Óptica/Gastón Monge *¿Al maestro con cariño?

0

Esta frase, hace algunos años, recuerdo que era una de las más practicadas por los niños estudiantes y por sus padres, debido a la enorme dedicación que los mentores de antaño le ponían a esa carrera que era una de las más queridas entre todas las que había en el país, porque el maestro era respetado y casi adorado, por sus conocimientos y por el don de saber enseñar a sus alumnos.
Esos maestros, tan preparados en lo intelectual y tan incomprendidos en sus necesidades materiales, eran los pilares de una educación que se avizoraba fuerte en el horizonte cercano de nuestro país, y que se veía venir como una avalancha de saber incontenible, que fincaría en los niños de entonces el camino que deberían seguir en el futuro, con una adecuada orientación vocacional hacia el trabajo y el respeto hacia sus semejantes.
Eran tiempos en que el saber era una necesidad, y aunque las oportunidades eran pocas, no había diferencias entre el maestro urbano y el rural, solo las comodidades que da lo urbano y las carencias que se amontonan con la lejanía del campo, porque ambos enseñaban con pasión lo que habían aprendido y aprehendido en las aulas.
Al igual que el médico y el sacerdote, el profesor era una especie de consejero y un hábil experto en muchas tareas. Era respetado, admirado y muy querido, porque representaba la imagen del que aprende para enseñar y del que ofrece para no recibir.
Habían algunos maestros renegados como los mentores rurales de Guerrero, Genaro Vázquez Rojas y luego Lucio Cabañas, quienes dotados de una inteligencia admirable, vieron en la práctica de la educación, un instrumento para la liberación del sometimiento al que se estaba llevando a la sociedad mediante la práctica de un nuevo sistema educativo menos crítico, por lo que fueron perseguidos y sometidos.
A ellos se les ha calificado más que renegados, mentores con ideas equivocadas que iban contra el sistema educativo nacional que veía la práctica de la educación liberadora como un riesgo al ‘status quo’ por establecer.
Al igual que las ideas del maestro brasileño Paulo Freyre con su pedagogía de la liberación, maestros como los que menciono y que hoy existen olvidados en las aulas escolares, temerosos de ser cesados, despedidos o enviados a escuelas tan lejanas como el olvido mismo, se niegan a practicar esa educación crítica por temor a represalias de la inmensa mayoría de maestros, aunque no siempre la mayoría cuente con la razón.
Hablar de esta corriente en la actualidad es oponerse a la educación vertical que practica el sistema educativo mexicano, en donde el alumno es simple receptor y el maestro el transmisor, sin crítica, sin pensamiento propio en ninguna de las partes.
El maestro es el que impone las reglas del juego y del aprendizaje; no hay lugar ni tiempo para la crítica porque la relación que se establece entre el mentor y el alumno, es completamente vertical, incluso para los mismos maestros con relación al sistema, que escoge los programas, los criterios y los procedimientos.
En ese contexto, sin crítica ni cuestionamientos, el mentor o educando, simplemente se adapta al sistema educativo ya establecido, en el que la inteligencia se mata al ser eliminada la creatividad y la crítica, dando como resultado el bloqueo del pensamiento y del pensar de manera independiente.
Y aunque esto que comento ocurrió hace 40 o 50 años, veo que hoy se manifiesta de manera casi idéntica, al menos en el magisterio de Tamaulipas, afianzado por un dirigente sindical anquilosado en un sistema educativo ya caduco y renuente a los cambios que ya desde entonces se gestaban y que fueron impedidos por mentores como Arnulfo Rodríguez Treviño, quien contrario a lo que el mismo dice, sus actitudes al frente de la sección 30 del sindicato más poderoso de América Latina afianzan los procedimientos de una educación vertical y obsoleta.
Por ello es que al ser entrevistado ayer en el festejo que el ayuntamiento y el sindicato ofrecieron a los mentores de Nuevo Laredo, vi en Arnulfo el rostro del retroceso y de la parálisis educativa, cuando calificó a los maestros y padres de familia de la secundaria 11 de esta frontera, de ser contrarios al sistema educativo tamaulipeco y de revoltosos, al igual que muchos otros que en la entidad luchan por romper el esquema vertical en el proceso de enseñanza/aprendizaje, es decir, que cuestionan los actuales métodos de enseñanza en las aulas, por impedir a los alumnos de educación básica la crítica y el cuestionamiento.
Quién estará mal. ¿Los pocos maestros que se atreven a desafiar al poderoso sistema educativo con todos y sus líderes, por considerar que es necesario un cambio en la práctica de la educación y hacerla más horizontal y crítica? ¿O los líderes y el resto de mentores que les siguen y que se oponen al cambio porque ello significaría hacer a un lado sus prebendas y canonjías?
