Óptica/Gastón Monge *Una visión de facto de la realidad

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El alcalde Ramón Garza Barrios ha visitado en los últimos días diversas organizaciones civiles, con la finalidad de darles un mensaje de ‘tranquilidad’ a sus integrantes para amortiguar un poco la incertidumbre y el temor que sienten, con relación a la enorme inseguridad que aún priva en nuestra ciudad.
Se ha reunido con el Colegio de Contadores, Club Rotario, consejo Sociedad y Gobierno y otros más, en donde ha mencionado de manera privada lo que no se atreve a decir de manera pública; que la inseguridad existe y que tiene como prisioneros a muchos habitantes de la ciudad.
Antes, cuantas veces se le preguntaba sobre la inseguridad, Garza se molestaba e incluso evadía hablar de ello, en una evidente actitud de saber lo que ocurre pero negarse a decirlo, aunque debe reconocer que como primera autoridad tiene ser el primero en sacar la cara y afrontar los retos que la inseguridad le pone enfrente, porque el alcalde es quien en primera instancia debe responder ante la sociedad por los yerros o por los aciertos cometidos.
Pero ayer me sorprendió el edil, ya que luego de una larga y tediosa espera en la que nos mantuvo a diversos colegas afuera de uno de los salones del Centro Cívico, debido a una reunión pública que se transformó en privada, dijo lo que debió haber dicho hace unos meses o semanas; que la ciudad es azotada por una ola de violencia nunca antes vista, quizás no tanto por la cantidad, sino por su gran intensidad, la que a cada momento se incrementa a niveles en extremo peligrosos para una sociedad acostumbrada a la tranquilidad y a la pasividad.
Aunque diga el edil que tenemos una semana sin violencia, y aunque ello sea relativo, no quiere decir que ya se terminó, sino que en cualquier momento pudiera estallar, por lo que me parece justo, correcto y a tiempo, que haya reconocido el trabajo que está haciendo el presidente Felipe Calderón en cuanto al combate al crimen organizado se refiere.
Por eso es que me agradó que haya dicho que ya existe una mejor coordinación entre las tres instancias de gobierno para hacer frente lo que hasta este momento está haciendo solo el gobierno federal.
Pero hay que reconocer también que si existe la delincuencia organizada, es porque fallaron los poderes estatal y municipal en la prevención del delito y en la procuración de justicia, y es allí precisamente en donde inicia el combate a la inseguridad, para prevenir que se extienda a los niveles que ahora padecemos.
Es allí también en donde el presidente Calderón, en colaboración con los 32 gobernadores con los que se reunió hace días, debe establecer una estrategia paralela a la lucha frontal que lleva contra el crimen organizado, y que debe ser más vertical que horizontal, es decir, que debe estar encaminada al combate a la corrupción y a la impunidad que existe y que está muy arraigada en nuestras instituciones de seguridad pública y de procuración de justicia, es decir entre las corporaciones de las policías municipales y ministeriales, así como en los juzgados y en las instituciones públicas no ligadas a la seguridad.
Si el delito existe, es porque existen los delincuentes; si los delincuentes existen es porque hay corrupción, y si ésta existe, es porque la impunidad lo permite, generando un enorme círculo vicioso que se extiende desde las formas más simples de aplicación de la justicia, que inicia con las policías municipales, hasta las más compleja, que integran ministerios públicos y jueces.
Cuántas veces no hemos visto cómo los delincuentes salen libres de las barandillas de la policía municipal gracias a un acto simple de corrupción, o cuando salen libres de una agencia del ministerio público gracias a la perversa combinación entre corrupción e impunidad, la que existe a niveles más altos cuando un juez decide aplicar el ‘criterio’ en vez de aplicar la ley, gracias a los recovecos que un agente del ministerio público en complicidad con abogados corruptos, dejan en las averiguaciones previas penales.
Es por eso que en nuestra ciudad los delitos, según dicen nuestras autoridades, han bajado de nivel, pero han bajado no tanto porque el delito no exista, sino porque los ciudadanos ya no se atreven a denunciar, debido a esos elementos de corrupción y de impunidad que existen en las instituciones de procuración y aplicación de la justicia.
A esto se le llama una visión de facto de la realidad, porque se nos pretende imponer una realidad que no corresponde a lo que nosotros vemos de manera cotidiana, y porque no nos atrevemos a denunciar lo que vemos o sabemos, debido más al temor que las propias instituciones nos inspiran, que al temor que podamos sentir de parte de los delincuentes.
Es necesario entonces que sociedad y gobierno, y que las tres instancias de gobierno se pongan a trabajar de manera coordinada en la elaboración de los mecanismos de fortalecimiento del estado de derecho y del Estado mismo como instancia única de poder en el país.
De otro modo, las fuerzas fácticas seguirán fortaleciéndose y continuarán amagando a la sociedad civil, que es la que menos culpa tiene en esta lucha inútil que libra el gobierno contra la delincuencia en todas sus formas y modalidades.

Hasta mañana
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