La realidad aumentada (AR, por sus siglas en inglés) está entre nosotros. Con la cámara de un teléfono inteligente podemos aprender del mundo que está a nuestro alrededor.
Lo único que hay que hacer es apuntar la cámara del celular a un objetivo y escoger alguna de las cientos de capas de contenido que existen en dichos dispositivos. ¿Quieren saber donde hay un cajero automático? ¿cómo se llama el edificio que está frente a ustedes? ¿dónde está el hospital más cercano? ¿un hotel? Entonces las aplicaciones que usan la realidad aumentada tienen la respuesta.
La tecnología funciona así: el servicio de AR ubica la posición del teléfono mediante el GPS o la ubicación de la antena celular más cercana. Después le brinda al usuario una serie de “canales de información” para que éste decida qué información quiere recibir sobre lo que está en su entorno.
Se cree que para el 2013 habrá 1.400 millones de teléfonos inteligentes en el mundo. Todos serán capaces de manejar la realidad aumentada.
En el mercado ya hay decenas de aplicaciones que explotan este servicio, principalmente para teléfonos Android, iPhone, BlackBerry y algunos Nokia. Google, por ejemplo, tiene su propia aplicación de AR llamada “Google Googles” que permite apuntar la cámara del teléfono a monumentos históricos y obtener información sobre ellos.
Una de las aplicaciones más populares se llama Layar.
“Es una de las mejores maneras para ayudarte a ver y entender lo que no conoces. Cuando lo abres, puedes ver un motor de búsqueda en vivo y saber qué contenido está cerca de tí”, dice a BBC Mundo Maarten Lens-Fitzgerald, cofundador de Layar.
El mundo es cada vez más complejo y tiene más información. Los objetos se están convirtiendo en portadores de contenido. Así que cualquier herramienta que te ayude a a entender mejor el mundo, es útil
Maarten Lens-Fitzgerald, cofundador de Layar.
“El mundo es cada vez más complejo y tiene más información. Los objetos se están convirtiendo en portadores de contenido. Así que cualquier herramienta que te ayude a a entender mejor el mundo, es útil. Es como la World Wide Web: en sus inicios era algo raro y ahora se ha vuelto la forma más común de conseguir información”, agrega Lens-Fitzgerald.
¿Pero será que el tener tanta información inhibirá el gusto por descubrir las cosas de primera mano?
“Si no lo quieres usar, no lo hagas. Si estás en Los Andes, rodeado por naturaleza… por favor ¡no lo uses!, disfruta el panorama. Pero si estás en una urbe, en donde trabajas, y quieres saber a qué hora pasa el autobús o si alguien está jugando un juego cool cerca de tí, entonces úsalo”, sugiere el cofundador de Layar.
¿Identidad aumentada?
Con la llegada de la realidad aumentada al mercado tecnológico, comienzan a surgir nuevas posibilidades para esta aplicación.
Una de ellas la está explorando la empresa TAT, que se dedica a desarrollar aplicaciones móviles que después otras empresas recogen y comercializan.
Estamos demostrando como se puede dar una interaccción positiva con el usuario. El reconocimiento facial es una de esas posibilidades. ¿Cómo hacerlo útil? Uno de los desafíos es que sea útil. ¿Cómo haces que la gente aproveche las posibilidades de su teléfono? Ese es el reto
Charlotta Falvin, presidenta ejecutiva de TAT
Su último experimento se llama Recognizr. Es una aplicación que, mediante la cámara de un teléfono inteligente, reconoce el rostro de las personas y busca en una base de datos las redes sociales a las que pertenecen. Esta plataforma podría estar disponible a finales de año.
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No se trata de un servicio público. Para que la aplicación muestre información social, las personas tienen primero que aceptar que Recognizr pueda encontrarlos.
Además, los usuarios podrán escoger qué información compartir con quien. Algunos datos de contacto en sus redes sociales pueden ser compartidos con amigos, otros con familiares, algunos más con colegas y otros más con cualquier persona.
“Hacer que la tecnología sea útil significa que las personas tengan el control de su información”, le asegura Charlotta Falvin, presidenta ejecutiva de TAT, a BBC Mundo.
“Digamos que nos nos conocemos y si nos cruzamos en la calle yo no podría encontrarte dado que no estamos conectados. Podemos ser amigos después y conectarnos y después, si ya no somos amigos, podemos apagar la conexión”, añade Falvin.
La empresa dice estar consciente de los temores sobre la privacidad que pueden darse por Recognizr, pero insiste en que el usuario siempre tendrá el control de su información.
En el fondo, tanto TAT como Layar aseguran que sus productos sólo buscan que la tecnología sea útil.
“No necesitamos saber todo lo que pasa a nuestro alrededor, sólo algunas cosas. Layar aprende de las cosas que están a su alrededor, las filtra y permite navegar la realidad de una forma más sencilla”, concluye Maarten Lens-Fitzgerald.
“Estamos demostrando como se puede dar una interaccción positiva con el usuario. El reconocimiento facial es una de esas posibilidades. ¿Cómo hacerlo útil? Uno de los desafíos es que sea útil. ¿Cómo haces que la gente aproveche las posibilidades de su teléfono? Ese es el reto”, finaliza la presidenta de TAT.