El peruano Jorge Luis M. dice que estaba durmiendo cuando le seccionaron el miembro viril, que no sabe quién lo hizo ni por qué
A la Policía casi le sorprende más la declaración del taxista que la agresión recibida. El hombre, de 49 años, dijo que no sintió nada cuando una mano anónima –todo apunta a la de su mujer- le cortó el pene. La rápida intervención de los médicos logró que el sujeto no perdiera el miembro. Éste fue reimplantado con éxito, aunque los facultativos no garantizan funcionalidad plena.
Jorge Luis M. jura y perjura que estaba durmiendo cuando le seccionaron el miembro viril. También que no sabe quién lo hizo ni por qué. En su testimonio repite que el domingo por la mañana, después de hacer el turno de noche, llegó a su casa, se acostó y cayó rendido junto a su esposa, ambos peruanos. La siguiente escena que recuerda es abrir los ojos sobresaltado y de inmediato sentir “que le faltaba algo”. La mujer, Sara, de 50 años, ratifica sus dichos pero los agentes se manifiestan incrédulos frente a esa versión.
Según ella, que llamó a la ambulancia a las 9.15, no es ni sabe quién fue la ejecutora de un corte que, por milímetros, no provocó la amputación completa del pene de su marido. El diario Clarín publica que los agentes creen que “él le tiene miedo” y por eso guarda silencio. Dudan si fue anestesiado mientras dormía, y de ahí la ausencia de dolor, o miente y el tajo fue sin paliativo.
La versión sudamericana de Lorena Bobbit
Los hechos, versión sudamericana del caso Lorena Bobbit, sucedieron en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe, en el centro de Argentina). La Policía sospecha que la verdad es que Sara tuvo un arranque de cólera provocado por una infidelidad del marido y decidió hacer justicia por mano propia. Entre las hipótesis que baraja no descarta que ambos hicieran un pacto de silencio para que ella no termine en la cárcel. De hecho, José Luis no presentó ninguna denuncia y la justicia actúa de oficio.
El hombre, que continúa ingresado en un hospital rosarino, supero con aparente éxito una intervención de más de dos horas para reimplantarle el miembro. Ahora evoluciona favorablemente pero, “el estado de recuperación, respecto de la erección habrá que evaluarlo en las próximas semanas. Lo que más inquieta es que el aparato urinario pueda funcionar sin secuelas”, declaró a Clarín Claudio Alonso, director del hospital.