejan. Saben que oponerse en este momento a atornillar a los bancos equivale a un suicidio político tan grande como en otoño de 2008 habría sido oponerse al rescate de Wall Street.
Ayer Obama prosiguió su cruzada a favor de la reforma por poblaciones de Iowa machacadas por el desempleo. Mientras tanto en el Senado comparecía la plana mayor de Goldman Sachs. Negaron masivamente haber cometido fraude o haber apostado contra las hipotecas de sus clientes. Lo que pasa, dicen, es que cubrieron riesgos de una manera que el público no entiende…y los senadores tampoco, ya que les sometieron a una presión atroz. Lo cual no impidió que las acciones de Goldman subieran siete décimas de punto en medio de una bajada generalizada de los mercados. Wall Street sigue yendo por libre.
