Óptica/Gastón Monge *Listos para el arranque

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Con el registro de los candidatos a gobernador por parte de los partidos políticos más importantes en Tamaulipas, inicio la etapa de preparación de las campañas, por lo que se espera en algunos casos, inicios espectaculares, como seria en el PRI y el PAN, y unos inicios modestos, como tal vez sería el caso del candidato del partido Convergencia y PRD.

Y aunque la diferencia en el inicio de las campañas y por supuesto, en lo que se refiere al gasto de recursos económicos, lo marca precisamente el dinero, es muy probable que por ser una campaña muy corta, el dinero no alcanzara para el dispendio, por lo que estimo que al igual como ha ocurrido en otros años, la mesura en cuanto al uso de los recursos, será lo que domine las campañas en sus primeros 15 o 30 días.

Pero más que el dinero, creo que las campañas a gobernador, las que iniciaran el 8 de mayo, serán marcadas no tanto por los candidatos o por sus partidos, sino por las motivaciones que tengan los electores, ya que estos serán al final de cuentas, los que definirán la derrota o el triunfo, sobre todo porque las condiciones actuales no son las mismas que había hace seis años, cuando Eugenio Hernández heredo de Tomas Yarrington, el control del estado.

Ahora, más que hace un sexenio, en Tamaulipas predomina un clima de desconfianza hacia los políticos, debido a que las promesas sexenales no han sido suficientes como para sacar del bache a nuestro estado, el que por el contrario, se encuentra sobre una peligrosa tabla a punto de quebrarse.

Así es, hoy más que antes, la inseguridad, el desempleo, la agudización de la pobreza, los bajos salarios, la drogadicción entre la juventud, la pérdida de confianza, la corrupción, la impunidad y muchos otros males que aquejan a nuestra sociedad tamaulipeca, serán decisivos para que las elecciones del 4 de julio se empañen con el abstencionismo, pero confío en que triunfe la voluntad cívica.

Al menos eso es lo que han dicho los candidatos a gobernador por los partidos PRI, PAN, Convergencia y PRD, Rodolfo Torre Cantú, José Julián Sacramento, Alfonso De León Perales y Julio Almansa, respectivamente, hombres que confían en sus derroteros como para convencer al electorado a que salga a emitir el sufragio ese domingo.

A mi parecer el PRI es el único instituto político que cuenta con una base solida y fuerte, como para resistir los embates del abstencionismo, debido a la existencia de una militancia que propone el voto duro, es decir, que son hombres y mujeres convencidos de los ideales de su partido.

Con esto no quiero decir que en los demás partidos no los haya. Claro que el resto de los partidos también cuenta con su voto duro, pero en menor escala y proporción, razón por la que insisto, a ellos les conviene más que el día de las elecciones salgan a votar en masa.

Espero que la gente haga a un lado sus temores y sus miedos, y salga a las urnas ese domingo, para emitir el voto que le dará la oportunidad de saber que su calidad de ciudadano podrá ser tomada en cuenta, ya sea en caso de que gane o pierda su candidato, que eso no es lo importante sino el hecho de haber salido a depositar en las urnas, su determinación de ser promotor del cambio o del estancamiento, en caso de ser parte del montón de ciudadanos apáticos.

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Aunque la llamada Ley Arizona, por las consecuencias económicas y sociales que ha ocasionado su aplicación en ese estado norteamericano, fue aminorada al menos en el discurso de la gobernadora Jan Brewer, en la práctica continua igual de racista y de impune en contra de los mexicanos que por su simple aspecto, sean sospechosos de ser indocumentados.

Si bien esto no deja de sorprendernos y más aun, de ser condenable, debemos recordar que su aplicación no es nada nueva, ya que en la década de los años 60, cuando termino en Estados Unidos el programa de braceros, se avistaba que el ingreso de mexicanos seria cada vez más doloroso y difícil. Y así fue hasta que en los años 80 se aplicaron las leyes Simpson Rodino y Simpson Mazolli, en alusión a sus radicales creadores, con lo que inicio prácticamente la cacería indiscriminada de mexicanos.

California fue el primer estado norteamericano que radicalizo su postura anti inmigrantes, pero más antimexicanos, cuando Pete Willson puso en vigor la enmienda 187, una ley igual de racista que la SB-1070 de Arizona.

Pero a mi juicio, creo que el temor de los norteamericanos más radicales no se basa solo en el hecho de querer detener a toda costa, y más por la fuerza, la inmigración de mexicanos por si misma, sino que sus razones tienen más de fondo lo político que lo económico, ya que es falso que un mexicano que labora en los campos del norte de ese país, le quite empleo a un anglo que no haría ese trabajo por ningún dinero.

Tampoco el mexicano que trabaja de lavaplatos en un restaurante, o uno que labore en las fábricas bajo condiciones humillantes y de máxima explotación, podría quitarle a un sajón su empleo. El asunto tiene un fondo político real que los radicales de ese país, y más los republicanos que han tenido el poder en sus manos, han visto que los mexicanos poco a poco van adquiriendo conciencia de clase en una sociedad que los ha negado, al igual como lo hicieron con los negros y los asiáticos.

Ese gran potencial político que ha sido medianamente utilizado en tiempos electorales, se vio de manera clara y contundente en las elecciones de noviembre del año 2008, cuando Barack Obama, gano la presidencia de ese país; hecho relevante si se toman en cuenta dos factores, ser hijo de inmigrantes y de raza negra, y quien fue apoyado por la inmensa mayoría de esos 9 millones de hispanos que emitieron el voto.

Por eso creo que detrás de la Ley Arizona se esconde un gran temor que siente la sociedad más radical de ese país, y es el hecho de que muy pronto el potencial político de los inmigrantes, y más de los mexicanos, pueda reflejarse en las urnas al proponer, ¿Por qué no?, a un candidato mexicano para unas elecciones futuras, cuando por su crecimiento natural, sean la minoría más grande en ese país, y con un potencial político mayor que cualquier otra minoría. ¿Miedo, temor, o simple precaución?

Hasta mañana

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