Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Nuestros difuntos

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Mucho se ha escrito, y cada año sucede lo mismo, acerca del debate sobre la celebración del día de muertos en México y la típica noche de brujas estadounidense. Chocan las dos ideas, porque en una se venera a la muerte, con creencias muy interesantes, y en la otra, se hace resaltar la figura de brujas, fantasmas y seres demoníacos.
Nada parecido, sin lugar a dudas.
El día de muertos es una celebración nacional, porque no tiene precisamente un sitio donde se lleve a cabo en forma autóctona. Rezan las tradiciones que hay que levantar un altar. Se tenía la creencia que los difuntos regresaban a ver a los suyos, por lo que se levantaba un altar en el que se encontraba su fotografía, artículos personales y guisos de todo su gusto. Era la idea, para que cuando llegaran, tuviéramos el tino de recibirlos bien.
Un camino de cal ayudaba al igual que las veladoras que iluminaban todo el conjunto, en el que las flores de cempasúchil destacan y otros productos propios de la festividad.
En Tamaulipas, como en todo México, hemos sido testigos de un sinnúmero de altares de muertos. Ya la Unidad Académica de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Tamaulipas incluyó dentro de las actividades de la semana cultural el tradicional concurso de altares que se instalan en la plaza Hidalgo, allá, frente al legendario Teatro Juárez. Hubo de todo, y no pudo faltar el que algunos amigos dedicaron al inolvidable Rodolfo Torre Cantú, el hombre, el médico, el ser humano, quien dedicó su corta existencia a hacer amigos y servir, para convertirse así en un ser único e inolvidable.
También tuvimos oportunidad de observar que en el patio central del Palacio de Gobierno hubo una instalación masiva de altares y en sitios como la Casa del Arte y muchísimas escuelas, así como algunos hogares. La tradición sigue viva a pesar de que se ha aflojado el paso en los últimos años respecto a la manera de reforzar las tradiciones mexicanas.
Hubo un tiempo importante en el que el Halloween robó tiempo y espacios a lo nuestro. No podemos negar que para los chicos es delicioso salir a pedir dulces, hacer sus fiestas de disfraces y demás, pero no debemos reforzar estas costumbres dejando a un lado las nuestras. No quiere decir que sean del todo malas aunque en lo personal nosotros no las compartamos.
Pensamos que debieran ser algo anecdótico, pero se respeta con toda atención la idea de la gente que considera que deben existir.
Y en esas tradiciones mexicanas, donde el cempasúchil juega un papel importante, el papel picado y las calaveras de azúcar se dejan notar así como las veladoras y artículos propios de cada difunto, vemos con tristeza que también se rinde un tributo a quienes han partido de este mundo y su ausencia está llena de dudas. Los extrañamos, por su calidad humana y por sus dones especiales. Hay mucha gente que nos hace falta, sin embargo, tenemos que aprender a vivir y sobrevivir sin ellos.
Uno de esos personajes seguramente está muy cerca del corazón de todos nosotros, pero no podemos hacer nada más que rendirle el mejor de los homenajes siendo personas de bien en todos sentidos.
Es natural que se nos cargue la tristeza en estas fechas porque todos recordamos a los que partieron: familiares y amigos, y que nos hacen falta en momentos específicos, cuando la tristeza o la depresión nos hace pensar en la necesidad de ser escuchados por esas personas tan especiales.
Y nuestros difuntos, serán ese fiel recuerdo.
Hoy por hoy, sugerimos la promoción de nuestras tradiciones tan especiales, tan mexicanas, dejar a un lado todo aquello que nos hace olvidar lo hermoso que es ser parte de una nación como México que, con sus errores y defectos sigue siendo la nación de todos nosotros y la parte de Tierra que nos ha tocado defender. México de todos los días, de José Guadalupe Posada y tantos mexicanos ilustres; México de cada uno de los que nos levantamos a diario para tratar de levantar esta gran nación, o el México que llora a diario a sus muertos por acciones que no nos favorecen.
México de los mexicanos, que con sus muertos y sus tradiciones rinde culto a una etapa en la que todos llegaremos alguna vez.
Recordamos que en la ciudad de Aguascalientes se lleva a cabo un festival muy especial dedicado a estas fechas.
No olvidemos, el día de los fieles difuntos y el de todos los santos, y hagamos una plegaria por aquellos que se han ido y ya están descansando –o eso nos han hecho creer-, pero también, hagamos una plegaria de todo corazón porque los vivos de este mundo tengamos mejores oportunidades de existencia, y que podamos llevar a la práctica los valores fundamentales de la búsqueda de la felicidad.
México merece ser feliz, pero para ello, es menester que cada uno de los muchos millones de mexicanos hagamos la parte que nos corresponde.
En este día de los difuntos, el recuerdo… y la esperanza.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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