PARA mala fortuna de los gobernantes electos y sus ciudadanos, los estados de Tamaulipas y Chihuahua habrán de estrenar sexenios no muy promisorios en lo que a seguridad pública se refiere.
CESAR DUARTE JAQUEZ y EGIDIO TORRE CANTU, triunfadores en el pasado proceso electoral, habrán de definir muy bien sus estrategias de administración pública y, sobre todo, las relativas a delitos y acciones relacionadas con el narcotráfico.
Tanto DUARTE JAQUEZ como TORRE CANTU han resentido el poderío de los grupos delictivos que operan en sus respectivas ínsulas al acusar, ambos, pérdidas de seres queridos.
Mientras en Tamaulipas fue ejecutado a balazos el entonces candidato del PRI a la gubernatura, RODOLFO TORRE CANTU, en Chihuahua un comando armado intentó secuestrar y dio muerte a un sobrino del mandatario electo.
Ambos hechos violentos evidencian la peligrosidad e impunidad con que operan los cárteles que se disputan el control del trasiego y venta de drogas en esas entidades federativas fronterizas.
En consecuencia, es fácil deducir que CESAR y EGIDIO habrán de gobernar bajo fuertes dispositivos de seguridad, lo que, a su vez, se convertirá en un obstáculo en el puente de comunicación con sus representados.
Independientemente de que si los gobernantes son de carácter fuerte y no se arredran fácilmente, lo cierto es que, quiérase o no, habrán de ejercer la función pública en un clima incierto y plagado de fundados temores.
La legislación jurídica en la materia, la falta de recursos humanos y económicos y, lo más grave, la corrupción de las autoridades estatales y municipales, impiden que los gobiernos de los estados estén en condiciones de enfrentar a los cárteles de la droga y delincuencia organizada.
Por lo tanto, es común que en muchos estados que registran presencia de esa clase de grupos delictivos, los programas de procuración de justicia, seguridad y prevención del delito se vean acotados.
Tan simple como reconocer que ni el gobierno federal con todo y los recursos a sus alcance ha logrado someter a las bandas de narcotraficantes y secuestradores que tienen asolado gran parte del territorio mexicano.
Sería inexacto precisar que las fuerzas federales han sido rebasadas en número y pertrechos. La realidad del caso es la ausencia de una verdadera estrategia de combate y labor de inteligencia.
Mientras las células del crimen organizado le apuestan a la guerra de guerrillas, los efectivos militares y policía federal enfrentan serios problemas a la hora de sus desplazamientos.
Además, mientras los del bando del orden están plenamente identificados, los facinerosos no tienen rostro y se ocultan en cualquier lugar evadiendo, en muchos de los casos, la acción de la justicia.
Es decir, algo así como el juego del gato y el ratón.
Respecto al gobernador electo tamaulipeco, EGIDIO TORRE CANTU, quienes dicen conocerlo aseguran que es una persona de carácter fuerte e impositivo, y que la imagen que proyecta es congruente con la realidad.
De resultar cierta la especie se convertiría en un elemento más para especular acerca de un incierto horizonte político, social y económico en la esquina noreste del país.
Cuestión de imaginar lo que sucedería en un momento dado si TORRE CANTU decidiera emplear la fuerza estatal para combatir a los cárteles de la droga posesionados en Tamaulipas.
Misma situación que envuelve al mandatario electo chihuahuense CESAR DUARTE, y la probabilidad de que decidiera vengar la muerte de su sobrino, haciendo frente a los cárteles de Sinaloa y Juárez.
Para fortuna de los ciudadanos de ambas entidades norteñas fronterizas, el compás de espera obligado por el calendario electoral seguramente ayudará a ambos gobernantes a encontrar el punto de equilibrio que les permita cumplir con su mandato constitucional.
La diferencia estriba en que TORRE CANTU, además de evaluar lo anterior, tendrá que definir su equipo de trabajo atendiendo compromisos contraídos por su malogrado hermano, y los propios.
Con todo y valores morales, los amigos de un hermano no necesariamente deben serlo de otro o de otros.
Lo que da pauta a especular en el sentido de que es muy probable que el ingeniero RODOLFO TORRE decida, en última instancia, definir unilateralmente su gabinete estatal que habrá de entrar en funciones a partir del próximo sexenio.
DESDE EL BALCON:
La pregunta reflexiva ¿podrán CESAR DUARTE y RODOLFO TORRE dominar sus impulsos y gobernar eminentemente con sentido social?
Y hasta la próxima.
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