Como lo dictan las buenas costumbres, primero las damas.
Ella, sencilla, carismática, atenta y preparada es una mujer que le pule brillo a la política en Tamaulipas, puesto que su trayectoria no ha sido agrietada ni por el paso del tiempo ni por los manchones que suele dibujar un peregrinar azaroso.
Todos la conocemos en este terruño norteño porque su imagen en los medios se ha conservado vigente he inmaculada a lo largo de los últimos 20 años o más y eso habla de que ella es una semilla que se desprendió del racimo, por peculiar.
Su porte elegante, pulcro y formal es admirado por las que integran a su género y su seriedad por todos aquellos que conciben a la mujer como un ser que sabe conservar la compostura y el decoro.
La he tratado a lo largo de los años y comprobé que fuera de eso también es una mujer brava, de lucha, de armas tomar, pero que además pose la virtud de desdoblarse y de hacer reír a carcajadas a su interlocutor con anécdotas que se cruzaron en su camino.
Ella es Guadalupe Flores Valdez, precandidata del PRI al Senado de la República, el mejor as de oros que pudo haber seleccionado el tricolor para conservar ese escaño para Tamaulipas.
Y es una mujer de lucha, porque pesa en su trayectoria que como lideresa de la CNC se armo de valor para que junto con los campesinos estrangulara carreteras y se enfrentara a la Policía Fiscal en San Fernando, Tamaulipas, cuando los oficiales ordenaron en los años noventa un decomiso masivo de vehículos extranjeros que cruzaron la frontera no por el aire ni por agua.
Este decomiso, por supuesto, perjudicaba a los campiranos que transportaban sus cosechas y alimentos en unidades “chocolate” modestas y constituía a toda vista una agresión por parte de la SHCP, concretamente de Aduanas, por hacerle siempre el “mutis” al problema del contrabando.
Y, graciosa, porque en una ocasión me comentó una anécdota que involucró a la lideresa de los cañeros de Tamaulipas, Leticia Camero, quien fue su compañera en la cámara de diputados federal.
“Resulta que en una sesión hablo en tribuna un zapatista con pasamontañas para atacar al gobierno y Leticia, casi fuera de si, se levantó de su curul que estaba a mi lado y le gritó a todo pulmón, a pesar de que la supliqué que regresara a su asiento”: “Antes de denunciar quítese la máscara”, y el integrante del Frente Zapatista la miró fijo y le contestó frente al micrófono: “Primero quítesela usted”.
Son éstos, dos sucesos que poco se conocen de Lupita, una mujer que ahora busca la oportunidad de su vida y que en Tamaulipas todos la aprecian, la valoran y que tienen confianza en que desde la tribuna del Senado sus propuestas sean decisivas para que gocemos de un estado que mejore, que crezca y que se consolide.
Y ahora vamos con los caballeros, como lo es Jorge Guadalupe López Tijerina.
Del recién nombrado Subsecretario de Educación en Tamaulipas mucho se puede comentar, pero basta anotar que entre el magisterio estatal goza de una imagen impecable y que desde sus puestos en el Senado y en la Sección 30 siempre le tendió la mano al pasar a los trabajadores del gremio.
Para los maestros por su carácter “Lupe” es un pan, pero también sabe sacar la casta y ubicarse al parejo de ellos en las buenas y en las malas para defender las causas justas del magisterio en los momentos de dificultad y de convulsión política.
Muchos maestros lo recuerdan bien aquí por su disposición, por su seriedad y porque es un hombre de resultados, por eso ahora se regocijan que cuentan con un amigo en el aparato educativo de Tamaulipas.
He igual que con Lupita, con Lupe no hubo equivocación en cuanto a tomar decisiones, porque son cartas con las que se garantiza un futuro prometedor y un trabajo destacado, cada uno desde sus diferentes espacios.
Lupita y Lupe son, `pues, un as de oros.
Que se aquilatan y que prometen.
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