¿Estás con una pareja obsesiva?

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Yaho

Por Fabio Fusaro viernes 15 de abril de 2011 13:07 PDT
Juan Carlos se quería matar.

Había conocido a María Isabel un año atrás por medio de una página de contactos. Creía ser el hombre más afortunado del mundo al encontrar una bella mujer, separada sin hijos y que en materia de sexo era algo así como una nifómana insaciable.

El problema comenzó a aparecer cuando Juan Carlos empezó a sentir que su sentimiento hacia Maria Isabel no parecía crecer en la misma proporción que el de ella hacia él y al mismo tiempo sentía como una excesiva demanda de atención.

Fue entonces cuando decidió ponerle fin a esa situación exponiéndole lo que le sucedía y pidiéndole estar un tiempo separados (como para suavizar un poco el dolor que ella podría sentir ante una ruptura definitiva).

Ese fue el comienzo de la pesadilla.

A partir de ese momento María Isabel se convirtió en una completa obsesiva.

Los llamados eran constantes. Cuando él no atendía el teléfono, no dejaba de enviarle mensajes de texto. Podría llegar a enviar doscientos en un día.

En esos mensajes alternaba las súplicas y declaraciones de amor con los más bajos y terribles insultos y amenazas de todo tipo (inclusive de suicidio).

Al ver que los llamados y mensajes no surtían efecto, comenzó a aparecerse en su casa. Si él no estaba podía llegar a quedarse esperando durante dos o tres horas según relatos de los vecinos.

Si veía luz en su ventana, se quedaba horas tocando el timbre y llamando por celular de manera incesante.

Su argumento era simplemente que Juan no podía abandonarla después de lo que habían vivido juntos. Aseguraba que él le había arruinado la vida y que por lo tanto si no regresaban ella tenía derecho a arruinársela a él, e iba a hacer uso de ese derecho.

No conforme con aparecer por su casa comenzó a hacerlo también por su trabajo.

Posiblemente al leer esto alguien pueda recordar el personaje de Glenn Close en la película “Atracción Fatal”. Y no es casualidad, porque tanto ese personaje como María Isabel sufrían el mismo mal.

Si alguna vez nos vemos envueltos en una situación similar es útil que sepamos que estamos ante una persona que sufre un trastorno de la personalidad llamado “Trastorno límite de la personalidad” o también “Trastorno Borderline”.

El DSM IV (Manual de diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales) define este trastorno de la siguiente manera:

“Un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos”

Algunas de sus características son:

Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado, un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación (por momentos te aman, por momentos te aborrecen), alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable, impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida), comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o comportamiento de automutilación, inestabilidad afectiva, sentimientos crónicos de vacío, ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira”.

Este trastorno se da en ambos sexos aunque las estadísticas dicen que es más frecuente en mujeres en una proporción de aproximadamente 3 a 1.

¿Alguna vez has estado en una situación similar a la de Juan Carlos o conoces a alguien que haya pasado por ella?

Fuente:
www.yahoo.com.mx

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