Diez años para pasarse de la raya

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El perfil del consumidor de cocaína se ha modificado en los últimos años, según datos facilitados por Proyecto Hombre. Las personas adictas a esta sustancia tardan entre ocho y diez años en reconocer su adicción porque no son marginales

MILAGROS ASENJO | MADRID
La edad de inicio en el consumo de la cocaína se sitúa entre 18 y 20 años y los adictos a esta droga tardan entre 8 y 10 años de media en ser conscientes de su problema y de que necesitan un tratamiento. Así se puso de manifiesto ayer en la presentación de las jornadas de Proyecto Hombre que, bajo el lema «Cocaína y tratamientos ambulatorios», se celebran en Madrid.
Según datos ofrecidos por la institución, esa demora en pedir ayuda se debe a que el adicto a la cocaína tiene un nivel de integración social, familiar y laboral bastante alto y su deterioro físico no es tan evidente como en el heroinómano. Y explica también que la media de edad de quienes se someten a tratamiento es de 33 años. Los problemas familiares, laborales o judiciales suelen ser el detonante para pedir ayuda, pero también hacen reaccionar a los adictos los problemas psicológicos asociados al consumo de cocaína, como la psicosis tóxica, los delirios, la depresión o la ansiedad. Asimismo, los problemas cardiovasculares suelen ser el detonante de una demanda de auxilio.
Ocurre que los perfiles de los consumidores de cocaína están cambiando y demandan nuevos programas de atención para liberarse de esa adición. Así, a lo largo del año pasado, 14.200 personas fueron atendidas en los programas de tratamiento ambulatorio de cocaína en los 26 centros Proyecto Hombre de toda España. Según datos facilitados en la presentación de las jornadas, del total de personas atendidas, el 44,2% eran adictos a la cocaína. Un 37,3% fueron derivadas a tratamiento ambulatorio y un 61,7% a otros programas.
Más hombres que mujeres
Los atendidos son mayoritariamente hombres (89%), con una edad media de 33 años, y también la mayoría (82%) vive en familia con sus padres; (41,68%), en pareja (40,27%), y en otra situación de convivencia (18,05%). Aunque el porcentaje de mujeres es pequeño (11%), la cifra ha aumentado desde el 2007, cuando era del 8%, debido a que los tratamientos se han hecho más accesibles para las féminas.
Según los datos presentados, el 71,3% está «activamente ocupado» y de ellos el 65,8% trabaja, mientras que el 5,5% estudia. El 50,70% trabaja por cuenta propia y el 15,10% es autónomo.
La delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, que asistió al acto, aseguró que los datos ofrecidos se pueden generalizar. Además, resaltó que la cocaína es la sustancia ilegal más consumida en España. No obstante y pese a que desde 1994 su consumo ha ido en aumento y desde que en 2004 se registraran las más altas cotas de consumo, este se ha estabilizado en los últimos años.
Carmen Moya se refirió a la complejidad que presenta el tratamiento de los adictos a la cocaína, ya que no tiene un medicamento sustitutivo como es la metadona en el caso de los consumidores de heroína. Para Moya, muchas veces se trata de «problemas silenciosos», porque afectan a personas integradas en la sociedad, no marginales. En ese sentido afirmó que el consumo de esta sustancia se inicia socialmente, pero pasa de ser una «costumbre glamurosa y social» a un consumo solitario y el adicto «solo vive para consumir».
En la sesión informativa se hizo hincapié en que un número significativo de los adictos a la cocaína son consumidores de sustancias añadidas. El 41,20% es adicto al alcohol; el 24,90% al cannabis; el 3,60% al éxtasis; el 2,50% consume heroína, y el 9,10% toma otras sustancias.
Riesgo de recaídas
En cuanto a la eficacia de los tratamientos, los datos hablan de un 60% de éxito y las recaídas se producen en los primeras etapas del tratamiento. Sin embargo, Carmen Moya indicó que se trata de «una enfermedad crónica en la que no se pueden descartar las recaídas».
Cristina Julve, terapeuta de Proyecto Hombre, explicó que los tratamientos tienen una duración media de 18 meses y se desarrollan en régimen ambulatorio, con un horario que se ajusta a las características de cada paciente, generalmente de tarde-noche, para facilitar el desarrollo de una vida normal.
Las jornadas tienen un enfoque multidisciplinar y abordan el tema desde una perspectiva bio-psicosocial. Su objetivo es analizar y profundizar en las estrategias y modelos de intervención en adicciones, fundamentalmente, a la cocaína: terapias, perfiles, conductas derivadas de la adicción o trastornos psiquiátricos. Están destinadas a profesionales de las drogodependencias, pedagogos, psicólogos, psicopedagogos, terapeutas, profesores, educadores sociales, mediadores de jóvenes y, en general, a cualquier persona interesada en adicciones.

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