El secretario de Salud en Tamaulipas, Juan Guillermo Manzur Arzola ha insistido mucho en los últimos días en la necesidad que hay de extremar las medidas de precaución: la medicina preventiva, pues, que es la parte que toca en conjunto a integrantes del sector Salud y población, en aras de buscar una sociedad más sana.
Para tal efecto, se han dictado una serie de medidas un poco buenas y un poco no sobre los alimentos que han de venderse en las cooperativas escolares. Qué bueno que la gente se preocupe porque haya mejores cosas, porque lo que se vende ahí tenga una mayor calidad nutricional, y que nuestros hijos tengan acceso a una mejor alimentación durante su estancia en las escuelas, principalmente, públicas, porque en las privadas nunca se hace algo al respecto, y además, quienes distinguen entre lo bueno y lo malo utilizan criterios de toda índole, menos de salud.
El caso es que queremos que nuestros hijos coman mejor, que no haya tanto alimento chatarra, o como decimos en las calles, “tanto mugrero” en lo que comen: que dejen un poco las frituras, pastelillos industrializados y todas esas golosinas que son prácticamente azúcar y dulce, aunque algunas otras contienen cantidades importantes de chile, de ese que destroza el estómago únicamente, porque no tiene nada bueno.
El doctor Manzur Arzola ha insistido a los padres en la necesidad de cambiar el menú, sin embargo, está consciente de que no es fácil un cambio de un día para otro, y también sabe que muchos padres de familia son tan especiales que se la pasan criticando todo lo que se dice y hace, pero nunca colaboran, o sea, dejan el peso de la decisión a dos o tres padres.
Y otras voces critican a las cooperativas, cuando, sinceramente, habría que darse una vuelta y ver el funcionamiento de éstas antes de criticar, porque lo que llevan a cabo es mucho trabajo en comparación al tiempo que están ahí, y sobre todo, sin paga profesional.
Son madres que dedican su tiempo a sus hijos y los hijos de los demás, porque finalmente, atienden a la cooperativa para hacer frente a los gastos de toda la escuela, aunque nadie reconoce lo difícil que es esta labor. Todos criticamos cuando nos dan estados de cuenta, pero nadie quiere hacerse cargo, y eso, aplica en la mayoría de las escuelas de la localidad.
Siempre hemos sido de la idea de que si no participamos no tenemos derecho a criticar; esta visión la mantenemos en tiempos electorales, donde pedimos a la gente que salga a votar, porque de lo contrario, perderá su derecho a criticar y exigir. No se puede exigir cuando no se participa, o al menos eso creemos.
Y en las escuelas sucede lo mismo: la maestra tiene tal o cual problema, los de la sociedad de padres “ya ni la hacen” porque compraron tal cosa, y siempre nos quejamos, pero nadie sabe las presiones que tienen estas damas para hacer su trabajo.
Imagine que tienen 2 mil pesos y alguien les dice que faltan copias, cuando el intendente les pide aceite de pino, jabón, detergente, cloro y escobas, mientras la directora las dice que hay que pagar el teléfono. ¿Qué hacer? ¿A quién atender primero?
Esa encrucijada es diaria: y además, les agregamos el hecho de que venden “mugrero” a nuestros hijos. ¿Qué hacemos nosotros porque haya mejores cosas en la “tiendita de la escuela”? ¿Acaso participamos con el envío de productos nutricionalmente buenos?
El doctor Manzur Arzola ha pedido a los padres que nos pongamos la pila, que hagamos lo que nos corresponde y un poco más. Ha recibido la instrucción del gobernador Eugenio Hernández Flores de impulsar en las escuelas el consumo de alimentos sanos, aunque a decir verdad, cuando el gobernador pidió lo anterior al secretario Manzur, éste ya tenía medio camino recorrido, porque está al día en cuanto a las necesidades de la población, lo cual es digno de elogio.
El próximo lunes comienzan las clases, y entre otras cosas, sugerimos dos acciones: la primera que tiene que ver con que participemos en la elaboración de productos nutricionalmente aceptables y los pongamos a disposición de la cooperativa y la mesa de padres, y por otra parte, demos un poco más de tiempo a nuestros hijos por las mañanas y preparémosles alimentos sanos, balanceados y nutricionalmente positivos. Eso sería lo mejor que pudiéramos hacer.
Aunque, claro, las cooperativas tendrían menos dinero y probablemente habría que hacer algunas actividades para completar el pago de gastos.
El caso es que se tiene todo para trabajar adecuadamente, y la Secretaría de Salud tiene manuales y demás instrumentos de apoyo para convertir a nuestras escuelas en modelo nacional en cuanto a nutrición.
Sin tanto aspaviento ni alharaca, Tamaulipas ha ubicado a su sistema educativo en un buen plano a nivel nacional, porque hemos tomado por la punta el problema y lo enfrentamos, para convertirlo, de ser un grave problema, en una buena y positiva alternativa en la que, si participamos todos los que debemos, tendremos los mejores resultados, y como beneficiarios, obviamente, a nuestros hijos, que es para todos –o casi todos- el mayor y más grande tesoro del hogar.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!