Las autoridades de salud y de educación a nivel nacional simplemente quedaron en evidencia y en entredicho, al no saber qué hacer con la disposición que tiene como finalidad la prohibición de la venta de productos chatarra dentro de las escuelas, que tanto daño hacen y sólo engordan sin que signifique una buena alimentación para los menores. Al parecer son pocos los que se han involucrado en el tema ya que ante la apatía de Directores, docentes y padres de familia, los más “vivos” se niegan a perder sus ganancias a costa de lo que sea.
El problema empieza desde el momento en que las autoridades de salud no pueden definir cuales o que son los “productos chatarra”, y prohibir su venta dentro de las instituciones. Por ello han optado sólo en evitar la venta de frituras y golosinas, pero se permitirá la venta de bebidas gaseosas. El resultado de los compromisos son insuficientes.
A las autoridades se les olvida que lo más común en venta en las escuelas son precisamente los productos como las papas fritas, los refrescos gaseosos, las golosinas, son productos de bajo costo, que rápido se pueden surtir y aunque no alimentan quitan el hambre.
Son las escuelas primarias y las secundarias, las que tienen a la venta este tipo de productos y es por ello que se debe de considerar por parte de las autoridades tanto educativas como de salud este procedimiento que se supone deberá de ponerse en marcha en este próximo ciclo escolar.
En Tamaulipas las Secretarías de Salud y de Educación han puesto en marcha diferentes programas para abatir y reducir los índices de obesidad, pero, hay que ser claros… pocos resultados se han obtenido y si en muchos años no se ha logrado hacer nada, menos se podrá hacer cuando se anuncia una prohibición y después se dice que si se permitirá vender comida chatarra, “pero nomás poquito”.
Se tiene que hacer un verdadero análisis del significado de la palabra “comida chatarra” para las autoridades, y por lo tanto también lo que significa una comida saludable. A partir de ahí, se puede “vender” a la población el significado de “un plan de nutrición”. Para llegar a resultados deseables el cliente -en este caso, los alumnos- deben aceptar el valor significativo de la comida chatarra, porque de nada vale prohibir dentro de la institución, cuando en la puerta de las escuelas a escasos metros hay decenas de puestos ambulantes, taquerías y más comida chatarra abarrotadas de “clientes”.
Los lineamientos del Acuerdo Nacional para la Salud Alimenticia en el que se establece los productos que pueden ser comercializados en las escuelas de educación básica, aún no llegan a las escuelas y según se sabe en dos semanas más se darán a conocer a los directores de las instituciones, lo cual a pena es un inicio de todo este programa…nadie dejará de ser obeso por decreto.
En Tamaulipas como en el resto del país existe una real confusión; mientras se dice que los productos con altos niveles de azúcar dejarán de venderse en las instituciones educativas, hay tolerancia de las mismas autoridades para permitir otros productos chatarra y eso, no es más que la consecuencia de la presión que ejercen las grandes compañías sobre la autoridades – no es que quiera llamarlos “maiceados” lo hizo el Cardenal Iñiguez con los jueces-, pero el peso que los inversionistas de toda esa comida chatarra tienen en la economía nacional, hace dudar a cualquiera .
En éste, como en otros temas, mientras las autoridades de salud y educación se ponen de acuerdo en que son comidas chatarra, que si se puede vender o que no. La población en general y los padres de familia particularmente debemos de procurar la buena alimentación de nuestros hijos y sobre todo asumir la responsabilidad de alimentarlos bien y de manera nutritiva. De lo contrario en esta con fusión y falta de un lineamiento adecuado somos los que salimos perdiendo, por la errática manera de trabajar de nuestras autoridades.
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ENTREDICHOS/Leticia Santoyo *El negocio de la comida chatarra
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