Por Magazine
No es ciencia ficción, pero es seguro que algún día este sitio será el destino predilecto de los caza-tesoros intergalácticos. Se trata de una antigua estrella transformada en un planeta de diamante que gira en torno a un púlsar en la Vía Láctea. Se encuentra a sólo cuatro mil años luz de la Tierra –una distancia relativamente corta- y está ubicado en la constelación de la Serpiente.
La composición de este planeta es cristalina, y los astrónomos consideran que “gran parte” de este cuerpo “puede ser similar a un diamante”. Dicha información fue difundida por la prestigiada revista Science, con base en un comunicado emitido por la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).
Su tamaño corresponde a una quinta parte del tamaño de la Tierra, pero su densidad es incluso más alta que la de Júpiter. Junto con el púlsar, este astro de carbono forma un sistema binario. De hecho, gira alrededor de dicho púlsar a 600 mil kilómetros –una distancia inferior al radio de nuestro Sol- y completa una órbita cada dos horas y diez minutos.
Este planeta diamante –al que sus descubridores quieren bautizar como “Lucy”- sería el último residuo de lo que fue en el pasado una estrella enorme, cuya masa se desvió hacia la órbita de este púlsar.
Los púlsares son estrellas de neutrones, de unos 20 kilómetros de diámetro, que rotan más de 170 veces por segundo. Es decir, mientras la Tierra gira una vez en 24 horas, en ese mismo plazo un púlsar lo hace 15 mil millones de veces. Estas estrellas neutrónicas emiten pulsos de ondas de radio que son captadas por los telescopios.
Los púlsares se aceleran a medida que pasan los años robándole masa a su compañero, que usualmente es una estrella en proceso de morir llamada “enana blanca”. Hasta ahora se han documentado unos 200 ejemplos de este tipo.
En el caso de “Lucy”, a pesar de que la distancia entre ambos cuerpos celestes es corta, el planeta no ha sido destruido por las oscilaciones del púlsar debido a su tamaño, según detalla CSIRO en el comunicado.
“A pesar de la rareza, este planeta corrobora lo que sabemos sobre cómo estos sistemas binarios evolucionan”, explica uno de los astrónomos que encabezó de la investigación, Matthew Bailes (Universidad de Teconología Swinburne de la ciudad de Melbourne). De acuerdo con las observaciones realizadas, este planeta diamante parece estar compuesto principalmente de carbono y oxígeno, con elementos brillantes, como el hidrógeno y el helio.
Este planeta se descubrió después de que el equipo de científicos australianos avistara primero el púlsar desde Parkes, una localidad situada a unos 360 kilómetros al oeste de Sidney. Investigadores de toda Australia, así como de Alemania, Italia, Reino Unido y Estados Unidos, dieron seguimiento a este descubrimiento con telescopios desde el Reino Unido y Estados Unidos. Fue en este proceso donde notaron que los pulsos de la estrella neutrón se alteraban de manera sistemática, lo que podía ser la fuerza de gravedad de un pequeño planeta que formaba junto con éste un sistema binario.
Fuente:
http://e-consulta.com