Con esta simple palabra se puede identificar el clima de hastío y de ausencia de información, de buena información, que existe en nuestra ciudad, la que está invadida por un poderoso síndrome que puede ser identificado como el del hermetismo y la cerrazón.
Un buen lector podrá contradecirme al tachar este comentario inicial como burdo, ya que con justa razón podrá reclamarme que un buen periodista no debe esperar a que la información llegue a él, sino por el contrario, se tiene que buscar incluso hasta por debajo de las piedras, lo que es cierto.
Recuerdo una entrevista que se le hizo a Julio Sherer García, luego de haber sido publicada su entrevista con el ‘Mayo Zambada’.
Al reportero que lo entrevistó le dijo que si el demonio le hablara para ofrecerle una entrevista, hasta el mismo infierno acudiría para realizarla, con lo que entiendo que no deben existir argumentos o pretextos que impidan el llevar a cabo un buen trabajo.
Sin embargo, puedo decir que esa que llamo ausencia de información se puede deber a varios factores, entre ellos, la inseguridad, el hermetismo en algunas de nuestras fuentes, la negativa de otras fuentes en ofrecer la información que buscamos y, la falta de iniciativa de nosotros, al no buscar de la manera adecuada nuestra información.
Esos argumentos son válidos en esencia, pero el único que se valida por sí solo es el de la búsqueda de la noticia, porque solo de esa manera podemos decir que estamos certificados y capacitados para poder manejar una información de calidad. Y no solamente trabajar panfletos que a nadie le puede interesar siquiera revisarlos.
Pero lo que me han comentado algunos de mis compañeros que en su tarea cotidiana buscan la información, es que hoy más que nunca, se encuentran con obstáculos en ocasiones difíciles de romper, como son las evasivas, las negativas, las ausencias y las imprecisiones deliberadas de quienes son fuentes de información.
Es cierto que cada uno de nosotros cuenta con sus propios recursos y capacidades para la búsqueda de la información, pero veo hoy más que nunca, que cuesta más trabajo obtener una información que valga la pena, que antes.
Tal vez se deba a que pocos se atreven a hurgar en las colonias más alejadas de la ciudad, en donde aún existe noticia, pero también el fuerte riesgo de sufrir una agresión, por lo que algunos de mis compañeros prefieren guarecerse en el cómodo sillón de la conformidad, en vez de sufrir una agresión, y preguntarse a cada momento ¿qué novedades hay?
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Ayer me sorprendió el que el regidor del PRI y ex dirigente del comité campesino local, Alfonso Meza Herrera, saliera de una reunión de manera apresurada en forma de protesta porque el gerente de Setasa, Alejandro Pérez Tapia, se niega a entregarle un documento que certifique que los compromisos que hizo cuando se le revalidó la licencia, los cumpliría.
Le doy la razón a este regidor, quien con todas las limitaciones de que es objeto en la obtención de la información necesaria, sabe que el ayuntamiento no puede aplicar una prórroga de 15 años para seguir operando como lo hizo durante los 15 años anteriores, porque entonces no se llamaría prórroga sino favoritismo, y eso es lo que el alcalde Ramón Garza Barrios está haciendo con Setasa, favorecerla para que otras empresas, que sí las hay, no llegue a la ciudad a competir en eso de la recolección de la basura, que es todo un negocio millonario para quien sepa manejarla debidamente.
El ayuntamiento le paga a Setasa 6 millones de pesos mensuales por el servicio que presta a la comunidad, y a cambio le ofrece una irregular extensión de la prórroga por otros 15 años, y con ello impide que se lleve a cabo un concurso de licitación para el manejo de la basura en nuestra ciudad. ¿Qué inteligentes, no?
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La legalización o no de la drogas se ha convertido en un polémico tema en el país, que ha provocado las más controvertidas reacciones entre integrantes de organismos religiosos, empresariales, políticos, académicos y entre el medio periodístico, debido a la consecuencias que llevaría consigo el poder consumir en cualquier lugar y momento, dosis aunque sea pequeñas, de algún estupefaciente.
Yo no estoy de acuerdo en su legalización, y lo digo con todo respeto para quienes difieran de mi opinión, porque creo que se trata de un asunto que no debe competir en exclusiva a un solo país, ya que al tratarse de un asunto de corte internacional, por ello del narcotráfico y del consumo de drogas en casi todo el mundo, su consumo, si bien abarataría su costo en el país, aumentaría el número de drogadictos entre la juventud y provocaría un costos social impredecible en estos momentos, por las consecuencias que traería consigo en el aspecto educativo y productivo para el país.
El legalizar el consumo de drogas en el país no afectaría mucho su comercialización en Estados Unidos, ya que al seguir siendo el país de mayor consumo, lo que pudiera provocar sería también el abaratamiento en su transporte con rumbo al vecino país, en donde el precio subiría más por las facilidades otorgadas en México y por el desplome en los costos de producción, transporte y distribución.
Para que un país legalice el consumo de drogas, debe tratarse a nivel internacional, por ser el tráfico de drogas un problema de interés multinacional, y como pienso que en ese país no estarían dispuestos a legalizarlas del todo porque se trata de un negocio muy redituable.
¿A quién de nosotros nos gustaría ver afuera de nuestros hogares niños de 10 o 12 años consumiendo drogas a diestra y siniestra? ¿Cuántos jóvenes drogadictos que ocultan su adicción, saldrían del clóset una vez que se enteren que ya pueden consumirla incluso frete a sus padres y dentro de sus casas?
Desafortunadamente la Corte mexicana ya dio el primer paso, el segundo paso le corresponde darlo a la sociedad, para oponerse o para ratificarlo.
Hasta mañana