Siempre hemos sido de la idea de que las administraciones tienen dos caras: la del gobierno que encabeza el Ejecutivo y que se encarga de las obras sociales y materiales, de la política y todos esos rubros que tienen que ver con productividad, empleo, salud, educación, seguridad pública y más: promoción industrial, turística y lo que a la administración concierne y sabemos gracias al trabajo de cientos de reporteros en el estado, así como de eficientes redactores y encargados de los gabinetes de comunicación social.
Los primeros, colegas periodistas y reporteros, se encargan a diario de salir a buscar “la nota”, aunque en ocasiones es cuestionable su actitud, pero por lo general nos ubican en la realidad de nuestra entidad, con cifras, opiniones y declaraciones de los actores sociales, desde los ámbitos oficiales, grupales o de la sociedad misma.
Los segundos son los que nos hacen llegar la información oficial generada en las distintas dependencias; malamente, algunos colegas les llaman en forma peyorativa “boletineros”, aunque todos entendemos su función y la utilizamos para la estructuración de nuestros trabajos periodísticos, sean noticias o notas informativas, reportajes, columnas o artículos.
La otra cara del gobierno la encabeza por lo general la esposa del gobernador siendo en este caso la distinguida señora María del Pilar González de Torre. Presidenta del Patronato DIF Tamaulipas, quien este domingo se presentó ante la sociedad tamaulipeca para rendir su primer informe de actividades al frente del sistema que tiene como objetivo el manejo de la política social que tanta falta hace a la comunidad.
Ha sido un evento muy interesante a juzgar por los resultados; satisfactorio por los números que hemos leído y constatado en algunas ocasiones, pero que por lo general, tienen como firme sustento la aceptación de esos grupos beneficiados con despensas, gestiones, con apoyos para los miembros de ese maravilloso grupo que se ha denominado “tercera edad”, o para quienes por alguna razón, al despertar de sus vidas tienen que comenzar a vivir sin sus padres. Son los niños los que reciben los beneficios de estos programas, aunado al cariño de quienes velan por ellos y que integran la estructura del DIF tamaulipeco, así como de los sistemas municipales del propio sistema, encabezados por las primeras damas de los ayuntamientos, quienes siguen las directrices de la presidenta del sistema.
Hemos escuchado la manera en que se ha desenvuelto un ejército de voluntarios y voluntarias en aras de cumplimentar la decisión del gobernador Egidio Torre Cantú y su esposa, María del Pilar, para que a los tamaulipecos les pueda ser menos difícil solventar una vida en situaciones difíciles que vivimos todos los mexicanos.
Es el DIF la cara sonriente, la cara amable y cariñosa que nos permite suponer que hay una buena voluntad y decisión de apoyo para todos los que lo requieren.
Al DIF llega mucha gente con necesidades de toda índole; cierto es que algunas son canalizadas hacia áreas fundamentales de la administración estatal como sucede con la secretaría de Salud, pero no podemos dejar de reconocer que la labor que surge allá en Tamatán, donde están las oficinas del DIF estatal, tiene una alta repercusión social y fundamenta el hecho de que el ser humano tiene siempre una mano amiga que se le tiende cuando lo requiere.
No hemos querido manejar cifras porque seguramente estará usted leyendo en alguna nota de la presente edición los logros contabilizados, pero sí hemos querido enfatizar el hecho de que el corazón de la gente de bien está latiendo y luchando por muchos de nosotros, cuando más lo necesitamos.
El informe de María del Pilar González de Torre nos deja una conclusión: es el tiempo de ser solidarios, de saber que se necesita ayuda, y sobre todo, entender que esa mano amiga surge en tiempos de crisis, con una sonrisa y el mejor de los deseos porque todos vivamos mucho mejor.
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