Baños de petróleo en Naftalan

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Tom Esslemont
BBC

Lo más cerca que la mayoría de nosotros llegamos a estar del petróleo que brota de la tierra es cuando ponemos su versión refinada en nuestros autos. En Azerbaiyán, un país que exporta millones de barriles de petróleo a Europa, incluso se bañan con él.

La ciudad de Naftalan debe su nombre a la palabra griega nafta, que significa “del petróleo” y es la fuente de una rica variedad de crudo que contiene una sustancia química curativa -la naftalina- que cada vez que se utiliza más para tratar la artritis y otras dolencias comunes.

Las tuberías oxidadas de la ciudad balneario de Naftalan en el oeste de Azerbaiyán harían pensar que se trata de una ciudad en decadencia, oprimida, pero es lo que sale de ellas lo que importa.

En un cuarto de baño, en el interior del más antiguo sanatorio de la ciudad -conocido como el Centro de Salud Mágico- Ahliman Guliyev, el ingeniero de spa, está a punto de abrir los grifos. Y cuando lo hace, fluye el petróleo crudo más espeso que he visto nunca.

Salpica las paredes de la bañera blanca del esmalte en el centro de la habitación y siguen brotando gotas de grasa negra de los grifos. Parece melaza, pero por el olor se puede decir que es petróleo.
Bueno hasta para la política

El primer cliente del día es Fahradin Safarov, quien tiene unos 60 años de edad y sufre de artritis.

Él entra en el cubículo, coloca su pequeña toalla en una silla y se mete, desnudo, en la tina de petróleo crudo. El opaco líquido está caliente, unos 40º centígrados … y pronto sólo su rostro, enrojecido por el calor, es visible. Se recuesta, consciente de que sólo tiene diez minutos para disfrutarlo.

“Fahradin, ¿qué se siente?”, le pregunto.

“Es como chocolate -porque es dulce para mí- es el aceite de mi país. Lo utilizamos en los autos y en las personas también. Está caliente y me está haciendo mucho bien. Ayuda a curar mi artritis. Soy alcalde de mi ciudad. Cuando vuelva me voy a ver y sentir como un hombre nuevo. ¡Y creo que ayudará a que me elijan de nuevo!”.

A pesar de las advertencias

En el cubículo de al lado, hay risas. Arif Bayramov acaba de terminar su remojo del día. Los diez minutos que le adjudicaron se vencieron, pero parece casi eufórico, tal vez por los fuertes vapores.

El personal aquí ha impuesto el límite de tiempo porque dicen que por más tiempo podría conducir a la hipertensión arterial.

Ellos ignoran las advertencias de los expertos de Occidente quienes dicen que la sustancia química clave en el aceite -el naftaleno- es cancerígeno, y lo mismo ocurre con Arif.

Mientras que mucha gente decide ir a relajarse a orillas del mar para curar sus dolores musculares o de sus dolores en las articulaciones, ¿por qué alguien como Arif elige venir a tomar baños de aceite?

“Esta ciudad -Naftalan- es un lugar donde suceden los milagros”, asegura.

“El mismo petróleo es mágico. No estoy tan enfermo, pero vengo aquí todos los años para evitar que mis articulaciones se deterioren. Vengo aquí a descansar, disfrutar de un masaje y un baño en lo que es un entorno muy natural”.
Más allá de la frontera

Con un instrumento parecido a un calzador, Ahliman raspa el aceite de Arif, quien, a continuación, se mete bajo la ducha y con una botella de champú fuerte se enjuaga el resto de la grasa.

Él y Fahradin son fanáticos del tratamiento Naftalan y ese entusiasmo por este lugar, que se asemeja al de seguidores de un culto, se extiende mucho más allá de las fronteras de Azerbaiyán.

Me diagnosticaron en Lituania artritis reumatoide y allá no había cura, sólo remedios fuertes que yo no quería, así que decidí probar aquí”, le comenta a la BBC Egli Braikeviciuoe.

Cuenta que ya había probado todos los remedios para otros dolores artríticos. El spa de petróleo crudo fue el último recurso, pero como el costo es de unos US$200 por una semana, se lo pudo permitir.

“Sí, ahora estoy realmente mejor. Todos los que me vieron el primer día aquí pueden confirmar que estoy cada vez mejor y mejor”, asegura.
Ayer y mañana

La popularidad del balneario Naftalan petróleo alcanzó su clímax en la década de 1980, y en muchos aspectos todavía huele a una época pasada.

La cocina sirve los mismos platos para todos los huéspedes. El médico jefe, Gultyakin Süleymanova, anda con un bastón negro, y, mientras la BBC estuvo ahí, recibía llamadas misteriosas de funcionarios locales.

Le preguntaban por qué ha dejado que entraran periodistas extranjeros sin el permiso de la administración presidencial, que está a cientos de kilómetros de distancia.

Naftalan -que ahora ostenta dos nuevos sanatorios- es un lugar cada vez más apreciado y secreto.

Con un silbido fuerte en las tuberías, todo comienza de nuevo: las mujeres en batas blancas regresan obedientemente a los baños del centro de salud mágico con expresiones serias en sus rostros. La sesión de baño de la tarde está a punto de comenzar.

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