Desempleo: pesadilla que se extiende

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Benny Cruz Zapata/EnLíneaDIRECTA

Victoria, Tamaulipas.- El desempleo es en teoría una situación en la que se encuentran las personas que teniendo edad, capacidad y deseo de trabajar no pueden conseguir un puesto de trabajo, viéndose sometidos a una situación de paro forzoso.

Más allá de las definiciones, vivir el desempleo es sufrir la desesperación, la discriminación y todo tipo de vejaciones; eso lo sabe porque lo vive, Juan Ramón Tovar Linares, de la colonia Casas Blancas, quien a los 35 años, cuatro hijos y una mujer que mantener, ya no encuentra ni a que santo encomendarse para encontrar un empleo fijo que cuando menos le asegure la alimentación de su familia:

“Desde enero ando dando tumbos, chambeando donde se puede, desde cargador en el mercado hasta de ayudante de albañil, pero esos son trabajitos que si bien te va, se gana unos 100 pesos diarios, que apenas alcanzan para lo indispensable. La situación es desesperante porque de ver que no te alcanza ni para comprar un litro de leche para los niños, dan ganas de salir corriendo que, en mi caso sí lo he hecho, tocando puertas y más puertas pidiendo una oportunidad de trabajo fijo que no me llega”.

Comparte que para mediar la situación, su mujer ha tenido que emplearse de sirvienta tres días a la semana:

“Solo de esta manera hemos podido sobrevivir desde que me corrieron de la ferretería en donde trabajaba y en la cual me pagaban 800 pesos a la semana, que puede no ser mucho, pero como era fijo, no estábamos tan angustiados como ahora”.

Dice mientras hace una larga fila, a donde ha ido con la esperanza de conseguir trabajo en una tienda departamental:

“Ni me pesan las tres horas que llevo de espera en la feria del empleo organizada en el municipio y Liverpool, hay mucha competencia pero la esperanza muere al último”.

En las mismas circunstancias esta Yessica Zavala Olvera, quien con 25 años de edad y su pequeña Angey, quien es su absoluta responsabilidad, no está dispuesta a dejarse vencer por la desesperanza de no encontrar trabajo y estar viviendo solo de lo que sus padres la pueden apoyar:

“Ser padre y madre es muy difícil y más en estas circunstancias, gracias a Dios que cuento con el apoyo de mis padres de lo contrario ya me hubiera vuelto loca, pues mi pequeña tiene necesidades y la verdad que da pena depender de tu familia hasta para comprarle pañales, por eso pido una oportunidad”.

Menciona que es muy desgastante enfrentarse a diario a la búsqueda de un trabajo:
“Pero no hay que derrotarse, sino al contrario, hay que tocar cuanta puerta sea necesaria, pues alguna se tendrá que abrir, en mi caso con todo y que mis padres siempre han estado al pendiente de mi situación, es muy difícil pues no solo soy yo, sino también mi niña, por eso ojala que los de Liverpool me den el trabajo que tanto necesito, sé que es mucha la competencia y las plazas no alcanzan para todas pero ojala que la suerte me favorezca”.

No hay dígitos que marquen con precisión la tasa de desempleo que en realidad se padece, tampoco se habla de los efectos que en lo personal y en lo colectivo se tienen, sin embargo hay evidencias que la falta de trabajo causa estragos en la persona, en la familia en el la misma sociedad.

La familia como emergente social

Especialistas sustentan que la familia es el lugar de mayor alto riesgo, de ahí que sea el espacio amenazado donde la falta de ocupación de uno de sus integrantes multiplica el problema en miles de personas, y agrava sus consecuencias sociales.

Los jóvenes y las mujeres son los más golpeados por la falta de empleo. Entre los primeros, los chicos de 15 a 19 años registran un nivel escalofriante de dificultades para insertarse en el mercado laboral donde el 45 por ciento no logran obtener ocupación, entre tanto otro porcentaje de jóvenes es sub-ocupado.

Estamos inmersos en una crisis de la familia añadiendo inquietud a la cuota de angustia y sufrimiento que en otras áreas se padece.

La realidad muestra que la falta de trabajo o la precariedad de las condiciones laborales ejerce un mayor efecto nocivo sobre la salud ya que la falta de trabajo no sólo genera angustia sino que opera menoscabando a la persona, su identidad, el equilibrio emocional perdiendo horizonte.

Cuando se le cuestiona a Israel Zapata Yépez, otro de los demandantes de empleo sobre su situación, señala que como joven que todavía es a sus 23 años de edad, ha llegado a sentirse un inútil y “bueno para nada” como suelen decirle sus hermanos:

“La verdad que estar desempleado, solo estirando la mano es humillante, en mi caso mi mamá siempre me apoya porque sabe que no estoy cruzado de brazos y no ha quedado por mí, ya que he dejado solicitudes por todas partes pero no he tenido suerte; como solo tengo dos semestres de universidad en la carrera de ciencias de la comunicación, de nada me sirven, ya que en las maquiladoras no me quieren contratar porque dicen que con estudios luego voy a querer otro sueldo y en una oficina tampoco me ocupan porque me falta experiencia, mi último trabajo fue vendiendo celulares, pero pagaba más de microbuses que lo que sacaba, ya voy para el año sin nada, asi que para coraje de mis hermanos mi mamá me da hasta para los cigarros”.

Dice que la situación es incomoda:

“Mis hermanos me echan en cara porque me dicen que hasta para el vicio me dan, de un flojo, un holgazán no me bajan, por más que les digo que no es mi culpa que este sin trabajar, les molesta que de lo que ellos le dan a mi mamá ella me dé”.

En este mismo contexto, la maestra Griselda Ibarra de la Rosa, egresada de la Normal de Educadoras, afirma que ella le ha buscado por todos lados, pero sin resultado alguno:

“Cuando uno que curso con sacrificios una carrera profesional y tiene que andar en las ferias del empleo buscando trabajo, sin tener garantía de que va a conseguir un lugar, es cuando sale a flote la impotencia, ya que no es justo pasar por esta situación porque no nos queda de otra, a veces me consuelo porque tengo amigas que están en las mismas, pero es terrible andar batallando y aunque la familia siempre apoya, ya con una profesión es triste que andar recorriendo calles, entregando solicitudes de trabajo”.

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