Hostigamiento y depresión en jóvenes

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NUEVA YORK/AP — El hostigamiento entre adolescentes es un fenómeno bastante frecuente y puede desatar depresiones, tanto en el chico hostigado como en el que hostiga.

“Si hay una persona vulnerable, que está siendo hostigada, eso puede ser la gota que colma el vaso”, expresó Madelyn S. Gold, profesora de psiquiatría y salud pública en la Universidad de Columbia y en el Instituto de Psiquiatría del Estado de Nueva York, que ha estudiado este tema.

Estos actos de hostigamiento no provocan suicidios, pero pueden incidir, junto con otros factores. Seis adolescentes fueron encausados recientemente en South Haley, Massachusetts, en relación con la muerte de Phoebe Prince, una estudiante irlandesa que se suicidó tras quejarse de que era atormentada por otros estudiantes en su escuela secundaria.

En otro caso, la adolescente Alexis Pilkington se suicidó en marzo en West Islip, estado de Nueva York, e incluso después de su muerte aparecieron comentarios desagradables sobre ella en la internet. El padre de la niña, no obstante, declaró al diario Newsday que el hostigamiento “no fue un factor en el suicidio, ni grande ni pequeño”.

Ann Haas, director de proyectos de la Fundación de Prevención de Suicidios (American Foundation for Suicide Prevention), dijo que hay que ser cuidadosos al buscar las causas de un suicidio. “El factor de riesgo más grande en los suicidios de gente joven es un trastorno mental que no ha sido detectado o tratado, particularmente la depresión”, manifestó.

Un estudio de 2.342 estudiantes de secundaria publicado en el 2007 en el Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry demostró “una clara relación” entre el hostigamiento, la depresión, los pensamientos suicidas y los intentos de suicidio, según Gould, una de los autores del trabajo.

Entre los estudiantes que dijeron ser hostigados con frecuencia, casi el 30% sufre de depresión y un 11% admitió haber pensado seriamente en el suicidio, o haber intentado suicidarse.

Entre los que hostigan a los demás, un 19% dijo haber pensado en suicidarse o haberlo intentado.

En contraste, entre los estudiantes que dijeron no haber sido hostigados jamás, apenas el 7% reportó sentirse deprimidos, y un 3% expresó haber pensado o intentado suicidarse.

En total, el 9% de los estudiantes dijeron haber sido hostigados con frecuencia y un 13% admitió hostigar a otros. Estas cifras coinciden con las de otros estudios.

Los adolescentes hablan poco de su vida social. “Tenemos que preguntarles a nuestros hijos” si son hostigados, manifestó Gould.

Un insulto o una humillación a través de Facebook, o un mensaje de texto o correo electrónico, pueden ser tan graves como una confrontación física o una broma de mal gusto.

“En el siglo XXI, uno puede hacer las cosas a la distancia. No tiene que decirle algo a alguien en la cara. Puede hacerlo con un correo electrónico”, declaró Alec L. Miller, psicólogo especializado en adolescentes del Hospital de Niños del Montefiore/Albert Einstein College of Medicine de Nueva York. “Eso hace que resulte más fácil hostigar y molestar a alguien”.

Miller estima que el tono de las críticas despiadadas que se escuchan en reality shows y en programas de televisión como “American Idol” hace que la gente pierda la sensibilidad y no se dé cuenta del daño que pueden causar sus palabras.

Gould dice que hay que explicarle a los jóvenes que los actos de hostigamiento, ya sean físicos o verbales, “son un asunto grave, que no son divertidos, que mucha gente los toma en serio y puede pensar en lastimarse”.

“Todos tienen que asumir la responsabilidad de lo que está sucediendo en la escuela” y, si ven un acto de hostigamiento, intervenir y decir “acaba con eso” o “déjalo tranquilo”, señaló Gould.

Muchos chicos, no obstante, temen pasar a ser el blanco de matoncitos escolares si intervienen en defensa de otros. Por ello es importante que hablen con sus padres, con sus profesores y con consejeros. Si alguien es testigo de un acto de hostigamiento, tiene que hacérselo saber a las autoridades escolares y a los padres.

Cuando uno mismo es hostigado, puede intentar ignorar el incidente, pues los matones escolares disfrutan viendo la reacción de sus víctimas, dijo Gould. “Defiéndete, no peleándote, sino demostrando que puedes resistir bien esos actos”, expresó. “Busca otros amigos, únete a otros grupos; frecuenta gente que no te molesta”.

Haas destacó que los adolescentes que no tienen clara su identidad sexual pueden ser un blanco particularmente vulnerable para los matoncitos escolares.

Gould indicó que un estudio que todavía no ha sido publicado reveló que la mayoría de los adultos que fueron hostigados en la secundaria “no sufrieron de depresión ni pensaron en suicidarse”.

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