Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Actitud, base del cambio

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Comentábamos apenas esta semana sobre lo que se lleva a cabo en la Escuela Secundaria General número 4 de ciudad Victoria, Tamaulipas en el sentido de querer hacer conciencia en nuestros hijos y los de los demás, para promover una cultura de esfuerzo, respeto y responsabilidad.
El esfuerzo que encabeza la profesora Patricia Elena Roché Rangel y los profesionistas de la educación que están comprometidos con su causa de repente tiene muchos enemigos: los propios padres de sus alumnos.
No cabe duda, somos especiales: si les llaman la atención, no permitimos que lo hagan porque para eso tienen padre y madre; si no se las llaman, entonces le solapan sus acciones. La responsabilidad de actitudes negativas se convierte en consecuencia de la falta de buenos maestros, pero si el muchacho “sale bueno” –como dicen en algunas partes, es por obra y gracia de los padres, porque ni siquiera es de Dios o de la causa común.
Y este tipo de actitudes son las que a diario matan la voluntad de millones de mexicanos. Hoy, los diputados federales han dado palo fuerte a los mexicanos con la absurda –por no decir estúpida- actitud que tienen, de sometimiento total a un presidente que no ha sabido respondernos.
Ahora tendremos cigarros carísimos, gasolina costosísima, condena a alimentos que consideran “chatarra”, incremento en impuestos de toda índole, pero no hay aumento al salario. Bueno, hasta las bebidas energizantes subirán enormemente, porque al hombrecito se le ocurrió que no son importantes y constituyen un v iciol.
Quieren que paguemos impuestos como país de primer mundo, ganando como de tercero.
Para que tenga una idea el lector, en una charla llevada a cabo en Santiago de Compostela con profesores de la Universidad de aquel lugar, hacíamos el comparativo de salarios entre ellos y los profesores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Ellos –los gallegos- ganan 15 veces más salario que nosotros y, aunque la vida es mucho más cara, no se compara con el hecho de tener los sueldos que ostenta en México un catedrático, un investigador o un docente de horario libre.
Y lo peor: si alguien se queja, como dijo aquel chinito famoso: “cuello”.
Entonces, contamos con un gobierno que quiere recuperar la pérdida de recursos y cosas que ha dejado escapar, pero a costilla del esfuerzo de los ciudadanos, que finalmente, somos los que menos gastamos y sí pagamos las consecuencias.
¿Qué falta para mejorar?
Sin lugar a dudas, nos hace falta un verdadero cambio de actitud entre las personas, porque si no queremos comprometernos, es bien fácil: hay que dejar el paso para los que sí lo desean.
Mucha gente estará esperando entregar su currículum vitae al gobernador electo de Tamaulipas Egidio Torre Cantú, porque pensarán que tienen merecimientos e ideas para incorporarlas al progreso de Tamaulipas. Hay que buscar gente que tenga actitud para hacerlo.
Y en el caso de los que no tenemos cargos, que somos más normales que nada, requerimos un cambio de actitud hacia los demás. Decíamos que cuando los muchachos de la secundaria 4 están en la calle tratando de concientizar a los adultos, éstos, estúpidamente les echan el carro encima y no respetan el importante esfuerzo que hacen, además de que, seguramente, tendrán la idea de que, para manejar hay que ser un estúpido cafre, un simio del volante o algo por el estilo.
Pasan autobuses de pasajeros y taxis sin la menor precaución: como que no han entendido que son personas que les tratan de educar. Es probable que sea demasiado tarde tratar de adiestrar a estos grupos de salvajes que manejan, pero la verdad, si no hacemos que los nuestros cambien su actitud, difícilmente podremos hacer algo por el México que tanto amamos y que sufre actualmente muchos conflictos. Es tiempo de sacar adelante a nuestro país, que debe mejorar porque así debe de ser.
La actitud, estimado lector, es la llave para que comiencen a cambiar las cosas en México, en el mundo entero.
No podemos manejar el hecho de que los alimentos “chatarra” son malos y prohibirlos en las escuelas cuando la Secretaría de Salud federal ha autorizado su fabricación y venta; resulta incongruente, porque por un lado decimos sí, y por otro no.
O el caso de los cigarros. Ya Josefina Vázquez Mota respondió con una total falta de inteligencia que no hay problema ante la amenaza de la industria tabacalera.
¿No sería más fácil concientizar, publicitar los riesgos que implica, en lugar de prohibir?
Si van a prohibir, que cierren las industrias relacionadas con estos conflictos de salud, que dejen de estar haciéndole al “papi” de más de 100 millones de mexicanos, y que se pongan las pilas.
Necesitamos un gobierno positivo, con actitud hacia los demás, sin demagogia, pues.
Comentarios: [email protected]

Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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