POR primera vez en la historia del país, el censo poblacional que lleva a cabo el INEGI cada diez años, habrá de ser el más inexacto en cuanto a información se refiere.
El clima de desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones gubernamentales como daño colateral de la escalada de violencia que se vive en la mayor parte del territorio mexicano, es el principal obstáculo que están enfrentando las brigadas de encuestadores.
Las visitas a establecimientos comerciales y asentamientos humanos de clase media alta y más, fueron los sectores en donde más se presentó la falta de información precisa para el personal contratado ex profeso por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Información magnificada o minimizada es la que recabaron los entrevistadores a la hora de aplicar el cuestionario oficial que permite, a su vez, definir el rumbo económico y social de México y sus ciudadanos.
Habitantes de fraccionamientos y colonias tales como la Jardín, San Francisco, del Río, Campestre, Victoria, Valle Alto, etc. etc., omitieron contestar el cuestionario gubernamental tal y como lo hicieron hace diez años.
El temor fundado en el sentido de que la información proporcionada pase a poder de la delincuencia organizada y ser objeto de secuestros y extorsiones, fue el principal argumento de quienes no quisieron aportar datos verídicos al INEGI.
Por supuesto que ese sentir ciudadano tiene su razón de ser, sobre todo si se toma en cuenta que distintas bases de datos ciudadanos, que se supone son de carácter oficial y confidencial, se venden al mejor postor en el bajo mundo y el mercado negro.
Responder con exactitud acerca de percepciones salariales, número de moradores habitacionales, estatus social o profesional, tendencia política social o religiosa, por ejemplo, inhibe a los ciudadanos de buen vivir a la hora de responder al INEGI.
Del igual modo, con tan sólo pensar que ese tipo de información privilegiada se convierta en un arma letal que atente en contra de su integridad personal y familiar, empresarios e inversionistas prefirieron falsear datos ante los cuestionamientos del gobierno federal.
La diversificación de delitos que ha traído consigo la batalla unilateral del gobierno calderonista en contra de los cárteles de la droga y crimen organizado, está impactando, por primera vez, el censo poblacional.
En consecuencia, no es faltar a la objetividad afirmar que, al menos en la presente decena, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática registrará datos distorsionados que no corresponden a la realidad.
Las condiciones actuales en materia de seguridad pública, quiérase o no, es el principal elemento que ha generado el recelo y desconfianza ciudadana, respecto al uso que habrá de darse a sus datos íntimos personales y empresariales.
Tan sólo tomar en cuenta que los últimos datos informáticos recabados obligatoriamente en el registro de aparatos de telefonía celular, ya están al mejor postor en el mercado negro del barrio de Tepito, allá en el Distrito Federal, es lógico predecir lo que pudiera ocurrir con la base actualizada, en la presente decena, por el INEGI.
Cierto es que ese tipo de información se convierte en una herramienta necesaria para el gobierno federal, a fin de establecer programas de trabajo y estrategias de beneficio común.
Del mismo modo, son datos que permiten corregir el rumbo de acciones que no correspondan a la realidad y que, por lo tanto, no generan condiciones justas y equilibradas a favor de los ciudadanos mexicanos.
Sin embargo, la actual campaña, definitivamente, está más que comprobado, que no arrojará los resultados esperados en cuanto a credibilidad.
Los censados, tal y como lo anotamos anteriormente, magnifican o minimizan, la información que se les requiere en los cuestionarios del INEGI.
Como es lógico suponer, el gobierno del presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA, en el último tercio de su administración, estará prácticamente imposibilitado para integrar un plan rector justo y equilibrado.
Lo malo del caso es que será hasta dentro de diez años cuando, de nueva cuenta, el Instituto Nacional de Geografía e Informática, cense a los ciudadanos mexicanos.
DESDE EL BALCON:
Aunque difícil más no imposible ¿volverá la tranquilidad a la sociedad mexicana y la confianza hacia sus gobernantes?
Y hasta la próxima.