La Meca se vuelve lujosa y costosa en su modernización

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Por SARAH EL DEEB
The Associated Press

LA MECA, Arabia Saudí — Una decena de rascacielos brillantes se yerguen al lado del sitio más sagrado del Islam, el templo de la Kaaba, y cuentan con habitaciones lujosas con servicio las 24 horas y baños de mármol.

Debajo de estas torres cientos miles de musulmanes realizan la peregrinación anual del hajj, muchos de ellos sin dinero para hacerlo y forzados a dormir en las calles.

Las autoridades saudíes han transformado la apariencia de La Meca, la ciudad más sagrada del Islam, y planean cambios aún mayores en los próximos años, pero gran parte de ellos se han centrado en los peregrinos ricos y hay quienes dicen que lo que se supone que debe ser un ritual espiritual austero que une a los musulmanes con Dios se ha vuelto un viaje de lujo para algunos.

Samir Barka, un guía que organiza viajes a la ciudad histórica de La Meca, dijo que las torres de lujo están convirtiendo a La Meca en Manhattan.

“El rápido crecimiento urbano logró quitarle todo su carácter a La Meca”, dijo Barka. “La Meca como la conocieron nuestros padres y nuestros abuelos ya no existe. La Meca se está convirtiendo en capas de cristal y cemento unas sobre otras”.

Los rascacielos, las modernas y enormes fachadas de cristal y los centros comerciales de lujo han surgido alrededor de la explanada enfrente de la Gran Mezquita de varios pisos. La mezquita rodea a la Kaaba, el templo en forma de cubo al que los musulmanes se dirigen durante sus oraciones y que los peregrinos rodean siete veces durante los rituales del hajj.

Hasta hace poco La Meca, donde nació el profeta Mahoma en el siglo VII, era más bien una ciudad construida sin mucha planeación en varias colinas desérticas con edificios bajos y bastante descuidados. Apenas podía soportar la carga cuando el número de peregrinos que llegaban a ella cada año era de cientos de miles.

Ahora esas cifras han ascendido a millones, por lo que el hajj es una de las celebraciones anuales más importantes del mundo, y continúan en aumento.

Oficialmente casi tres millones de personas participaron en la peregrinación de este año, que terminó en noviembre, sin contar los cientos de miles de peregrinos “no oficiales”, que llegan a La Meca sin los permisos que solicitan las autoridades saudíes.

De modo que Arabia Saudita comenzó un proyecto enorme para modernizar La Meca y los santuarios cercanos en los próximos 10 años. La meta es alojar un número de peregrinos cinco veces mayor al actual.

“Nada más los sorprenderá en la próxima década”, dijo en noviembre el gobernador de la provincia de La Meca, el príncipe Kaled al-Faisal y prometió la tecnología más avanzada para “hacer todo más cómodo a los peregrinos”. El gobernador no dio costos pero sí dijo que era “inimaginable”.

El plan incluye retirar los barrios pobres y los edificios viejos alrededor de La Meca y reemplazarlos con nuevas viviendas y alojamiento. Las autoridades también planean construir nuevos hospitales y mejorar el transporte y la infraestructura de comunicación, dijo el vicegobernador Abdulaziz al-Kedeiri.

El proyecto de alojamiento tendrá “distintas categorías, de una estrella a siete estrellas”, dijo el vicegobernador.

Este hajj, las autoridades saudíes inauguraron una línea de tren que lleva a los peregrinos a uno de los sitios sagrados en el desierto fuera de La Meca, aunque estará reservado para los saudíes y ciudadanos de otros países de la península árabe hasta el próximo año, cuando opere a la totalidad de su capacidad.

Los edificios ya están siendo retirados de las colinas en el lado norte de la Gran Mezquita para permitir una expansión que ampliaría el espacio para que un millón de personas más puedan orar. Hasta ahora la ampliación ha costado 10.000 millones de dólares dijo al-Khedheiri.

La organización del hajj es una gran oportunidad para que la familia real de Arabia Saudita demuestre el aval islámico necesario para su legitimidad. El rey saudí, Abdula, incluye entre sus múltiples títulos el de “guardián de los dos templos”, es decir, la Meca y la cercana ciudad sagrada de Medina.

Durante los cinco días del hajj, los peregrinos avanzan con dificultad entre varios lugares, desde la Kaaba al Monte Arafat, una colina en el desierto a 19 kilómetros (12 millas) de distancia.

El reino saudí ha expandido la infraestructura en los años recientes y algunos de los cambios han servido sin duda para salvar vidas. Los ritos en Mina, entre La Meca y el Monte Arafat, solían tener estampidas mortales pues las multitudes intentaban pasar frente a tres paredes de piedra que simbolizan al demonio, para apedrearlas. Ahora un conjunto de edificios parecidos a un estacionamiento de varios pisos rodean las paredes, lo que permite que los peregrinos formen hileras cerca de ellas más fácilmente y no han ocurrido estampidas desde el 2006.

Al-Kedeiri dijo que los terrenos en los que se construirán los rascacielos son propiedad de las autoridades islámicas, por lo que las ganancias serán destinadas a la manutención y mejoramiento de los lugares sagrados.

El temor es que las construcciones favorezcan a los peregrinos más ricos a pesar de que el viaje a La Meca es un momento en el que los musulmanes deben presentarse ante Dios como iguales y puros además de llevar unos días de vida austera.

Algunas de las torres tienen habitaciones con una vista a la Kaaba, algo que piden muchos ricos que no quieren mezclarse con las masas pero que quieren orar viendo al templo. Además las habitaciones tienen servicio de mayordomo las 24 horas e incluso un “equipo para el hajj” con ropa de diseñador para usarla en los rituales.

Los precios van de los 1.600 dólares por noche en una habitación regular a 6.000 dólares por noche en una suite real. Según las autoridades los hoteles estaban totalmente ocupados este año.

Las torres con hoteles y centros comerciales contrastan mucho con las condiciones de otros peregrinos, muchos de los cuales se quedan en casas rentadas atestadas, hasta con 20 personas por habitación o entre los sitios sagrados con una pequeña carpa para acampar.

E incluso los campamentos para peregrinos fuera de La Meca han optado por mejores servicios. En algunos se ofrecen cenas con carne a la parrilla, puestos de jugos, sombrillas y sillas para tomar el sol.

“Todo es demasiado caro”, dijo Kaled Abdel-Maksoud, un ingeniero civil egipcio de 50 años, que gastó 1.000 dólares de peregrinación para él y su esposa a pesar de sólo acampar.

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