¿Estarán equivocados los mentores que pugnan por una educación más crítica y menos convencional? ¿O quienes creen que la actual educación va en el camino correcto, pese a los magros resultados en las pruebas de enlace y otras tantas en que se fracasa a nivel de Tamaulipas, nacional y mundial?
Calificar al maestro que atenta contra su propia vida, como los mentores huelguistas de Tampico o los de Nuevo Laredo que son calificados por el dirigente sindical como ‘nacidos revoltosos’, no solo es una ofensa del propio dirigente, sino que es una muestra palpable de alguien que se niega al cambio porque no tiene la capacidad de promoverlo.
Cuando vi felices a esos dos mil 500 maestros en el Club de Leones, por no haber asistido a clases por enésima ocasión en este mes, me di cuenta del porqué nuestros niños no son capaces de aprobar una prueba de Enlace, y porqué están tan desalentados con unos maestros faltistas y flojos, a quienes tal vez poco les importa el motivar a niños deseosos de aprender más de lo que un maestro de esos enseña en las aulas de esta ciudad.
No entiendo cómo es que un dirigente de la talla de Arnulfo, cuya habilidad para salir avante ante cualquier cuestionamiento, puede decir que la educación en Tamaulipas va en franco desarrollo, si es quien alienta la corrupción, el nepotismo y la holgazanería en el magisterio.
¿Cuándo se ha visto que un maestro sea expulsado, reprendido, o tan siquiera que sus pagos hayan sido detenidos por señalamientos de padres de familia o de maestros opositores?
Por eso es que creo injusto que en momentos de crisis económica, y en un país en donde más de la mitad de la población sufre hambre por no tener trabajo o por tener salarios miserables, en donde dos millones de niños están en riesgo de no acudir a la escuela por tener que trabajar para el sustento de sus familias, se califique de ‘logro sindical’ un aumento salarial del 4.7 por ciento retroactivo de enero a la fecha, y que además se haya logrado el pago de dos días adicionales ‘por su buen desempeño en las aulas’.
No entiendo cómo es que en una ciudad como Nuevo Laredo, en donde existe un déficit de 120 maestros en las aulas de educación primaria, haya 62 maestros trabajando en el ayuntamiento cobrando doble y hasta triple salario por las dos o tres plazas que tienen y que no trabajan, cuando el sindicato que dirige Arnulfo, si como dice que apoya la educación aunque sea una total mentira, no los obliga a cubrir ese déficit para que el faltante sea de cuando menos la mitad.
Como ejemplo están los maestros Willehado Rodríguez Valdez, quien además de no ser maestro sino ingeniero, es director de la secundaria 2, regidor en el ayuntamiento y coordinador delegacional de la sección 30 del Snte, es decir, no trabaja y cobra tres salarios.
Jaime Mendoza Vega, maestro que por su amistad con Arnulfo, dejó la supervisión escolar 228, no da clases y en cambio, trabaja como titular del departamento de educación, ciencia y tecnología en el ayuntamiento.
Otro mentor que no trabaja es Carlos Arellano, quien tiene la plaza de director de la primaria Venustiano Carranza de tiempo completo, y a la vez y en el mismo horario trabaja para el ayuntamiento.
El profesor Julián Juárez, es además de supervisor de eventos municipales, invento creado en exclusiva para él, supervisor de la zona escolar 121 y maestro de ceremonias en eventos municipales, por lo que cobra tres salarios.
Luciano Reyes Álvarez es jefe del departamento para el desarrollo regional de la educación y supervisor de la zona escolar 52, y el caso más reciente es el del maestro Florencio Alvarado, quien por no acudir a la escuela, por prácticas de nepotismo, y otros señalamientos hechos por maestros de la secundaria 11, tuvo que dejar la dirección aunque sigue cobrando como director, y además cobra en el ayuntamiento por trabajar en el departamento de becas.
¿Qué acaso las autoridades de la Secretaría de Educación Pública (SEP) son miopes para no darse cuenta de tanta irregularidad? ¿O será acaso que esas autoridades adolecen de la misma enfermedad y callan para que no se diga de ellos lo que no quieren decir de los demás maestros?
¿Cuántos de esos 62 maestros que ‘trabajan’ para el ayuntamiento están cobrando varios salarios, mientras en las aulas de varias escuelas los niños no aprenden porque no tienen maestros?
La verdad, es una gran lástima que esto ocurra en nuestra querida ciudad, y lo peor es que las autoridades educativas y municipales han alimentado y mimado ese enorme monstruo llamado magisterio, el que como una hidra crece y hace crecer de su putrefacto cuerpo más y más cabezas en detrimento de nuestra educación nacional.

_______
Hasta mañana
([email protected])

(Visited 1 times, 1 visits today)