Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Mareo de poder

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Es increíble que haya personas que sufran los efectos de los marinos de primer viaje: el mareo es una de las características de quienes se hacen a la mar y no tienen la experiencia necesaria.
El arrullo de las olas les mece hasta provocar el mareo; en el caso de los marinos, sucede que se ponen mal, vomitan o caen y tienen que acostumbrarse a su nueva vida.
Igual sucede en la vida real, en el mundo citadino, en las esferas del poder.
La Real Academia de la Lengua dice que mareo es acción de marearse, y marear, lo define de la siguiente manera: “Dicho de una persona o de un animal: Desazonarse, turbársele la cabeza y revolvérsele el estómago, lo cual suele suceder con el movimiento de la embarcación o del carruaje y también en el principio o el curso de algunas enfermedades”.
Sobre lo anterior, conocemos una “enfermedad muy socorrida y frecuente, que se presenta cada tres años, aunque cada seis se advierte en la sociedad con mayor intensidad. El mareo de la gente que llega y piensa que los cargos son eternos.
En este sentido, cobran vigencia las palabras de la profesora Blanca Anzaldúa Nájera, quien durante su gestión al frente del Instituto de Cultura, allá por el sexenio de don Américo Villarreal Guerra (+) decía: “mira, el cargo éste es para servir al estado y para hacer amigos; estoy consciente que puedo dejarlo si me lo piden, el día de mañana, o concluir el sexenio, por eso, me debo llevar muchos amigos”.
Y algunos servidores públicos han hecho eco a esta recomendación, ya que al tomar posesión, luego de haber sido incluidos en el equipo de trabajo del ingeniero Egidio Torre Cantú, se han dispuesto a cumplir con la encomienda encargada, y servir a los demás: han entendido que es un premio y un compromiso, porque se han convertido, de políticos a servidores públicos, siendo esto lo más importante. Quien no aprende a servir, no sirve para estar en un cargo, y eso lo tienen claro los triunfadores.
Claro, en todos los equipos hay gente que no sabe adecuarse a su nueva realidad, y sufre ese mareo que dice la RAE que marea a algunos sujetos, pero sobre todo, a los animales, a quienes, entre otras cosas, se les turba la cabeza.
Victoria, la capital, está de plácemes porque hemos elegido a un excelente político como presidente municipal: Miguel González Salum, lo comentamos hace meses, es un hombre de principios, moral, honestidad, eficiencia, disciplina y mucho trabajo, y ha invitado a su equipo a gente que tiene que entender la mística del alcalde González Salum: trabajar para los demás.
Aquí no caben pretextos infantiles como “que pase primero la señorita”, o el de “son del sindicato, pasan primero, porque los criterios los establezco yo”.
¿Así o más autoritarios?
El organigrama municipal tiene muchos nombres, cargos y puestos, todos, enfocados a cumplir con las expectativas que tiene la ciudadanía de sus servidores públicos. Los síndicos y regidores llegan al Cabildo por elección, ya que se conforma una planilla electoral que encabeza el candidato a alcalde, y luego se nombra a los que llegan por porcentaje de votos.
Pero los funcionarios… esos tienen que elegirse cuidadosamente, ya que uno de éstos puede echar a perder el buen trabajo o intenciones de quien dirige los destinos del gobierno local, en este caso, don Miguel González Salum.
No entendemos, sinceramente, el hecho de que se manejen, a 17 días de haber tomado el cargo, con la prepotencia típica de una persona que no tiene la adaptación necesaria para servir; el pensar que las audiencias se manejan a criterio del servidor es una grave falla que se ha institucionalizado: las personas son las mismas, sea cual sea el cargo, y nadie tiene por qué ser autoritario, menos en una administración que encabeza una persona con tacto político, mucha educación y disposición de hacer el mejor de todos los papeles como alcalde.
Miguel no merece tener en su equipo de trabajo a gente que no tiene mística de servicio, porque destrozan las buenas intenciones.
Y sucede que éstos –los que llegan sin estar preparados- se marean muy pronto: cierran sus oficinas con llave y no permiten a nadie entrar; “conceden” audiencias según su criterio, cuando la ciudadanía no tiene por qué padecer ese sentimiento endiosado que manejan.
No son dioses, no son sagrados: son seres humanos con la oportunidad de servir, nada más. Así de sencillo es el asunto.
Existen áreas en una administración que son vitales para su buen funcionamiento, dado que tienen mayor roce son la comunidad, y dentro de ésta hay gente de todo tipo, es decir, hay que tener el talento necesario para el manejo de los diversos asuntos que llegan ahí.
Suponemos que estos personajes deberán entender la “línea” de gobierno, y entenderán que más que un premio, el haber sido invitados a su cargo implica un gran honor y una enorme responsabilidad, porque podrán servir sin marearse, para que los ciudadanos entendamos que la autoridad está para eso: para servirnos.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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