Decía la canción de Chava Flores que interpretaba magistralmente Pedro Infante: “Mira Bartola/ ahí te dejo esos dos pesos/ pagas la renta/ el teléfono y la luz/ con lo que sobre/ coge de ahí para tu gasto/ y guardas el cambio/ para echarme un alipus.
Chava Flores es conocido como el mejor compositor del llamado folklore urbano, sus letras retrataban una realidad del México de hace más de cincuenta años. Murió el compositor e intérprete, pero su legado ha quedado para todos.
Y como podemos ver, el tema del salario mínimo siempre ha sido motivo de debate: en tiempos del siglo pasado muchos se quejaban de que no alcanzaba al igual que ahora. Resulta inverosímil e irresponsable decir, como lo hace el secretario de Hacienda de apellido Cordero que hoy alcanza para más.
El individuo en cuestión aseguró el pasado lunes que por primera vez en décadas el poder adquisitivo del salario mínimo está creciendo en México, y lo que alcanza para comprar hoy es más que en la década de los ochentas cuando el poder adquisitivo se contrajo un 50 por ciento y en los noventa un 20 por ciento.
Naturalmente, líderes obreros, que tampoco viven con el salario mínimo y tienen privilegios económicos insultantemente prolíficos, salieron en defensa de los más de 50 millones de mexicanos que vivimos con un sueldo pequeño para una economía grande.
Según funcionarios federales como Cordero o Lozano, de Trabajo y Previsión Social, solamente el 3 por ciento de los “cotizantes” (así llaman a los empleados pobres) gana un salario mínimo, es decir, somos un país en boga, que no tiene problemas económicos en sus familias; los padres de familia somos mentirosos al afirmar que el dinero que ganamos no nos alcanza, y mentimos también al asegurar que antes comprábamos más despensa y, mandado que hoy.
Qué interesante sería que el secretario Cordero saliera de la burbuja polarizada en que vive y pudiera darse cuenta de cómo viven en Zacatecas, Aguascalientes o Guanajuato, donde la mayoría de los hogares depende de la madre porque los jefes de familia emigraron y viven de indocumentados para poder mantener a los suyos. Qué interesante, también, sería que el secretario Cordero visitara alguna tienda de autoservicio y, carrito en mano, surtiera la despensa de su casa –residencia, pues- y se diera cuenta que la papa, el plátano, la uva y sopas de pasta se han incrementado en su coste en forma significativa, cuando los salarios suben únicamente 2 o 3 por ciento anual.
El ejemplo más claro lo tenemos en la tortilla, que costaba 10 pesos el kilogramo y hoy pagamos 12 pesos, es decir, 20 por ciento más cara. Que supiera también que un refresco costaba 7 pesos y hoy cuesta 8.50, que significa más del 21 por ciento de aumento.
Si tuviéramos oportunidad de hacerlo, buscaríamos a los diputados federales para que en un acuerdo de pleno exigieran a los titulares de las secretarías de estado dejar de emitir comentarios o declaraciones irresponsables, plenas de mentiras y falacias que pretenden engañar a la población y ofenden la inteligencia ciudadana.
Federico Ovalle, de la Central Independiente de Organizaciones Indígenas y Campesinas –CIOAC- se enojó y aseguró que el kilogramo de tortilla ha sufrido un incremento de 87 por ciento entre 1981 y 2011.
Por su parte, el investigador de la Universidad de Chapingo Emilio López Gámez, según información del diario El Universal, indicó que en 1981 se compraban 8.3 kilogramos de frijol con un salario mínimo cuando en 2011 se compran solamente 3.2 kilogramos; con el huevo pasa lo mismo: se compraban 6.9 kilogramos y hoy solo alcanza para 3.13 kilogramitos. Pagaba un asalariado del mínimo 16.34 litros, y hoy paga solamente 5.32 litros.
Podríamos mencionar muchos ejemplos más, pero suponemos que no es necesario, dado que todos los que trabajamos y no pertenecemos a esa élite sabemos que el responsable (¿) de las finanzas en México no tiene la menor idea de lo que cuesta un bolillo o algo más.
Tamaulipas tiene una economía difícil pero no como en otras entidades: acá el poder adquisitivo no resulta tan grave a pesar de que muchos nos quejamos porque cada vez ganamos menos, porque pagamos más por la gasolina, el gas y productos de la mal llamada “canasta básica”.
No podemos quejarnos todo el día y todos los días: hay que buscar alternativas de ingreso para nuestras familias, propiciar que haya mejores condiciones para que el empleo sea mejor remunerado, sin embargo, para que esto suceda debe haber inversión en la entidad, debe proliferar el establecimiento de empresas como sucede en nuestro estado, y de esa forma, aunado a la garantía de seguridad para empresarios, empleadores, comerciantes y prestadores de servicio, podríamos considerar que haya más oportunidades para nuestros jóvenes recién egresados –un grave, muy grave problema- y también para quienes no somos ya jóvenes y tenemos la tarea de mantener a una familia, que hemos sido marginados por mil y una razones, y que las oportunidades laborales han disminuido, dejándonos condenados a vivir en un estado de extrema pobreza, de dificultad siquiera para cubrir nuestros gastos y mantener dignamente a nuestras familias.
Todos tenemos derecho a vivir dignamente, y eso, sinceramente, el señor Cordero no lo ha pensado siquiera. Lo bueno es que ya quedan únicamente 18 meses, y entonces México se repondrá de estas cosas.
Sería saludable que dejen de compararse con los “70 años anteriores” y se pusieran a trabajar en bien de los 110 millones de mexicanos.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!