ANECDOTARIO/JAVIER ROSALES ORTIZ *NO LO VAN A IMPEDIR

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“No lo van a impedir” es el título de una melodía del trovador cubano Amaury Pérez.
Es un reclamo a lo injusto que se grita, que se siente en cada palabra.
Es un aullido de impotencia frente a la injusticia y una súplica para que lo malo se convierta en bueno.
Es una lastimosa queja para que los alevosos recapaciten y que modifiquen su osco gesto.
Y su rica y bien elaborada letra bien puede ser aplicada en lo que sucedió en el evento que le dio vida al moderno Centro de Internamiento y Rehabilitación, porque como que se sintió la presencia del Doctor Rodolfo Torre Cantú, quien fue el pilar fundamental para que esta obra luzca ahora imponente, altiva, muy erguida, casi al pie de la Sierra Madre, en el Ejido la Misión.
Y se sintió porque estaba allí su esposa, Laura Graciela de la Garza de Torre y su padre el doctor Egidio Torre López, con lágrimas en los ojos, con su carita sonriente, pero triste.
Conmovedor fue, el estridente aplauso de pie que le regalo el público a doña Laura Graciela, quien rompió en llanto, agradecida porque los victorenses conservan viva la imagen y el cariño que en cada paso que dio se gano su esposo.
Lloro, también, cuando en el video de presentación de la obra corrían las imágenes del Doctor Rodolfo en vida, sonriente, saludador, acomedido, como él era.
Muchos lloraron con ella, con esa mujer que está rodeada por la luz que le dibujó con pincel su esposo, quien parecía estar a su lado sosteniéndola del brazo para que no se desplomara frente cientos de rostros que le regalaban su cariño, su admiración y su respeto.
También, frente al Gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, y su esposa Adriana, quienes conmovidos la abrazaban para inyectarle fortaleza.
Esta obra es una herencia del hombre bueno que ya se fue porque se ve su mano.
Es, uno de sus sueños consumados y se agregaran muchos más, porque sus propuestas no fueron depositadas en el cajón de un escritorio y siguen y seguirán vivas en la mente de su hermano Egidio, el próximo gobernador.
Y no lo van a impedir, porque desde el lugar donde se encuentre el Doctor guiara la mano de su consanguíneo para que no tropiece y para que cada obra que levante durante su gobierno tenga su sello y su sonrisa en la puerta de entrada.
No lo van a impedir el falso amigo, como la canción dice, ni el que alimenta el cepo y la tortura, ni el pequeño ladrón de mano fría, ni el terrible don Juan de cara dura.
No lo van a impedir los moralistas, ni el indiscreto encanto del embrujo, ni ausentes millonarios ni arribistas, ni aspirantes al hacha del verdugo.
Desde allá, el Doctor se debe sentir satisfecho porque este centro va a atender a los primeros 250 pacientes gracias a su iniciativa, a esas personas enfermas que buscan con desesperación la luz al final del túnel.
Complacido, se debe sentir también de que la puerta principal del edificio lleve una placa con su nombre y una leyenda en la que lo definen como una persona sensible, emprendedora, perseverante y solidaria.
Gustoso, se debe estar además porque Eugenio apoyó su iniciativa he hizo realidad uno de los tantos sueños que acarició.
Por eso no lo van a impedir.
Impedir, que se legado, perdure.

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