Los pueblos tenemos cultura, tradición, costumbres…
Preservar lo anterior es obligación de todos, porque finalmente, venimos de un pasado con rasgos y características especiales; los tamaulipecos tenemos orígenes diversos, de ahí que muchos consideren que tenemos prácticamente “tres estados y tres culturas”, refiriéndose a las manifestaciones que todo mundo conoce de nosotros: las regiones norte, centro y sur.
La tradición literaria viene de muchas décadas atrás: grandes escritores hemos tenido, y en ese renglón, las autoridades culturales nos han permitido disfrutar de su obra con ediciones económicas, accesibles, que nada tienen de malo cuando la cultura y la manifestación de las plumas tamaulipecas está al alcance de todos, o casi todos.
Los últimos vestigios nos dicen mucho de la generación de escritores que tenemos hoy en día.
En pintura, recordamos a Cano Manilla, a Pedro Banda y muchos más: Rosales Lugo, Casamitjana, que aunque no es nativa de Tamaulipas es quizá más tamaulipeca que muchos. Tenemos escultores y músicos, actores y directores de teatro de una enorme magnitud: Medardo Treviño es el claro ejemplo de lo que se puede hacer cuando se tiene talento… y ganas de trascender.
Recién comenzó el concurso estatal de teatro “Maestro Rafael Solana” y hubo el reconocimiento para Alberto López, un promotor del teatro tamaulipeco que trascendió por su importante función. Por ahí estuvieron los “teatreros” de toda la vida: Rafa, Cuco, Beto y muchos más. Hay calidad y quedó de manifiesto lo anterior con lo que se ha presentado y lo que vendrá.
Pero en la cuestión musical, no podemos dejar de pensar en aquel Conjunto Típico Tamaulipeco creado por el entonces gobernador Norberto Treviño Zapata, apoyado por don Emilio Villarreal Guerra, a quien se le pudo hacer el reconocimiento en vida por su trascendente labor.
En la música hay que pensar en el inolvidable maestro Panchito Flores, en los hermanos Calderón y muchos, pero muchos más, quienes han dejado constancia de nuestra música: la polca, la redova y el chotís; la picota y el delicioso huapango, que nos distingue de otros estados norteños y nos ofrece una identidad muy especial, pese a que la huasteca tiene en otros estados a representantes muy importantes.
Y el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, a la par con el concurso de teatro, nos informa del encuentro de huapangueros que se lleva a cabo en Tula, legendaria ciudad del suroeste tamaulipeco, donde los niños están aprendiendo de los que saben y lo han hecho por años.
El huapango, con su chispa en la creación de versos que se adaptan a las circunstancias, los tiempos y personajes, con su jarana y el violín, que nos ofrecen compases para disfrutar de una de las danzas más ricas, tradicionales y hermosas de México, tiene en Tula una manifestación importante, porque están fomentando en los pequeños el preservar las raíces de nuestra gente, nuestro pueblo.
Resulta altamente satisfactorio para cualquiera de nosotros, en tiempos que la canícula nos abruma y ahoga, escuchar los compases que comprende cualquier pieza de huapango: la rítmica de este género musical nos ofrece alegría, ritmo y muchos recuerdos.
El Típico Tamaulipeco, pese a no ser lo que antaño fue, nos regala un excelente mosaico folclórico de la entidad, pero lo que se hace al trabajar con menores es mucho más significativo, porque en tiempos actuales el folclore se está perdiendo poco a poco: cada vez son menos las personas que tocan, cantan o bailan nuestras raíces.
Este tipo de acciones son las que merecen el reconocimiento de todos, el aplauso de los que podamos disfrutarlo, pero sobre todo, la satisfacción de quien ha emprendido como tarea propia el fomentar nuestras raíces, más, porque se hace en la niñez, futuro de la entidad.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!