-Fue el único religioso que participó en Cumbre de Can Cún
Gastón Monge/EnLíneaDIRECTA
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- En su participación en la Cumbre de Can Cún, en donde se tomaron acuerdos importantes sobre el cambio climático, el obispo de la Diócesis de Nuevo Laredo, Gustavo Rodríguez Vega, dijo que al hablar a nombre no solo de la Iglesia de México, sino de todas en el mundo, planteó que cuidar el planeta tiene un sentido también espiritual y ético.
Propuso que las iglesias también pueden aportar algo en cuanto a la conciencia del cuidado del planeta, a la que llamó ‘la obra que Dios ha creado’.
“Hicimos un llamado a la responsabilidad y a la solidaridad para con los más pobres y los más necesitados”, expresó.
Lamentó que la política en ocasiones se encuentre por encima de los conceptos humanos y de la naturaleza, pero dijo que cuando se pone como primer fin el económico, es cuando la política se sobrepone a cualquier cosa.
“La economía debe supeditarse al respeto de la naturaleza y sobre todo, a las necesidades de los más pobres”, expresó.
Reconoció que durante los días en que se reunieron los líderes mundiales en dicha cumbre no hubo acuerdos prontos, pero dijo que al final del evento se llegó a un acuerdo sólido y firme, pero dijo que solo se llegó a la creación de un ‘fondo verde’, “pero Estados Unidos y China son los países que necesitan dar el paso para que el resto del mundo lo de también”, explicó.
En la homilía que el sacerdote ofreció al término de la reunión de Can Cún, dijo que “la cuestión ecológica es antes de todo una cuestión antropológica. La visión religiosa de la existencia nos hace confesar que todo cuanto existe tiene su origen en Dios”.
Agregó que “hemos recibido la naturaleza no como un montón de desechos esparcidos al azar, sino como un don del Creador, que ha dado consistencia propia a todas las cosas, y a los hombres y a las mujeres nos ha dado la capacidad de descubrir la estructura interna de las creaturas y en ella, las orientaciones que se deben seguir para guardar y cuidar”.
El obispo neolaredense fue el único sacerdote de México y del mundo que participó en esa cumbre climática, por lo que asumió con responsabilidad ese papel, al decir a los mandatarios que asistieron el evento, que “quienes nos gobiernan tienen una gran responsabilidad en la tarea del cuidado del medio ambiente: confiemos y pidamos por nuestros gobernantes, para que en sus deliberaciones no se limiten a defender condiciones de productividad y competencia, sino pongan en el centro a la humanidad y no desconozcan el derecho-deber de los pueblos de la tierra a ordenar su vida a partir de la comprensión religiosa de la existencia”.