Los hombres ya no son lo que eran. Ahora, también barren, cocinan, y cambian los pañales. En muchos casos se debe al flagelo de la desocupación, pero ello no impide que muchos encuentren un nuevo y más profundo significado para su vida, al hacer estas tareas.
La causa suele ser negativa: los altos índices actuales de desocupación masculina. Pero los efectos pueden llegar a ser positivos: el encuentro de un nuevo sentido para la vida de los hombres, que incluya a sus hogares como un nuevo centro de desarrollo personal y familiar.
En efecto, obligados por la crisis, cada día más hombres se están convirtiendo en “amos de casa”, y toman a su cargo las tareas de lavar, cocinar, planchar, ir a la tienda de comestibles, o dar la mamadera y cambiar los pañales a sus bebés.
El fenómeno se explica en parte por el machismo existente en el mercado laboral. Como los salarios de la mujer fueron y son tradicionalmente más bajos que los del hombre, por la prestación de los mismos servicios muchos empresarios se inclinan por elegir mujeres para sus planteles, a sabiendas de que podrán abonar un sueldo menor, y posiblemente también eviten muchas cargas sociales.
Por eso, una gran cantidad de hombres en pareja, -que van desde maridos mayores de toda la vida hasta recientes y jóvenes novios-, experimentan la realidad de que sea su mujer el sostén del hogar, y, frente a la propia desocupación, están aceptando hacerse cargo de las tareas domésticas, acelerando la caída de los tradicionales prejuicios.
Por supuesto, este proceso no es gratuito. Según los especialistas, la mayoría de estos hombres se deprime o angustia, sobre todo al comenzar el cambio de roles. Sucede que el trabajo doméstico fue tradicionalmente descalificado, y por ende, quienes se ocupen del mismo, muy probablemente recibirán esa misma descalificación.
La situación se complica en el caso de los adultos mayores, que desde chicos han sido criados con un concepto de familia tradicional, donde el hombre debía hacerse cargo del sostén económico de la familia, y la mujer lo propio con las tareas domésticas. Por eso, casi todos los expertos coinciden en señalar que este nuevo rol de “amos de casa” es mucho más difícil de aceptar para lo hombres de entre cuarenta y sesenta años, que para los que tienen entre veinte y cuarenta, que no obstante también sufren el cambio.
Con todo, algunos admiten sentir placer al desempeñarse en su nuevo rol, sintiéndose, después del período de desocupación, nuevamente útiles, y valorando más su aporte al hogar, así como el tiempo libre para el propio balance de sus vidas. Cierto es que estos hombres todavía no se cuentan en gran cantidad, pero la tendencia parece mostrar que cada vez se valora y rescata más el nuevo rol.
Según señalan los entendidos en la materia, lo que puede definir el éxito o fracaso en la adaptabilidad al nuevo tipo de tareas, es la flexibilidad del individuo en cuestión. Los hombres más abiertos están comenzando a darse cuenta que la tarea de “amo de casa” puede significar un interesante cambio interior en sus vidas, y que la masculinidad ya no tiene una relación directa con el sostén económico de una familia, o el salario a fin de mes.
El peor de los escenarios que podría recrearse cuando un hombre pasa a ser “amo de casa” se da cuando la relación de la pareja estaba estructurada en torno a lo económico, y por ende la base de convivencia era la del marido como mero aportante de dinero, y la de la mujer como exclusiva dueña de las tareas en el hogar. En esos casos, lo más común es que surja una crisis de pareja, para lo cual podría ser necesario realizar algún tipo de terapia.
Lo cierto es que, según afirman los expertos, sería mucho más positivo que el proceso de intercambio de roles en la pareja moderna esté dado por la madurez de los integrantes, y no por una causa externa negativa como es la desocupación. Por eso, los especialistas aconsejan que las parejas muy conservadoras intenten modificar su reparto de roles por una decisión propia, antes que por una cuestión externa inexorable.
En cualquier caso, que el hombre se ocupe de las tareas domésticas podría darle un nuevo significado a su vida, sobre todo si en la casa hay niños pequeños, y ellos pueden tomar una parte más activa en su crianza.