El colmo de colmos se presentó el fin de semana, cuando los miembros del sindicato magisterial que regentea la señora Gordillo se manifestaron ¡Contra la evaluación de su deficiente trabajo!
Parece ser que temen ser evaluados y exhibidos como los grandes ignorantes, culpables de la mala calidad de la educación en el país.
Dicen algunos que saben que si en la prueba ENLACE nuestros hijos salen mal en matemáticas, no saben leer ni comprender un texto, y no tienen capacidad para entender la diferencia entre leyes de reforma y la reforma de las leyes, es porque el sistema está podrido: todos lo sabemos, pero hay cínicos que se guardan los resultados reales y pretenden engañarnos a quienes tenemos hijos en la escuela y vemos que ni siquiera les enseñan la diferencia entre “engrapar y “grapar”, que los mismos profesores no tienen idea de lo que hablan en clase cuando afirman que “algotras cosas” pueden ser valederas. Cuando no saben explicar por qué los quebrados se pueden mezclar con denominadores distintos, o por qué las Leyes de Reforma se llaman así, convirtiendo a nuestros hijos en pegadores de fotocopias para pegar y rellenar reactivos que no tienen gran cosa útil, porque nunca se les explicó.
Están preocupados por la mal llamada “carrera magisterial” y no hacen nada por educar, menos por involucrarse con los padres de alumnos problemáticos. Es difícil avanzar con un grupo tan poco competitivo a nivel nacional y mundial, y gravemente, miembros del “más grande sindicato de América Latina”.
Y aún así, pretenden imponer a un profesor que no sabe siquiera lo que es un pintarrón o un gis de antaño, porque toda su vida ha vivido de grillo, de comisionado y de nada útil.
Urge en México un sistema educativo libre de mentiras y de simulaciones, donde realmente se enseñe a los que acuden a las aulas. No es posible vivir engañados sabiendo que a nuestros hijos los adiestran para contestar positivamente una evaluación que significa puntos para el profesor y la escuela, y que luego, serán recursos para ellos.
No podemos seguirnos engañando, sinceramente, porque ver la educación pública deficiente es algo que todos los días sufrimos, aunque hemos de afirmar que no todos los profesores son tramposos, holgazanes o temerosos de ser evaluados: los hay buenos y capaces, pero cada día son menos.
Imagine el lector si para ser profesor o cualquier otra profesión hubiera necesidad de estar inscritos en algún colegio de profesionistas, donde se evalúa y califica la calidad de cada persona. Entonces, sabríamos que hay buenos contadores, abogados, comunicadores, fotógrafos, ingenieros y profesores, entre todas las formas de desarrollo profesional posibles.
Habría honestidad y capacidad, lo que está lejos de aparecer en esos que aprovechan cualquier pretexto para hacer paros afectando la educación en el país.
Y lo peor, lo más cínico que hemos tolerado es el tipo de declaraciones como las que hace Arnulfo el dirigente sindical que asegura que “de panzaso” tiene tintes electoreros y defiende la calidad de una educación pública corrompida por ellos mismos, sus huestes, esos haraganes que viven comisionados y no hacen nada por merecer lo que se les paga, aparentemente, por educar a nuestros hijos.
No es posible tener un sistema educativo tan podrido como el de México, y no es posible seguir manteniendo a gente que, como la Gordillo o el “profe” Arnulfo, siguen, como los animales, mamando de la ubre presupuestal sin merecerlo.
Ahora que vienen tiempos electorales, ojalá los partidos nos ofrezcan –y luego cumplan- un cambio radical en la educación del país, y que no les tiemble la mano para meter en cintura a los holgazanes que paran al sistema educativo, argumentando un justo reclamo, como para ellos es el no ser evaluados, para que no se desenmascare su holganza, su falta de preparación y su cinismo.
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