RELATO 1.- Fue por éstas a veces alegres y a veces tristes fechas decembrinas cuando lo ví en la Plaza Juárez muy cerca del carrusel jovial, atento y muy sonriente en compañía de sus tres hijos. Eso sucedió hace un año.
Uno de ellos saboreaba un rico elote asado con mayonesa y queso y él, los abrazaba, los protegía de la multitud y se daba tiempo para saludar a quien se cruzaba en su camino.
Su rostro y el de sus hijos se iluminaba en la medida en que se acercaban a las cientos de lucecillas del carrusel y tan pronto me descubrió me saludó cortésmente, al igual que lo hizo de beso con mi esposa Blanca.
Se le notaba despreocupado y como que disfrutaba al máximo de aquel momento tan familiar. ¿Qué pasó, como estamos?, me preguntó. “Bien, todo bien”, le respondí. ¿Qué te parecieron los villancicos?. “Súper, ahora si que se lució el Gober, porque hasta de lejos se aprecia la calidad del espectáculo”, le dije.
En otra ocasión años atrás, él llego sorpresivamente a una fiesta de mi cumpleaños cuando casi culminaba su campaña para diputado local y, sencillo, convivió con mi familia, se echó una cheve con mis amigos y hasta entonó algunas melodías huapangueras que bien interpretó el hijo de José Gudiño, Adrián.
Se dejo conquistar por el ambiente que reinó en ese ágape y cuando se despidió me felicito por la familia que Dios me regalo, tan unida, tan alegre y tan noble.
Esos y otros momentos lo recuerdo, porque siempre sonriente, siempre acomedido, se ganaba a su paso el cariño y la admiración de quienes estaban cerca de él, en razón de que su maratónica trayectoria por el servicio público y político lo elevaba a la estatura de un titán.
Era alguien a quien no se le puede olvidar y eso mismo sucedió durante el homenaje luctuoso que le rindieron sus compañeros contadores del INCOPSE, tan emotivo, tan triste y tan nutrido de emociones encontradas que se deslizaron hasta a las lágrimas.
Y cómo no, si se proyectó un video con fotografías que dataron desde su niñez hasta sus 40 años de vida y allí estaba él, hincado frente a una silla de ruedas escuchando y acariciando a una ancianita minusválida, junto a las señoras de las colonias, de los campesinos y de los jóvenes deportistas, que no lo olvidan.
Y allí estaba él, del brazo del Doctor Rodolfo Torre Cantú, quién fue su amigo del alma hasta el último momento.
Conmueve, estremece, la calidad humana que proyecta ese video, que con un nudo en la garganta fue observado con dolor y detenimiento por su esposa Jessica, por sus hijos, por sus padres y por sus amigos que una vez más le lloraron en silencio.
No hay palabras para describir el tamaño de amigo que era Enrique Blackmore Smer, porque fue un buen esposo, buen padre, buen hijo y buen hermano.
Desde aquí le tributo una oda y me alegro de que aun a tiempo, en vida, disfrutó lo que merece aquel que es un ser especial, brillante completo y querido.
Va por ti, mi amigo, porque siempre lo serás.
Aunque ya no estés entre nosotros.
RELATO 2.- Todo listo para la última cabalgata que encabezara aquí el Gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, quién con esto demuestra que no lo distrae el chisme mal intencionado y el ambiente enrarecido que cubre como nube sus últimas actividades.
Su actitud, inyecta seguridad a sus gobernados, quienes hasta el último minuto de su gestión quieren ver a un líder firme, decidido, coherente y completo.
El pueblo está con él porque así se lo ganó, y porque a base de trabajo, de respuestas claras, de dignidad y de una brillante conducción política su fama escapó de nuestros límites y de nuestra frontera.
Nada parece detener el camino de Eugenio para consagrarse como un gobernador que dejara una huella enorme, un sello bien marcado en Tamaulipas que ni con gasolina y fuego se puede borrar.
Este puede ser su último evento multitudinario y será el lugar adecuado para tasar a quienes estuvieron con él en las duras y en las maduras.
Y allí estaremos.
Correo electrónico: [email protected]