


Gaston Monge/EnLíneaDIRECTA
Jalpa de Serra, Querétaro.- Los habitantes de Jalpa de Serra, municipio ubicado en las faldas de la Sierra Gorda de Querétaro, continúan con la fiesta de recibimiento de los casi 200 paisanos que arribaron al filo de las 22:00 horas del lunes al pueblo, luego de casi 20 horas de travesía desde Laredo, Texas.
En el trayecto de casi mil kilómetros no hubo contratiempos relacionados con la inseguridad o la corrupción, tal vez porque en esta ocasión la caravana estuvo bien organizada, y porque los paisanos dijeron estar hartos de tanta corrupción.
A las 04:00 horas del lunes salieron de Laredo, Texas, aunque para cruzar el puente internacional tardaron tres horas y media.
Una vez en Nuevo Laredo, se les unieron tres patrullas de la Policía federal, las que custodiaron los casi 35 vehículos de paisanos hasta los límites con Nuevo León, y así fue, como una carrera de relevos de la corporación, hasta llegar a los límites de San Luis Potosí con Querétaro, en donde la vigilancia pasó a manos de la policía estatal de esa entidad.
Al llegar a Jalpan, la sorpresa para los paisanos fue mayúscula, ya que al momento de pisar su lugar de origen, el sonido de una tambora tocada por la banda municipal, el ajetreo de un grupo de jinetes y el olor a pólvora dejada por los fuegos artificiales que anunciaban su llegada, dejó pasmados a los paisanos que agotados del largo viaje, agradecieron tal recibimiento.
“No me lo esperaba. Es la primera ocasión que nos reciben de esta manera, exclamó sorprendida Angélica María Salinas, quien desde hace 25 años dejó el pueblo para aventurarse en Estados Unidos como indocumentada.
A bordo de una poderosa camioneta, recuerda sus años de sufrimiento por la falta de trabajo y de oportunidades.
Ella, al igual que el resto de los paisanos que viajaron juntos desde Laredo, Texas, se sintió motivada por la forma en que fueron tratados desde el momento de pisar suelo mexicano, en Nuevo Laredo, a las 07:00 horas del lunes, cuando elementos de la Policía Federal los acompañaron hasta este pequeño municipio serrano.
Los jalpeños esperaban a los paisanos desde las siete de la noche, pero hubo retrasos en el camino.
Aun así, pese a llegar tres horas después, la gente salió de sus casas e invadió las estrechas callejuelas por donde apenas cabe uno de los vehículos tripulados por los paisanos.
La fiesta apenas comenzaba, por lo que las camionetas de los paisanos fueron guiadas hacia el centro del ruedo donde se practica la fiesta popular de Jalpa, el jaripeo y la monta de toros.
Allí fue recibido el diputado local por el PAN, Fernando Rocha Mier, partido que domina el municipio, por el joven alcalde Miguel Ángel Rocha Olguín, quien a título personal agradeció a los paisanos el ser generadores de uno de los principales ingresos de este municipio, como son las remesas, las que desafortunadamente este año bajaron en un 20% con relación al año pasado.
Junto con río Verde y otros municipios de la región, distantes poco más de 50 kilómetros, han exportado a Estados Unidos más de 40 mil personas, entre hombres y mujeres, de acuerdo a datos ofrecidos por el alcalde de ese otro municipio, Hilario Vázquez Solano.
La fiesta
Para los jalpeños cualquier pretexto es motivo de festejo, y el arribo de los paisanos fue el pretexto en esta ocasión, por lo que desde el fin de semana los habitantes del lugar organizaron la recepción, con fuegos artificiales y venta de antojitos típicos de la región.
La fiesta en Jalpan dura el resto del año y termina hasta el seis de enero, pero el 28 de diciembre, día señalado por los jalpenses como el ‘Día del Paisano’, se organiza un peculiar concurso en el que sale a flote el ingenio de sus habitantes que se fueron a Estados Unidos.
Consiste en adornar de la mejor manera sus camionetas, y el ganador se lleva un premio de mil dólares, moneda que es tan común en el pueblo como las camionetas de lujo y las Pick Up, que se ven pasar por las calles del municipio.
Jalpan de Serra es un pequeño municipio de dos mil 500 habitantes, que se ubica en el corazón del llamado Eje Volcánico Central, en cuyos alrededores habitan pequeñas comunidades indígenas otomíes.
La falta de trabajo obligó a que muchos de sus habitantes, tanto hombres como mujeres hayan emigrado a diferentes lugares de Estados Unidos, los que ahora retornan a su tierra triunfadores y a bordo de enormes, modernas y vistosas camionetas que circulan por las pequeñas callejuelas de este poblado.