Este 22 de febrero celebró el mundo entero el natalicio de Robert Steaphenson Smith, conocido mejor como Lord Robert Baden Powell, primer varón de Gillewll.
El nombre no dice mucho a la mayoría de las personas, sin embargo, hay un grupo social muy importante que lo recuerda con mucho cariño: BP, como se le conoce, fue fundador del movimiento Scout en el mundo y ha dejado un legado importantísimo a la humanidad con esta acción que pese a que ha sido minimizada en los últimos años y subvaluada, sigue siendo una de las grandes alternativas para que el individuo aprenda a valorarse a sí mismo, que pueda valerse también por sí mismo y tenga la capacidad de ayudar a los demás sin esperar recompensa.
El movimiento nace en Inglaterra, donde Baden Powell idea la formación de un “ejército” para niños, donde se les pueda enseñar una serie de actividades tendientes a ser autosuficientes, pero sin dejar a un lado los tres principios que debe observar todo ser humano: Dios, Patria y Hogar.
Decía que el ser debe tener una idea religiosa y vivir acorde a ella, amar a su patria, trabajar por ella en el estudio o el campo profesional, y también deberá observar sus principios fundamentales, esos que se enseñan cuando nacemos, en la misma casa.
Manejaba tres virtudes esenciales: lealtad, abnegación y pureza, en sentimientos, acciones y todo lo que concierne al individuo. El movimiento tuvo su primera aparición en el Palacio de Cristal, en Londres, con un campamento donde se puso de manifiesto la importancia de adiestrar a los niños y jóvenes para el futuro, con valores de toda índole.
Si todos tuviéramos una preparación adecuada seguramente seríamos mejores seres humanos y no cometeríamos tantas acciones torpes e ilógicas que lastiman a los que viven en torno nuestro.
El fundador comienza a extender su movimiento en el mundo entero, y es en el año de 1926 cuando llega a México para encontrar un campo fértil, basado en tres secciones que eran la manada, tropa y clan, de 6 a 11, 12 a 17 y 18 a 23 años, respectivamente, porque se consideraba que así debía separarse el desarrollo del hombre. Ahora hay más secciones y se han instrumentado programas poco lógicos, pero que tienen en el libro “Escultismo para Muchachos” su firme base, y la filosofía de Baden Powell como guía.
¿Qué decir de los Scouts? Bromas y comentarios de mal gusto nos ubican en un contexto equivocado: el scout es una persona de bien que busca hacer el bien a los demás sin mirar la recompensa ni esperarla: es un hombre que tiene el mayor compromiso consigo mismo y con su desarrollo, sabedor que lo anterior le permitirá ser factor de cambio en una sociedad que está urgida de gente positiva y colaboradora con los demás, que pueda ser también un instrumento de apoyo a los necesitados, una fuerza para el débil y un amigo para el que requiere de esa voz o esa mano que le levante de donde se encuentra derrotado. El scout es ese ser humano maravilloso que puede convertir al mundo, como lo soñó BP en su momento.
Cierto es que para muchos scouts ha pasado la fecha totalmente desapercibida porque no se ha inculcado quizá el recuerdo de los seres que nos hacen ser lo que somos.
Es este el movimiento que ahora tiene representantes en Victoria a través de los grupos 1 y 4 principalmente, así como en otras partes de Tamaulipas y el mundo entero.
El lema de la tropa “siempre listo para servir” nos habla mucho de lo que se espera de quienes alguna vez hicimos la promesa en cualquiera de las tres ramas iniciales y aseguramos que entregaríamos las virtudes cultivadas a lo largo de nuestra existencia al servicio de los demás.
Es algo así como un apostolado social, porque finalmente, el Scout trabaja para la sociedad y entrega lo mejor de sí a este grupo social del que surge como individuo, como persona, como ser humano.
En la ciudad de México se encuentra el monumento nacional al fundador; en Meztitla, Morelos, el campo escuela donde también se recuerda a Baden Powell y su gran labor en pro de la sociedad.
¿Qué nos queda a nosotros? Seguir el ejemplo de una persona que vivió para servir a los demás, procurar cultivar todas las virtudes humanas y hacer de nuestra existencia el mejor motivo para entregar lo que somos a quien verdaderamente lo necesita.
El movimiento Scout está aún de fiesta, porque a 154 años de distancia, el Barón de Gillwell sigue vigente: su enseñanza nos permite conjurar muchas actitudes negativas de la juventud. Si hubiera más de este tipo de acciones, seguramente el país no tendría la problemática que vivimos a diario y nos tiene en constante zozobra.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!