ANECDOTARIO/JAVIER ROSALES ORTIZ *POR NUESTROS ENFERMOS

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Apenas asomaba la cara el sol al nuevo día y él ya se frotaba las manos para disfrutar lo que más le agradaba que era su delicado trabajo, éste, aderezado por el estrés, por la buena y la mala vibra y, a veces, por la ingratitud.
Aquella mañana del 15 de Septiembre, como muchas otras, se levantó temprano, se despidió de su familia y se sacudió con pesar la grata tranquilidad que regala la vida hogareña para internarse después en su coche por las desiertas calles de Ciudad Victoria.
Aquel parecía un día como cualquiera, pero no lo era, en razón de que esa noche se celebraría en el pórtico de Palacio de Gobierno el tradicional “Grito de Independencia” que encabezo por primera vez el Gobernador, Egidio Torre Cantú, y en cuya preparación él fue una pieza importante, porque fueron extensas las horas que se dedicaron a ultimar los detalles y la ceremonia debería alcanzar la categoría de perfecta.
Todo marchaba normal hasta que un fuerte dolor en la nuca lo empezó a paralizar, por lo que el terror lo invadió y, con justa razón, si el asunto era delicado.
A pesar de ello logro pedir auxilio y fue trasladado de urgencia al Hospital General, donde yace desde ese día en estado de coma, sin esperanza y ha la espera de que Dios le regale un milagro.
Retrocedo la cinta en mi cabeza y lo visualizo cruzando la Plaza Juárez con grandes zancadas propias de un quinceañero, saludando a los periodistas de mano y comentando con ellos los temas políticos del día, porque para él la política era su pasión y la herramienta para llevar el sustento a la mesa.
Lo recuerdo siempre caballeroso, risueño y en ocasiones hasta bromista, por eso a muchos en el gremio periodístico y entre sus compañeros de la Secretaria General de Gobierno les sorprende, les preocupa y les duele que a mes y medio de distancia su morada sea un cuarto de hospital y no su modesta oficina.
Lo traté en múltiples ocasiones porque los puestos que ha ostentado han sido variados he importantes y puedo decir de él que desde esos lugares me dio la impresión de que antes de este suceso era un hombre firme, dedicado, inquieto y propositivo.
La responsabilidad que sobre él recaía era grande, pero más enorme era su preocupación por entregar a sus superiores buenas cuentas sin excusas y ni regateos.
El aun no despierta y en una salita contigua a la habitación 301 del Hospital General su familia permanece en vigilia y en espera de que por la boca de los médicos escape una luz de esperanza que los obligue a dibujar una sonrisa.
Y en ese lugar sus jefes, sus amigos y quienes lo aprecian no lo abandonan, porque saben que es un hombre que se dedicó a servir y que hizo uso de cada letra que conforma la palabra lealtad, tan cuestionada en estos tiempos de convulsión.
Por allí se ha visto desfilar al Secretario General de Gobierno, Jaime Morelos Canseco Gómez, a Eliseo Castillo Tejeda, a Luis Lauro García Barrientos, a Dolores Terán y a muchos otros que lo han valorado como ser humano y como profesionista.
Y eso es fácil de entender porque antes de esta desgracia figuraba como Director de Análisis Político en la General de Gobierno, pero a él también lo hace brillar una trayectoria que incluye su paso por el Congreso de Tamaulipas como Sub director de Documentación, por Banrural, por la Secretaria Ejecutiva de la cámara de diputados federal , por el área de seguridad nacional en Ciudad Victoria y otros municipios y por la dirigencia del IPONAP.
A sus 52 años, de profesión Licenciado en Administración Pública, y nativo de Valle Hermoso JUAN GABRIEL LIMON HERNANDEZ, se aferra a la vida y se resiste a perder, porque esa no fue la lección que bien aprendió de sus ancestros.
Desde aquí tus cuates, que son muchos, te suplicamos que no declines.
Que recuerdes todo lo hermoso que te ha regalado la vida.
Y que con personas como tu, aquí.
El mundo es más interesante.

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