Un guardia de seguridad desempleado de origen ecuatoriano resultó ganador del primer Campeonato Nacional de la Siesta, celebrado del 14 al 23 de octubre en España.
Para hacerse con la corona, Pedro Soria López, de 62 años, durmió durante 17 minutos en un bullicioso centro comercial de la capital española, y sus ronquidos llegaron a alcanzar los 70 decibelios: el volumen típico de una persona conversando.
Sus esfuerzos -o, mejor dicho, la falta de- le hicieron merecedor de los 1.000 euros del primer premio (aproximadamente US$1.400), entregado por la Asociación Nacional de Amigos de la Siesta con el objeto de promover “esta bonita y útil tradición nacional”.
Y es que según la Asociación, los hábitos de vida modernos están poco a poco mermando el número de personas que practican la siesta en España.
Esto los llevó a organizarse para “defender su utilidad, informar acerca de cómo maximizar sus beneficios, conocer sus variantes, y promoverla”.
“Los expertos recomiendan una siesta de 20 minutos después de comer, para rendir más en las actividades de la tarde”, afirma la Asociación.
Estudios sugieren que la práctica regular de la siesta ayuda a reducir el estrés y las posibilidades de sufrir ataques al corazón.
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Científicos también afirman que la práctica de la siesta facilita los procesos de aprendizaje.
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Mucha práctica
En el concurso participaron 360 competidores, que disponían de un plazo de 20 minutos para dormir tanto como les fuera posible en unos sofás dispuestos el Centro Comercial Islazul, del madrileño barrio de Carabanchel.
Los expertos recomiendan una siesta de 20 minutos después de comer, para rendir más en las actividades de la tarde.
Asociación de Amigos de la Siesta
Para elegir a los ganadores, los jueces monitorearon el pulso de los concursantes para determinar la duración de la siesta y, sobre todo, la velocidad a la que llegó el sueño.
Y también se asignaron puntos extra por el volumen de los ronquidos, las posiciones más originales y los pijamas más llamativos.
El ganador, Pedro Soria, dijo que su esposa lo había convencido de participar en el certamen.
Y también compartió su secreto: mucha práctica y una buena comida poco antes de ponerse a dormir.
