Mañana sábado es el aniversario número 100 de la arenga popular lanzada por Don Francisco I Madero para que el pueblo de México se levantara en armas en contra de la dictadura de Porfirio Díaz (1877-1911) mientras él mismo estaba en el vecino país de norte.
La convocatoria fue lanzada por medio del Plan de San Luis, donde se alistaba al pueblo para levantarse en armas en vista de la represión porfirista a quien supuso ser su sucesor por la vía electoral.
La historia escolar nos enseñó y ensañó en contra del oaxaqueño Porfirio Díaz Mori (1830-1915) que nació en la capital de ese estado sureño y que de plano impuso la estabilidad social, a cambio de un precio muy alto.
La capacidad reflexiva de muchos mexicanos de ahora, ha puesto en duda las clásicas lecciones de historia escolar y así como se le reconoce la mano dura con la que trató al pueblo, también se le atribuye el inicio de la era industrial del país.
La misma escuela no hace pública la moral del dictador cuando su vida personal fue pública al contraer matrimonio con su propia sobrina carnal, Delfina Díaz, una muchachita de apenas 16 años de edad, mientras él tenía 37.
Delfina Díaz llegó como Primera Dama y quizá por su tierna edad y falta de madures orgánica le hizo perder el producto de varios embarazos, por cierto el segundo de gemelos. En 1873 nació Porfirio Jr. y dos años más tarde nació Luz Victoria.
Pero… Don Porfirio, refieren sus biógrafos fue un hombre que como “…los marineros dejan mujeres en cada puerto” don Porfirio tenía amoríos en cada guerra, ya con gente del lugar donde luchaban o con las soldaderas.
Quizá el primer y más conocido de sus amoríos fue con Juana Catalina Romero, iniciada la relación en la Guerra de Reforma y se dice que en la Batalla de Miahuatlán, el peligro fue tan agudo que Porfirio tuvo que ocultarse bajo las enaguas de Juana Catalina. La relación perduró hasta cuando Díaz ya era presidente y por ello favoreció la zona de Tehuantepec.
Otra aventura fue con la soldadera Rafaela Quiñones, durante toda la guerra de la intervención francesa y a principios de 1867 nació la hija de la esta relación, llamada Amada, quien vivió con su padre hasta 1879 y se quedó en México tras la caída del gobierno porfirista. Murió en 1962.
Es de aclararse que Porfirio Díaz no estaba casado por la iglesia con Delfina, su sobrina, por razones obvias, pero en 1879 en su sexto parto la muerte les ronda a madre e producto y la cosa se pone tan peligrosa que don Porfirio mueve su poderío presidencial para que el 7 de abril casarse con su moribunda esposa que el día 8 cierra para siempre sus ojos.
Don Porfirio Díaz nunca fue una “perita en dulce” ni siquiera en cuestiones de amor, por lo que en 1881, a dos años de haber enviudado, el general oaxaqueño contrajo matrimonio con Carmen Romero Rubio, una jovencita de la alta sociedad mexicana y originaria de Tula, Tamaulipas.
Las edades de los nuevos contrayentes también fue un silencioso escándalo, porque mientras el oaxaqueño tenía ya 51 años de edad, la recién esposada apenas contaba con apenas 17.
Se antoja saber, solo por mera curiosidad, quien de los políticos de este México y Tamaulipas nuestro, sería el nuevo Porfirio ¿o don Juan?, por los amoríos y sobre todo por la separación de edades tan marcadas con sus parejas.
Finalmente mañana sabremos si los desfiles centenarios se llevarán a cabo por todo el estado celebrando el principio de la caída de Don Porfirio Díaz Mori o solo serán unos cuantos los municipios tamaulipecos que se limitarán a lo que permita la inseguridad.
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Maremágnum/Mario Vargas Suárez *Las mujeres de Don Porfirio
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