¿Hay que confiar en la sabiduría de la multitud?

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Según un viejo refrán “un problema compartido es un problema reducido a la mitad”. Pero, ¿qué sucede si un problema se comparte con millones de personas? ¿Se queda uno con una millonésima parte del problema? ¿o simplemente con un montón de sugerencias inútiles?

Tanto el gobierno británico como la firma British Petroleum (BP) han pedido recientemente a los ciudadanos ayuda para resolver sus problemas.

El ministro de Finanzas del Reino Unido, George Osborne pidió consejo para recortar el enorme déficit presupuestario, mientras que el viceprimer ministro, Nick Clegg, quiere que los ciudadanos identifiquen leyes que les parezcan “una tontería”.

BP hizo un llamado para obtener ideas sobre cómo detener el derrame de petróleo del Deepwater Horizon en el Golfo de México, después de que sus soluciones no consiguieran controlarlo. Hasta ahora el “SOS” de BP ha dado lugar a más de 20.000 sugerencias.

En el lenguaje de moda, esta ayuda externa se conoce como crowdsourcing, la delegación a las multitudes de la búsqueda de soluciones.
Colaboración masiva

Anthony Williams, co-autor de “Wikinomics: cómo la colaboración masiva lo cambió todo”, asegura que los ejemplos están por todas partes.
Los sistemas operativos abiertos, como Linux y Android de Google, el gran rival del iPhone de Apple, se escriben y mejoran por los usuarios.

Estás haciendo un problema accesible a una amplia gama de personas con una amplia gama de habilidades. Y no sólo pasa en las empresas, también lo aplica el gobierno

Anthony Williams

Otro buen ejemplo de esa colaboración es Wikipedia, la enciclopedia de internet, que permite a los usuarios escribir y editar los textos: “Por primera vez millones de personas pueden agregar su talento y experiencia”, dice Williams.

Existen numerosos ejemplos de cómo la colaboración ha transformado empresas modernas, según el experto. Un buen ejemplo reciente es el de Goldcorp, una compañía minera canadiense con problemas financieros que no conseguía encontrar oro en sus terrenos en el norte de Ontario.

Cuando llegó un nuevo presidente ejecutivo, puso todos sus datos geológicos en internet y pidió ayuda para averiguar dónde se localizaba el oro, con premios por un valor total US$ 500.000 para las mejores sugerencias.

“Recibieron respuestas de personas en todo el mundo. Gracias a ellas, encontraron US$3.000 millones en oro y Goldcorp se convirtió en una de las compañías mineras más grandes de Canadá”, indica Williams.

Es sólo uno de una serie de ejemplos de cómo la apertura de un problema a la opinión pública, más allá de un pequeño grupo de trabajadores, puede traer enormes beneficios, dice el experto.

“Estas cosas pasan mucho. Estás haciendo un problema accesible a una amplia gama de personas con una amplia gama de habilidades. Y no sólo pasa en las empresas, también lo aplica el gobierno”, añade.
Aplicación en entes públicos

La idea está cobrando fuerza en los pasillos generalmente más conservadores del sector público, dice Natalie Evans, subdirectora del centro de investigación británico Policy Exchange.

“Ahora contamos con la tecnología para llegar a una enorme cantidad de talento e ideas del público en general de una manera que, simplemente, antes no era posible”, indica la experta.

“Esto puede ser particularmente importante cuando hay que tomar decisiones difíciles, por ejemplo, para la reducción del gasto público”, añade.

Buscar ideas es una cosa, pero ¿qué tan dispuestos están los gobernantes a aplicar las sugerencias del público?

Este punto se aprecia claramente en los resultados de una encuesta recientemente publicada acerca de dónde deben hacerse los recortes en el gasto del gobierno británico. Se consultó a unas 2.000 personas por sus sugerencias y uno de los objetivos más populares fue el recorte del presupuesto de ayuda exterior del Reino Unido. Sin embargo, esto, junto con el gasto en salud, es algo que el gobierno ha prometido no tocar.

Perry Walker, de la Fundación Nueva Economía, cree que la “colaboración masiva” funciona bien para las ideas, pero no tan bien para cómo desarrollarlas.
¿Relaciones públicas?

Hay dudas sobre si lo que BP ha hecho para buscar respuestas a la crisis ambiental en el Golfo de México es una verdadera “colaboración masiva”.

Para Stephen Overell, director asociado de la Work Foundation, una organización no gubernamental británica, el crowdsourcing consiste en realidad en el uso de formas más flexibles e independientes para la distribución de tareas, lo que permite a una organización aprovechar un conjunto mucho más amplio de conocimientos o habilidades especializadas.

La solución de este tipo de desastre es una cuestión profundamente técnica que la gran mayoría de personas están mal preparadas para resolver

Stephen Overell, Work Foundation

El esfuerzo de BP ha sido más de cara las relaciones públicas, dice Overell.

“La solución de este tipo de desastre es una cuestión profundamente técnica que la gran mayoría de personas están mal preparadas para resolver”, añade.

Como apunta el experto, demandar ideas de esta manera no es algo nuevo: el buzón de sugerencias de los empleados ha funcionado durante años y es en realidad mucho más útil que de lo que lo puede ser el gobierno o BP.

“Las mejores ideas de cómo resolver un problema por lo general provienen de los empleados, aunque es probablemente más fácil hacerlo a través de la tecnología actual que mediante una caja”, asegura Overell.

Pero eso sólo funciona si existe un verdadero interés por parte de la gerencia, añade.

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