Es muy lamentable escuchar críticas infundadas; gente que se considera apta para emitir comentarios y que no tiene fundamento abunda en nuestro país.
De esta manera, hemos visto históricamente la forma en que funcionarios opinan sin ton ni son; los diputados son expertos en este tipo de menesteres, ya que hablan de todo sin conocimiento a profundidad.
¡Vaya!, lo vemos en el fútbol, cuando la gente critica al técnico tal o cual haciendo ver que la estrategia no es la adecuada, y cuando se les pregunta qué harían si el jugador fulano de tal cambiara de perfil, no tienen la mínima idea de lo que se habla, y por consecuencia, emiten opiniones absurdas, que rayan en lo estúpido.
Lo mismo pasa en el sector magisterial: Elba Esther Gordillo, aquella mujer que, a la sombra de Carlos Jongitud nace como lideresa y se enquista en el poder de uno de los sectores más importantes en el desarrollo de una nación.
La Gordillo, como se le conoce, supone que es eterna y se ha autonombrado como la mandamás de los mentores sometidos a través de las siglas del SNTE –Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación- a grado tal que lo que diga la señora es ley, no importa que no tenga la mínima idea de diferenciar una “i” de un número romano. Recuérdese el discurso que con motivo de la Influenza AH1N1 hizo y que dejó perplejos a todos.
Hoy, la mujer que tiene todo menos capacidades intelectuales, ha criticado a la Secretaría de Educación Pública, cuando mucho de lo que es esta dependencia es gracias a la forma en que se desenvuelven los miles de sindicalizados maestros que no tienen idea de lo que representa tener en sus manos al educación de los niños.
¡Qué tiempos aquellos cuando los maestros eran verdaderos guías y nos mostraban lo que había que enseñar! Hoy, bajo mil pretextos, los mentores se han convertido en una especie de burócratas conformistas y demagogos, de flojos y tramposos que solamente buscan sus días económicos como pretexto para faltar a dar clases, y no para atender asuntos de carácter personal y urgente. No hay ya de esos profesores, como la que cantó Serrat en aquella hermosa melodía en catalán.
El diputado federal panista Julio Castellanos criticó la declaración de la señora Gordillo –no nos constan sus estudios magisteriales- sobre el hecho de que Josefina Vázquez Mota y Alonso Lujambio están más preocupados por la presidencia que por la educación. Como dicen los jóvenes: “¡hoooooola!”
Seguramente la mujer que se ha enquistado y ha cometido atrocidades en aras del poder sabe lo que es ser profesor. Seguramente, cuando llega su yerno no ha empleado el grotesco influyentismo para ubicarlo en un buen cargo. Seguramente, la señora Elba Esther no tiene a cientos de trabajadores en casa con plaza de maestros y muchas horas de clase, cuando no alcanza la nómina a cubrir las necesidades del país.
Es muy probable que la señora de referencia no conozca a qué huele una barra de tiza para el pizarrón, y menos, que sepa cómo se maneja una computadora y un proyector, o un pizarrón inteligente.
Dice el diputado que la Gordillo frena la calidad educativa, y eso lo sabemos todos, porque se dedica a hacer grilla barata desde sus oficinas o desde su residencia en Miami y a través de la vía telefónica.
La educación en México no merece este tipo de lastres.
Los seguidores de la vieja dirigente magisterial son precisamente aquellos que hicieron que nuestros hijos, aparentemente, salieran bien librados de la prueba enlace, al exigirles que copiaran las respuestas para alterar una realidad nacional y local.
Pero la mujer sigue ahí, solapada por quien manda en el país, así como por otros que mandan en algunos estados, siguiendo con sus arbitrarias designaciones de plazas y privilegios. Nadie se atreve a desmentirla porque puede ser sujeto a las represalias de todos conocidas.
No pensamos que Lujambio ha sido el mejor secretario de educación en el país, sin embargo, tiene muchos méritos más que la señora Gordillo, porque al menos el hombre se ha dedicado a conformar un equipo de trabajo competente, apto, diligente, procurando evadir a los viejos dinosaurios “gordillistas”, que solo van a las oficinas a grillar, a chatear y a coquetear con jovencitas que pretenden que un “viejo rabo verde” de esos les ayude a obtener una plaza, aunque sea en una prefectura.
El lector no nos dejará mentir: la señora Elba Esther Gordillo y su sindicato son parte de lo que frena el avance educativo en México, porque tienen miedo de experimentar los cambios que se requiere hacer, porque no tienen idea de la manera de pensar de los muchachos y niños de hoy, porque no saben qué significa el término “educación”, para ser claros.
Mientas sigan viviendo en el presupuesto las y los Gordillos, seguiremos teniendo el grave déficit educativo que se cobija y disfraza a través de resultados ficticios de “enlaces” virtuales, que solamente sirven para engañar.
Mientras estos sujetos vivan, no podemos vanagloriarnos de ningún resultado académico, en ningún nivel, por favor.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!