Óptica/Gastón Monge *Son unos cabrones

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Así calificó el diputado federal del PRD, Héctor Hugo Hernández Rodríguez, presidente de la
comisión de aduanas de la Cámara de Diputados, a los administradores de las aduanas fronterizas,
al señalar que se sienten con tanta fuerza y poder al decidir qué es lo que cruza a México, y que
es lo que no, que los comparó con los señores feudales del Medioevo, e incluso con los reyes y
virreyes que ocuparon la Nueva España.
Dicho calificativo tiene sustento porque quienes vivimos en la frontera vemos cómo casi frente a
nosotros cruza todo tipo de mercancías ilegales, lo hemos constatado todos los días por la forma
en que esos personajes se han cerrado a piedra y lodo a los medios de comunicación, para que no
nos demos cuenta de sus tropelías y de las barbaridades que cometen en contra de la economía
de México.
Los administradores de las aduanas fronterizas han entendido mal el dogma del liberalismo
europeo que Adan Smith puso en vigor en el siglo XIX, cuando se abrió la economía de Europa a
todo el mundo, en lo que eran los inicios del libre mercado.
El dogma de Smith que lo hizo famoso con sus postulados de la economía política moderna pero
aún incipiente, que decía ‘Dejad Hacer, Dejad pasar’, no era otra cosa más que la libertad de
hacer comercio con todas las naciones del mundo, pero a un costo muy alto para las naciones con
desarrollo primitivo e incipiente, como México y otros países de América Latina.
De acuerdo al legislador, los administradores de las aduanas fronterizas están dejando pasar todo
tipo de ilegalidades, desde armas, contrabando de ropa, autos, juguetes, telas, calzado ‘y todo
lo que pueda pasar por una aduana desde Estados Unidos, aunque la mayoría de esos productos
sean de pésima calidad, por ser originarios de China y otros países asiáticos convertidos en
maquiladoras.
Este señalamiento tiene fundamentación en la cotidianeidad de los fronterizos, los que
somos víctimas de abuso y atropellos por parte de quienes se nombran oficiales en comercio
exterior, pero lo grave es que de acuerdo al diputado, pasan a México armas que habilitan a los
delincuentes, además de dólares como producto del intercambio de la droga en aquel país de
viciosos.
Por eso es que avalo el término que utilizó para calificar a esos personajes de las aduanas del
país, aunque además de decir que son unos ‘cabrones’, yo le aumentaría otras palabras que usted
amigo lector, conoce tan bien como yo.
Este diputado vino a la ciudad a participar en un foro con la finalidad de reunir propuestas de
empresarios ligados al comercio internacional, y poder modificar la Ley Aduanera, la que sabemos
bien que además de estar obsoleta, ya es inútil, porque entorpece muchas operaciones de
importación, de alto beneficio social.
Vino acompañado del también diputado Héctor Pedraza Jiménez, y ambos describieron con
pasmosa exactitud cómo es la aduana de Nuevo Laredo y cómo se comporta su administrador,
Carlos Ramírez.
Ambos fueron muy enfáticos en ello, y mencionaron que por esta aduana pasa todo lo que pueda
ser importado de manera ilegal, pero lo que me sorprendió fue la pasividad y conformismo del
primer síndico del ayuntamiento, César Valdez, quien en su presentación describió las actividades

económicas y comerciales de Nuevo Laredo, como si en realidad no pasara nada de lo que los
diputados describieron; y de lo que dijo el legislador, el regidor hizo como si la virgen la hablara.
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Pero otros que también son muy ‘cabrones’, son los regidores del ayuntamiento de
Altamira, quienes además de ser muy descarados, no tienen empacho en decir que debido a
que ‘trabajaron’ mucho durante los tres años de la administración municipal, tienen derecho a
recibir un bono adicional a su abultado salario y a sus aguinaldos, que será de 50 mil pesos.
Aunque no creo que lo sean tanto como los regidores de Nuevo Laredo, quienes sin empacho
alguno, han faltado a sus labores 9 días a la semana, pero eso sí, cobran los muy ca…como si
trabajaran 48 horas diarias.
A ellos también les llegará ese famoso bono de fin de trienio a los que mal acostumbró el ex
alcalde Horacio Garza Garza, y ahora estos angelitos de seguro querrán tener ese bono porque el
salario que ganan (más de 60 mil pesos al mes), no les alcanza para comer.
De veras que poca ¿no?

