A JUZGAR por informaciones de medios de comunicación con presencia nacional y boletines oficiales, lo mismo de la Secretaría de la Defensa Nacional, Marina Armada de México, Secretaría de Seguridad Pública Federal y la propia Secretaría de Gobernación, es realmente preocupante la fortaleza de los distintos cárteles de la droga.
A casi cuatro años de que el presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA-no los mexicanos-le declaró la guerra a las bandas de narcotraficantes, los resultados son verdaderamente lamentables.
No tan sólo no se ha sometido a ninguno de los grupos perfectamente definidos en el mapa delincuencial de la República Mexicana, sino, por el contrario, la ofensiva federal sólo ha servido para poner en evidencia la ausencia de estrategas y, lo más lamentable, la capacidad de movilización, respuesta y fuego de sus rivales.
Que si son unos que si son otros, eso es lo de menos. Lo grave del asunto es que ni soldados ni marinos ni policías federales han logrado tan siquiera amedrentar al crimen organizado, que, prácticamente, tiene secuestrado y sometido gran parte del territorio mexicano.
Los más de 25 mil muertos que ha arrojado eso que el gobierno calderonista insiste en llamar “lucha frontal contra el narcotráfico y delincuencia organizada”, es una prueba irrefutable del baño de sangre que está costando al pueblo azteca esa cruzada sin ton ni son que habrá de marcar para siempre el actual sexenio de la alternancia política en el país.
De nada ha servido que el gobierno federal se ufane en recalcar que ha recluido en las cárceles a cerca de 50 mil narcotraficantes, y que el porcentaje mayor de pérdidas de vidas humanas es consecuencia de los enfrentamientos entre grupos antagónicos.
Lo cierto es que la arremetida federal solo ha contribuido a diversificar los delitos.
Hasta antes del gobierno del cambio los cárteles de la droga se dedicaban al trasiego y comercialización de estupefacientes.
Hoy en día, registran incremento alarmante en muchas entidades del país el secuestro y la extorsión, actos delictivos que se circunscribían, en términos generales, a los estados de México y Morelos.
Diferentes rubros de la cadena económica comienzan a resentir los estragos de esos ilícitos que conllevan, además, al pago de piso y protección a las grandes empresas.
Quiérase o no esa es la triste realidad que viven actualmente empresarios, industriales e inversionistas, muchos de los cuales han decidido emigrar junto con sus capitales a otros países.
El efecto colateral de esa guerra unilateral sin estrategia y rumbo definido es equiparable a eso que dice que “salió peor el remedio que la enfermedad”.
Dicho lo anterior con todo respeto para los ciudadanos que confían en el resultado final que pregona el presidente CALDERON, y que tienen la firme idea de que el mandatario nacional está cumpliendo cabalmente con su deber.
Sin embargo, citaremos algunos hechos concretos que, al menos, permiten suponer que las cosas no andan tan bien en eso de los diversos operativos.
La muerte de dos menores de edad originarios de Nuevo Laredo, Tamaulipas a manos de elementos del Ejército Mexicano, a pesar de la versión oficial de la Secretaría de la Defensa Nacional y Secretaría de Gobernación en el sentido de que la tragedia ocurrió durante un “fuego cruzado”, en una prueba clara que demuestra la incapacidad, falta de inteligencia y preparación policial de las fuerzas castrenses.
El asesinato a mansalva de diez policías federales y cinco gravemente heridos, ocurrido en Zitácuaro, Michoacán, es un hecho delictivo que pone en evidencia la capacidad de respuesta, desplazamiento y fuego de los cárteles de la droga.
La semana, pasado, en el estad de Nayarit, un enfrentamiento entre militares y un grupo delictivo arrojó un saldo de cuatro sicarios muertos, un soldado acribillado en combate y seis más heridos, dos de ellos de suma gravedad.
Es decir, siete bajas federales contra cuatro de los delincuentes y ningún detenido, es un resultado que no favorece precisamente a la guerra del presidente CALDERON.
Otra acción más que pone en evidencia la capacidad del Ejército Mexicano es la que se escenificó, recientemente, en una zona rural del estad de Nuevo León en donde a pesar de la movilización de más de un centenar de soldados apoyados con helicópteros artillados, sólo un hombre fuera de le ley fue abatido en el intercambio de fuego, logrando escapar casi 50 de ellos.
En base a esas cifras y datos oficiales ¿realmente puede asegurarse que la vamos ganando la batalla a los cárteles de la droga?
Es pregunta, que conste.
Y hasta la próxima.
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