Muchas voces opinan y se manifiestan como expertas en el sentido de que se debe dar una guerra sin cuartel a la obesidad, cuando hay otros problemas graves que durante décadas no se han podido superar, y no ha sido por la falta de infraestructura o voluntad política de parte de las autoridades de salud, sino por la apatía de la ciudadanía, y hay que decirlo y reconocerlo tal y como es.
Mentiríamos si dijéramos que no se ha hecho nada por atajar este problema, aunque es probable que no coincidamos con las estrategias marcadas desde las escuelas, en aras de lograr el beneficio tan esperado.
La obesidad y el sobrepeso son los grandes problemas del nuevo milenio, y atajarlos debe ser la meta del sexenio: no nos baste con decir que se ha logrado una infraestructura superior a cualquier administración federal o estatal, tampoco con informar que la inversión en salud supera con mucho, por ejemplo, la que se hizo en el sexenio de Fox o Cedillo. Nada de eso vale, si no se tiene bien puesta la mira en la problemática real que resulta únicamente de los vientres voluminosos, las barrigas, pues, que tanta gente luce brillante y grande, esférica y estorbosa como pocas cosas en el mundo.
El estar gordo significa estar en la línea roja que separa la salud de la enfermedad, la vida de la muerte, el vivir bien con el sobrevivir.
Y al inicio del ciclo escolar, el presidente Felipe Calderón comentó sobre los puntos que hay que atender para evitar la obesidad, destacando los de los alimentos llamados “chatarra”, como siempre, y el del ejercicio en las escuelas.
Pero, ¿cómo colaborar si no hay suficientes maestros de educación física? Hay escuelas primarias que no tienen profesores para esta asignatura, porque los “genios” del SNTE –Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación- en Tamaulipas no han asignado a los mentores que se encargarían de que nuestros hijos tengan su actividad física.
Aquí no cabe la política: el asunto es de supervivencia, porque los niños que no tienen el hábito del ejercicio, inculcado a la par en la casa y la escuela, van a ser, seguramente, gorditos de esos “chistosos” y a los que se cargue la mano con las bromas en las aulas… y los padecimientos.
No es el caso burlarse de un tipo que tiene problemas con el peso, se trata, de salvar una vida en cada uno de ellos. Vemos con profunda preocupación que los estudiantes de primaria y secundaria tienen muchos problemas con el peso, y pareciera que a los padres nos importa poco –o nada- el hecho de que tengan esta situación. Los avalamos, los solapamos y no permitimos que tengan una vida normal.
Ha de pensar el lector que el tema está más que trillado y que el columnista no sabe escribir de otra cosa, sin embargo, hemos de disculparnos por el hecho de que se considera realmente preocupante el asunto.
No es con una disposición oficial con que se combate el sobrepeso. Los lineamientos para las cooperativas o el ejercicio no sirven de nada si no hay la voluntad para cambiar.
Si el SNTE sigue sin asignar las plazas que faltan de profesores de educación física, de nada sirve el exhorto de Calderón y el secretario Córdoba en el sentido de que no hay que dejar para después esta importante asignatura que, por estar pendiente tantos años, significa una alta preocupación en cada uno de nosotros, porque nuestros hijos serán los que padezcan las consecuencias.
¿Qué hacer? Podemos acudir a alguna de las muchas clínicas o centros de salud del sector para que nos orienten, buscar en páginas de Internet información nutricional y recomendaciones para bien comer, o salir a caminar en familia, procurando, con la lógica de todos, asumir la responsabilidad del peso en cada uno de los hijos.
Si los vemos pasados, no pensemos que serán como aquellos “niños Gerber” que mientras más gordos pensábamos que estaban más sanos.
Entendamos que somos nosotros los responsables, no dejemos en la gente afín a la Gordillo la responsabilidad, porque ésta es nuestra –la responsabilidad- y entonces, hagamos lo que tenemos que hacer para que estén bien en cuanto a su salud primaria.
La prevención, estimado amigo, es la base de todo, como dijimos hace unos días.
Busquemos la información de ese magnífico programa llamado “cinco al día” de la Secretaría de Salud que nos recomienda el consumo de 5 frutas y verduras distintas cada día como alternativa nutricional mínima que nos permita evitar enfermedades y el sobrepeso. La responsabilidad es nuestra y la respuesta se dará en la medida que nosotros queramos asimilarla.
El presidente establece en un ordenamiento que hay que cambiar, pero si usted sigue preparando los alimentos como antes, con grasa y sin medir la cantidad de carbohidratos, no tiene caso que hagan un decreto o ley suprema.
Tampoco es válido lo que hacen algunos “distinguidos” panistas como “Navita” o el coordinador de los diputados de apellido Madero, culpando al PRI de todo.
Aquí, la culpa es de todos, y la responsabilidad también, y los legisladores, lejos de echarse la bolita, deberían devengar el salario que cobran y pareciera que nos roban a cada uno. Ponerse a trabajar para que cambien las cosas en México, en bien de todos.
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