Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Dos seres valiosos

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Llama la atención la forma en que se queja la diputada Imelda Manguín Torre, priísta por convicción, de la forma en que son relegadas las damas de la política, y más llama la atención porque viene de una mujer que, como pocas, muy pocas, disfruta hoy de un cargo de elección popular, con sus respectivas prestaciones que incluyen un buen salario y otras posiciones sociales.
Tiene mucha razón en criticar a las llamadas “Juanitas”, aquellas que indignamente cambiaron su diputación por la comodidad aparente de seguir siendo amas de casa, las esposas del diputado o algo por el estilo. Por conformarse con seguir yendo al café a platicar de cualquier cosa y dejar la responsabilidad a sus “viejos”. Tamaulipas tuvo un caso muy cercano, cuando su delegado del CEN tomó el lugar de su esposa, a quien han etiquetado dentro del grupo de las “Juanitas” priístas.
No es válido, por una parte, cambiar las decisiones de la gente: si el pueblo en posibilidad de hacerlo ha votado por una persona, no está bien el cambio de diputado, alcalde o gobernador. La gente votó por una persona, no por su suplente, y que no nos engañemos: quien hace la campaña es el titular, no el sustituto.
Pero nosotros suponemos que hay dos clases de gente “valiosa” en la política: la que ha trabajado durante muchos años forjando un camino, construyendo una torre o una pared para levantarse, y la que llega de repente, de “chiripa”, como muchos que han estado en esa posición y que, sin embargo, han demostrado su valía.
Casos históricos en todos –absolutamente todos- los partidos los hay de gente que llega porque son amigos del que manda; recordemos que en nuestro país todavía existe una forma de gobierno que, aunque semeja a una democracia absoluta, se rige por la decisión de quien encabeza el sistema oficial vigente y actual.
Pues bien, hay unos que llegan porque son amigos, pero que al hacerlo, demuestran su valía como personas y no necesitaron de muchos años en el partido, haciendo “talacha” o algo por el estilo, para ser buenos gobernantes. Son los que llevan la política por dentro, y esos siempre serán valiosos aunque hay envidiosos y envidiosas que les critiquen su “falta de militancia” y demás.
También, están los que tienen toda la vida trabajando y acumulando experiencias. ¿Quién tiene más derecho de llegar?
Es la pregunta que todos nos hacemos, porque finalmente, para el electorado, lo que vale es tener buenos representantes, buenos gobernantes, buena gente que nos dirija, y lo de menos es el saber si tiene uno, diez o treinta años de militancia. Eso es secundario, y si no, pregunte usted a Chilo Ruiz o a otros políticos que siempre buscaron, siempre quisieron… y no llegaron.
No todos tienen posibilidades, porque su valía está supeditada al trabajo en las filas, o lo que se llama “cuadros políticos”. No todos están llamados a dirigir, porque no todos tienen la forma y el talento de hacerlo.
Se requiere, también, quien haga la “talacha” política, o dicho sea con otra forma: quien “arrastre el lápiz” en los proyectos, pues.
La diputada acusa a los partidos de misóginos, cuando la verdad sea dicha, se ha dado oportunidad a la mujer aguerrida e inteligente que ha sabido llegar. Ejemplos sobran: Mercedes del Carmen Guillén, Amira Gómez, la misma Magdalena Peraza, por citar solamente a algunas. En el caso del PRI, los claros ejemplos de Guadalupe Flores de Suárez o Susana Hernández Flores, quienes han desempeñado un papel muy decoroso en puestos de importancia. Entonces, ¿hay o no oportunidades?
¡Qué flojera que les den cargo por su sexo! No se justifica de ninguna manera que por ser mujer u hombre se les tenga que otorgar un cargo de elección popular o algo por el estilo: debe ganarse la oportunidad, aprovecharla y desempeñarla decorosamente.
La administración de Eugenio Hernández Flores ha tenido mujeres mucho muy importantes, y podríamos decir que un puesto clave dentro de la política social lo ha ocupado brillantemente la licenciada Rocío Pérez Cantú, quien es la encargada de la oficina de relaciones públicas y compromisos del gobernador; asimismo, en la estructura de esa oficina podemos ver un número importante de damas, cuya capacidad no tiene nada que ver con el género.
Criticamos acremente a quien sugiere que por ser mujer deben darle la oportunidad o negársela. Éstas, las oportunidades, no deben tener sexo, nacionalidad, edad ni nada que no sea competencia, aptitudes y ganas de hacer las cosas.
Esa es la clase de ciudadanos que Tamaulipas necesita.
Decíamos que hay dos: los –y las- que piensan que por la cuota de género deben ocupar tal o cual cargo o puesto, y quienes consideran que la oportunidad debe presentarse, pero más que ello: debe aprovecharse y luchar porque no se la quiten por una inútil e incongruente cuota de género.
Ni las “Juanitas” son buenas servidoras, pero tampoco las feministas recalcitrantes que no ven más adelante que su pañuelo rosa. Todos, absolutamente todos los ciudadanos merecemos las mismas oportunidades, sin importar el género, pues.
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