Reynosa, Tamaulipas.-Todo aquel que presuma a su regreso de vacaciones haber visitado Guanajuato no puede haber omitido visitar el Museo de las Momias, que desde hace muchos años (siglo y medio para ser precisos) han sido motivo de encontrados debates en torno al fenómeno que hizo posible la conservación de cientos de cuerpos inhumados en promedio hace dos siglos y lucen perfectos en sus rasgos.
El Museo de las Momias de Guanajuato se ubica en el Cetro Trozado contiguo a donde operó el Panteón Municipal “Santa Paula” para acceder al mismo es necesario subir al cerro, se pasa por el mercado municipal y la antigua estación de ferrocarril.
En 1861 fue abierto el museo y se dice que la primera momia en ser exhibida fue la del doctor Remigio Leroy, quien era francés y vivía en Guanajuato, en donde ejerció su apostolado en la medicina, fue una de las primeras en formar parte de la colección que después de haber acumulado 100, hoy solamente se conservan 79 momias.
La mayoría de las momias fueron de personas que murieron entre 1830 y 1833 a causa de un brote endémico de Cólera, irónicamente pues el nombre de Guanajuato significa “Lugar de Ranas o Encuentro de Ranas”, pero como la ciudad fue edificada en un barranco por lo angosto y violenta geografía que era rica en minería, se produjo esta tragedia.
Otros más fueron víctimas de inundaciones que se suscitaron en 1850 en que se vivieron épocas de grandes tormentas y lluvias que causaron la muerte a muchas personas.
En una posible teoría que coincide los estudiosos es que las momias son producto de la conservación a partir de la tierra rica en minerales, pues no hay que olvidar que Guanajuato fue en un tiempo la gran veta de plata que se enviaba a España y Europa.
En muchos cementerios municipales se requiere un pago por el derecho a sepultura si no se tiene contratada la perpetuidad, así en el año de 1865 del Panteón de Santa Paula se exhumó el primer cuerpo momificado ya que, la fosa en la que yacía no tenía registrados los pagos pertinentes. Desde entonces y hasta 1958 continuaron los descubrimientos de cuerpos momificados debido a las especiales condiciones del subsuelo del lugar, sumadas a la presencia de nitratos y alumbre.
En el año de 1900 las momias crecían en número comenzando a atraer curiosos quienes a cambio de unos pesos accedían al almacén donde estas se encontraban. Descubriendo su potencial como atracción turística, el gobierno estatal transformó ese antiguo almacén en el citado museo que actualmente alberga solo 54 cuerpos, ya que los demás cuerpos han sido prestados a diferentes países, como son Estados Unidos, China, entre otros. Y hasta el momento no los han devuelto.