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El crear una policía única, semejante a la que algunos países de América y de Europa ya tienen, se
me antoja una utopía aún lejana, muy a pesar de que distinguidos personajes como el enigmático
de Jorge Castañeda y otros, lo aprueben y la vean como única solución para terminar con la
inseguridad en el país.
Sin embargo, creo que crear una policía única no es tan fácil, sobre todo para un país en donde
las policías de los tres niveles están demasiado infiltradas por el crimen organizado, además de
ser muy corruptas y de abusar de manera constante de las personas, violentando sus derechos
humanos y civiles.
Para que haya una policía única en el país, me baso en lo que dice el doctor Bernardo Gómez del
Campo, experto en seguridad nacional y miembro del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de
que bajo las actuales condiciones en el país, no es posible.
Baso lo anterior en el hecho de que en México existen cerca de 400 mil policías de los tres niveles
de gobierno organizados de manera muy diferente en cada uno de los dos mil 500 municipios, lo
que ha generado más que solución al problema de la criminalidad, una mayor confusión en cuanto
a los métodos aplicados.
Ello, debido a que en cada uno de esos dos mil 500 municipios las policías trabajan de manera
diferente para responder ante el fenómeno de la inseguridad, a que son altamente corruptas,
a que no cuentan con sentido de vida al ver el trabajo como un oficio y no como una carrera, y
porque sumado todo eso a la ineficiencia que resulta de su incompetencia para el combate a la
inseguridad, dan como resultado la impunidad ante el delito.
Bajo esta óptica, es decir, cuando una policía es ineficiente y corrupta en el combate a la
inseguridad, a lo que se puede llegar es a un estado de ingobernabilidad y a la ausencia de poder
de control y mando de las autoridades, como ya ocurre en algunos municipios del país.
Ya existen algunos intentos fallidos por unificar las policías. El primero de los experimentos ocurrió
bajo el mandato de Vicente Fox, en el año 2 000, y otro más al inicio del gobierno de Felipe
Calderón, en el 2006 con la Policía Federal, pero ambos experimentos fallaron, debido a que
los procedimientos, métodos y organización, son completamente diferentes en cada una de las
policías.
De ello, resulta que para que la unificación policíal resulte, se tienen que unificar las policías
municipales en torno al Estado o entidad federativa en que estén, y una vez realizado esto, cada
policía estatal deberá unificarse en torno a la organización que pretende la federación, para dar
lugar al primer intento de policía nacional o única.

Por supuesto que para ello deberá ser reconceptualizada la soberanía nacional y lo que se
entiende por Nación, amén de hacer un diagnóstico real y efectivo de la situación por la que
atraviesa el país en materia de seguridad, y conformar una política pública que deje claro cada
paso que se pretenda dar en ese sentido, es decir, que haya voluntad política para hacerlo y que
no quede en meros intentos, como hasta ahora.
Además, creo que para que una policía sea realmente efectiva, deber contar con un proyecto
de vida para quienes se interesen pertenecer a ella, y que haya la suficiente vocación como para
hacer de ese trabajo una vocación de servicio y de formación profesional.
También debe existir un perfil adecuado, el que debe ser cumplido perfectamente por los
aspirantes, para que no renuncien al poco tiempo o no sepan enfrentar una situación de riesgo
cuando se les requiera.
Como dije al inicio de este comentario, es casi imposible en México que se llegue a ese estado
de conformación de una policía única bajo los elementos que pongo a consideración, simple y
sencillamente porque no existe ese perfil y porque quienes son policías ponen por encima de la
vocación la necesidad, es decir, que lo ven como una forma de ingresos económicos y no como un
trabajo que les permita además de servir a la sociedad, darle estabilidad social y posibilidades de
ascender en la escala de rangos y de valores.
Las academias que hay son incapaces de capacitar plenamente a los policías porque carecen de la
metodología adecuada y de los recursos económicos suficientes para mejorar, ya que pasan por
alto el perfil idóneo y toman más en cuenta la habilidad o capacidad física.
Y si a ello se suma el que nunca se les cumple lo que se les promete en materia de salarios
y herramientas para el trabajo, además de confusión y decepción, se genera un estado de
corrupción permanente que a la larga se convierte en el estímulo y aliciente inmediato que
impulsa a quienes no tienen el perfil, a ser policías.
De ser posible cumplir las promesas y convertir el trabajo de policía en una carrera y no en
un oficio, mejorar las condiciones laborales y de vida de quienes son policías, además de
un llevar a cabo un proceso permanente de capacitación profesional y científica, se podrá
terminar de manera paulatina con algunos de esos vicios, y por consiguiente bajar los niveles
delictivos y de corrupción. Solo así se podrá llegar a tener una policía única, ¿será posible?

Hasta mañana
([email protected])

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